Simeone y los fantasmas de Manzano

No se recordaba algo semejante desde que el Albacete, también en la categoría de bronce, eliminó a los colchoneros a doble partido, el 21 de diciembre de 2011. Los manchegos vencieron 2-1 en el Carlos Belmonte e hicieron la machada en el Vicente Calderón (0-1). La crisis desembocó en el despido de Gregorio Manzano y el nombramiento de Diego Pablo Simeone, que ejerció de mesías.

Las situaciones, no obstante, son incomparables. Por aquellos tiempos, el Atlético se encontraba en la posición número 23 del ránking UEFA, y era undécimo en la Liga, un barco a la deriva. Antes de Manzano habían pasado por su banquillo Quique Sánchez Flores, Abel Resino, Javier Aguirre, Pepe Murcia, Bianchi o César Ferrando. Con Simeone, siete cursos seguidos en la Champions, siete títulos y dos finales de Champions perdidas ante el Real Madrid de forma dramática. Ahora, el equipo marcha tercero en la Liga y le espera el Liverpool en octavos de la máxima competición continental.

«Simeone seguirá en el Atlético mientras él quiera», repitió el consejero delegado del Atlético, Miguel Ángel Gil Marín, cuando hace un año renovó el contrato del técnico argentino hasta 2022 y le premió con un sueldo galáctico de 20 millones por temporada. Un cheque en blanco para un entrenador que ha transformado el club. Esta plantilla del Atlético es de peor calidad que las últimas y acusa falta de liderazgo sin los Raúl García, Tiago, Gabi, Juanfran, Fernando Torres o Godín, pero al Cholo no se le perdona que hablase de temporada de «transición» en un club que ha pagado 127 millones por Joao Félix y es el que más dinero ha invertido en fichajes este verano de toda Europa, más de 243 millones. También ingresó 313 en traspasos con las salidas de Griezmann, Lucas, Rodrigo Hernández o Gelson Martins.

Ante la Cultural, el Atlético agudizó su dinámia negativa. Son cinco victorias, un empate y cuatro derrotas en los últimos diez partidos y dos títulos perdidos en enero, aunque en la Supercopa compitió bien ante Barça y Madrid. Un solo gol ante la Cultural después de 25 remates, diez de ellos a puerta, y nueve paradas del portero Lucas Giffard, que disfrutó de la noche de su vida. Enfrente, dos goles leoneses y ni una parada de Adán. La falta de gol es alarmante, pero más aún que el Atlético fuese incapaz de gobernar la situación cuando se puso 0-1 al marcar Correa. Tras 175 pérdidas de balón en el partido no caben excusas.

«La responsabilidad es absolutamente mía», analizó Simeone, con los ojos vidriosos, tras caer otra vez pronto en la Copa; Girona, su anterior verdugo, estaba en Primera. «No me cambiaron perder dos Champions y no voy a cambiar tras caer ahora. Tengo una plantilla importante y los resultados nos acompañarán. Creo en mis jugadores pero no concretamos ante el gol», prosiguió al preguntarle se tenía sensación de fin de ciclo. Los jugadores, en cambio, exculparon públicamente a su técnico y pidieron perdón a sus incondicionales. «En siete años jamás había vivido algo así. La afición no se merece esto y el club tampoco. Tenemos que hacer más autocrítica, sacar el orgullo y saber lo que representamos», argumentó Saúl Ñíguez, uno de los capitanes. El ghanés Thomas Partey reconoció que «jugando así es normal que te gane cualquiera» y apeló a un «cambio de actitud».

Mientras, el club ultima un golpe de efecto con la contratación del delantero uruguayo Edinson Cavani, procedente del PSG. Según ha avanzado la Cope, el coste de este jugador, que firmará por dos temporadas y media, ascenderá a 80 millones entre el sueldo, en torno a 14 millones netos al año, y traspaso. Una inversión muy discutible por un jugador que en febrero cumple 33 años y en verano llegaría gratis al terminar contrato. El charrúa sufre unas molestias en el pubis que le han apartado del equipo en los últimos dos encuentros ante el Mónaco (1-4) y en el de Copa de Francia ante el Lorient (0-1). En lo que va de temporada ha jugado apenas 568 minutos divididos en 14 partidos en los que ha marcado cinco goles. Para cuadrar las cuentas y no incumplir el 'fair play' financiero, el reto es traspasar a Thomas Lemar, que costó 70 después del Mundial y sigue sin adaptarse.