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colpisa/AFP
Jueves, 4 de junio 2020, 16:06
Se han disputado 37 partidos a puerta cerrada desde el regreso de la Bundesliga con solo ocho victorias locales. El coronavirus ha provocado un efecto colateral: Se acabó la ventaja para el equipo anfitrión de jugar respaldado por su afición.
«Es una locura, no ... lo esperábamos hasta ese punto», señaló Sebastian Kehl, mánager del Borussia Dortmund, huérfano de su imponente 'Muro Amarillo' y de los 82.000 abonados que llenan el Signal Iduna Park.
En las dos últimas temporadas completas de Bundesliga, el 45% de los partidos finalizaron con victoria del equipo local. En el fútbol posterior al coronavirus esta cifra ha descendido al 21%.
«No creo que sea por azar. El público ayuda a su equipo y cuando se juega al exterior, sin espectadores, es evidentemente más fácil», señala el técnico del Bayer Leverkusen, Peter Bosz.
Habituado como todos los actores del campeonato alemán a los estadios llenos y a los ambientes de fuego, Bosz sabe de lo que habla. Desde la reanudación del torneo, sus jugadores han ganado tres partidos a domicilio y han perdido solo el que jugaron en casa (1-4 ante el Wolfsburgo).
«Afecta sobre todo a los equipos que tienen su fuerza en la euforia, los seguidores y el ambiente del estadio», señala Markus Krösche, director deportivo del RB Leipzig, «ahora tenemos la impresión de que los equipos que tienen mayor calidad individual se imponen más frecuentemente».
Ejemplo significativo. El humilde Union Berlin, privado del ambiente caliente de la Alte Forsterei, solo ha logrado un punto en casa en los dos partidos disputados en mayo, cosechando tres como visitante.
«No puedo decir todo el año que el ambiente de la Alte Forsterei es fantástico y ahora de repente decir que no juega su rol», reconoce Oliver Ruhnert, director deportivo del club.
El Bayern Múnich, con la plantilla de más talento de la liga, no parece echar de menos a su hinchada: cuatro partidos y cuatro victorias para el líder. «Son sobre todo los pequeños equipos como nosotros, los que viven de la emoción, de la pasión y del entusiasmo», confirma el antiguo internacional Stefan Reuter, mánager del Augsburgo.
Un estudio de un grupo de investigadores liderado por el profesor James Reade en la universidad inglesa de Reading confirmó los efectos de jugar sin aficionados. El equipo de estudio recogió los resultados de 192 partidos sin público desde 2002: los locales solo ganaron en el 36% de los casos, mientras que la media europea en el mismo periodo fue del 46%.
Pero otras estadísticas ofrecen una versión algo diferente. Los resultados en Alemania, con cuatro jornadas, no son todavía significativos, según el director del Instituto de la Ciencia del Entrenamiento y la Informática del Deporte en Colonia Daniel Memmert: «Es una instantánea de un momento, pero hay demasiados factores de perturbación».
Según Memmert, la importancia del público es a menudo exagerada. Un estadio caliente puede estimular a un equipo pero también ocasionar estrés, según las circunstancias (como la posibilidad de un descenso).
«Los niños en casa son más agresivos, más dominantes. Es parecido con los futbolistas», compara. Y la Bundesliga de todas formas es un competición que ama desafiar la lógica: En la sexta jornada, disputada a finales de septiembre, registró ocho victorias fuera y un empate en nueve partidos... Un récord a pesar de que las gradas estaban llenas.
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