El Celta asalta Mestalla y baja de la nube al Valencia

Ambiente de las grandes ocasiones en Mestalla porque este equipo de chavales que ha forjado el Pipo ilusiona y la Copa era un objetivo. Repitieron solo cinco de los titulares en Cádiz, pero el once local era muy reconocible. Lo más novedoso, Yarek en el centro de la defensa y Marí en punta con Hugo Duro. Mucho más apurado en la Liga y con un duelo muy exigente ante la Real Sociedad en el horizonte próximo, para los celestes la presión era menor pero suponía una motivación extra. Además, ver a Benítez en la capital del Turia siempre tiene su morbo. Cuatro veces había ido antes como técnico visitante y nunca había ganado, con una derrota y tres empates.

Intentó marcar territorio enseguida el cuadro levantino, que inquietó con un cabezazo de Paulista y un disparo de volea de Hugo Duro que no encontraron portería. Pero dicen que el fútbol es sobre todo un deporte de errores y los vigueses aprovecharon dos en un pispás. Doménech fue poco contundente a la salida de un córner y De la Torre marcó de tacón, a modo casi de coz. Luego De Burgos indicó un dudoso penalti de Diego López sobre Miguel Rodríguez que transformó Douvikas.

La eliminatoria se ponía muy de cara para el Celta, que además pasó a controlar la situación ante un rival ansioso, muy desorganizado. Empero, una acción aislada pudo cambiar el panorama. En un balón al área sin aparente peligro, al joven Carlos Domínguez no se le ocurrió otra cosa que dibujar una especie de zamorana. Un acto reflejo, letal en tiempos de VAR. Pepelu acortó diferencias y hasta el descanso rondó el empate el Valencia, sobre todo cuando Correia y Fran Pérez percutían por el flanco derecho y encontraban centros fáciles.

Bajó algo el ritmo tras la reanudación, lógico porque la pelea tenía su desgaste, pero prosiguió con dominio territorial che frente a un rival que no se descomponía y amenazaba en algunos contragolpes. Sorprendió que, mediada la segunda mitad, Baraja prescindiera del desequilibrante Fran Pérez para dar entrada a Hugo Guillamón, mucho más de contención. Tenía pinta el duelo de poder llegar a la prórroga más por empuje que ocasiones locales, pero entre Tapia, De la Torre y Douvikas sentenciaron la riña.