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Sergio Perela
Segovia
Martes, 8 de diciembre 2020, 20:53
Apenas cuatro grados de temperatura y nieve cayendo con intermitencia. Dos equipos que debieron medirse en la primera jornada lo estaban haciendo ocho semanas después con todo lo que eso significa: La Granja llegaba identificada con un estilo, en buena racha de resultados y ... la Arandina con una necesidad que el primer día no hubiera existido de ganar o sufrir doblemente, y no sólo sobre los campos de Castilla. Quizá por eso los del Duero no llegaron como a La Albuera, sino con cambios significativos que intentaban darle solidez al equipo, los más importantes en la portería y la defensa. También Ricardo decidió hacer cambios, como dejar a Miguel fuera para evitarle sobrecargas y que jugase Alberto en el medio. El caso es que, de El Hospital, uno suele salir curado y esta vez fueron los rivales, que venían con múltiples cornadas y encontraron en La Granja el linimento que necesitaban.
CD La Granja
Loren; Cuadri, Barbudo, Kike, David; Gabi (Miguel, 59), Alberto (Iván 75), Ibra (Berrocal 75); Hamza (Ayoub 59), Dani y Lázaro.
0
-
3
Arandina
Maxi; Junyent, Álex Díez, Pesca, Zazu; Sagués (Thabang 85), Mahamadou, Peli (Santín 78), Iván Martínez (Samu Martínez 85); Álex Mozo (Barbero 72) y Edgar.
goles: 0-1, min 15, Zazu ; 0-2, min 40, Álex Díez y 0-3 min 46 Iván Martínez
Los primeros minutos de juego fueron eso, unos locales desplegando ese juego de robos rápidos y búsqueda de más velocidad en las bandas y una Arandina que iba más a la chita callando. Primero asentarse y luego ir paso a paso colgando balones. Y poco a poco, con Mahamadou por medio repartiendo tarjetas de visita, con Sagués destrozando cada intento de salida de David, yendo siempre un paso por delante del capitán granjeño, fueron empujando como se hace en el rugby para ir avanzando y metiendo a los azules en su propia cancha y sin capacidad para salir. Lo único que faltaba para que La Granja metiera la pata del todo en la trampa para osos tendida sobre el césped de El Hospital era conceder faltas en tres cuartos y muchos saques de esquina. De una falta de David completamente evitable, en una de las primeras veces en que quedó en evidencia que la música sonaba a más revoluciones de las que él tenía, llegaba el primer gol. Tres cuartos de cancha, un lanzador zurdo maravilloso como el capitán Zazu golpeando desde el costado derecho y, o bien una barrera algo desplazada o un Loren poco colocado, pero el balón entraba manso por el primer palo. El segundo lo puso de nuevo Zazu, de saque de esquina y también desde el costado opuesto a su buena zurda. Primer palo para que el central Alex Díez peinase y nada se pudiera hacer para evitar el segundo.
Un desesperado Ricardo tenía que cambiar varias dinámicas para la segunda parte. Intenta siempre dar salida por los laterales y ni Cuadri ni David estaban sirviendo para ello. En ataque las posesiones duraban menos que una piruleta a la salida de un colegio y en las bandas sólo aparecía Lázaro, porque Hamza no se encontraba en el partido, perdido en muchos regates imaginarios y pocos avances en positivo.
Nada de lo que hubiera pedido Ricardo en el vestuario iba a servir, porque nada más arrancar la segunda parte, Edgar se acostó en la frontal del área sobre el lado de Kike, tiró una pared precisa y cuando todos pensaban que haría lo que los nueves de oficio hace, tirar, se sacó un centro con el exterior al segundo palo que remataba a placer Iván Martínez y colorín colorado, el partido se había acabado.
Porque todo lo que vino después sí fueron ligeros brotes verdes, mejor dicho azules, con grandes oportunidades sobre todo de Dani para que La Granja hubiera hecho por lo menos un gol. Pero se vieron las razones por las que Alejandro Izquierdo había cambiado de portero tras medirse a la Sego en Segovia. Maxi, que parecía pequeño, lució unos reflejos tremendos en los momentos en los que el empuje granjeño y su honor herido más peleaban. Una ruleta del al fin despierto Hamza en la frontal que remataba Dani terminaba con una estirada preciosa del portero de Aranda. Otra buena jugada con los mismos protagonistas dos minutos después iba a morir exactamente igual, en los guantes de Maxi, igual que un remate de cabeza también de Hamza posterior. En el medio, un Gabi que no se pareció en nada al del partido del fin de semana, se plantó solo ante él y eligió el regate hacia afuera para alejarse de la portería en lugar de haberlo hecho hacia dentro.
Al final, inmersos ambos entrenadores en un carrusel de cambios que no tenían más sentido que pensar en el próximo encuentro, el juego se fue diluyendo como la nieve que seguía insistiendo en caer de cuando en cuando para marcharse luego. Y si bien el partido mereció terminar con un gol para La Granja, Sagués todavía estrelló otra bola en el palo antes de marcharse con la satisfacción del deber cumplido. Porque la Arandina se jugaba mucho en este partido y salió con esas urgencias, mientras que a La Granja se le notó el poco tiempo para preparar este encuentro, se le atragantó el partido metido con calzador entre semana. Mejor dejarlo como está y ponerse a pensar en el fin de semana, que hay que ir a Ávila a intentar sacar seis puntos de nueve posibles en siete días.
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