Marta Vieira, un palmarés de leyenda en defensa del fútbol femenino

El dictador Getúlio Vargas tomó esta decisión alegando que la práctica del deporte profesional iba «en contra de la naturaleza femenina» y el vergonzoso veto se mantuvo en pie durante casi 40 años, hasta la etapa final de la dictadura militar. Cuando Marta Vieira nació en el municipio de Dois Riachos, situado en el pequeño estado norteño de Alagoas, la prohibición se había levantado apenas siete años antes y el fútbol femenino estaba en pañales en Brasil. Era el año 1986 y resultaba una temeridad pensar que una mujer podía dedicarse al deporte rey del país.

Sin embargo, y con la convicción de ayudar con su juego en la difícil coyuntura económica de su entorno familiar después de que su padre abandonase a su mujer y su hija, Marta tomó la decisión de dejar su pueblo natal a los 14 años para probar suerte en el Vasco da Gama de Río de Janeiro, uno de los clubes más prestigiosos del país. Más de 2.000 kilómetros por carretera para militar en una de las pocas instituciones que entonces contaban con una sección femenina organizada. Del Vasco Marta pasó en 2002 al Santa Cruz de Minas Gerais y de ahí al Umea sueco en 2004.

La llegada al viejo continente supuso el salto definitivo de la brasileña en el contexto del fútbol femenino mundial, ansioso de ver al fin a una estrella 'verdeamarelha' al estilo de sus muchos compatriotas masculinos. Marta se fue convirtiendo poco a poco en la líder de la selección brasileña con el '10' a la espalda y con la 'Canarinha' debutó en un Mundial en la cita de Estados Unidos en 2003, alcanzando los cuartos de final del torneo, y conquistó el oro en los Juegos Panamericanos de ese mismo año y la plata en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

Con un palmarés también jalonado por una Champions femenina y cuatro ligas suecas, Marta fue reconocida por primera vez como mejor jugadora del mundo en 2006. Un año después llevaría a la selección brasileña a un histórico subcampeonato en el Mundial de China, en el que fue además mejor jugadora y máxima goleadora, fijando las bases de un reinado como la futbolista número uno del planeta que se prolongaría durante todo un lustro.

Otra vez plata olímpica en Pekín 2008, campeona de la Copa Libertadores con el Santos en 2009, también reina del potente fútbol estadounidense con sendos títulos de la Women's Professional Soccer con el Gold Pride de Santa Clara y el Western Flash de Nueva York y otra vez mejor jugadora del mundo en 2018, Marta y su compatriota Formiga han mantenido durante dos décadas viva la llama del fútbol brasileño, que ahora, con ambas futbolistas en la recta final de su carrera, parece apagarse lentamente.

Faltan jugadoras jóvenes que asuman el relevo y Marta lo sabe. Con motivo de su adiós a los Mundiales, la '10' brasileña emocionó al mundo con un discurso rotundo ante las cámaras y todavía a pie de césped. «La gente pide apoyos, pero también necesitamos valorar. Es primordial llorar al principio para sonreír al final. Eso es querer más, entrenar más. Y eso es lo que les digo a las niñas. No vais a tener siempre una Formiga o una Marta. El fútbol femenino depende de vosotras para sobrevivir. Lloren al principio para reír al final», dijo emocionada aquella niña que recorrió más de 2.000 kilómetros desde un pueblo del norte hasta el gran Río para cumplir su sueño de jugar al fútbol.