El fútbol femenino en España sube un peldaño más en su acentuado crecimiento con las esperanzas puestas en el Mundial que se disputa desde el próximo jueves día 20 en Australia y Nueva Zelanda. El combinado nacional afronta su tercera Copa del Mundo y, a ... pesar de su falta de experiencia, es uno de los candidatos a llegar lejos en el torneo. Muchas fueron las que han ayudado a que hoy en día el fútbol femenino tenga un futuro más que prometedor.
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La selección ha pasado en medio siglo de la clandestinidad y el rechazo machista de los años setenta a la profesionalización y reconocimiento actual. Una lucha que ahora retumba con los nombres de Alexia Putellas, doble ganadora del Balón de Oro, Jenni Hermoso, máxima goleadora de Primera División de las principales ligas del mundo, Aitana Bonmatí, MVP de la última Champions, o Salma Paralluelo, una de las jugadoras más prometedoras del fútbol femenino nacional.
Antes que ellas, otras generaciones de las que pocos conocen sus nombres pese a la importancia que tuvieron para esta disciplina, abrieron el camino a base de valentía y poco apoyo. Y es que si actualmente las niñas visten la camiseta de su equipo, piden autógrafos a las jugadoras que tienen como modelo y reclaman sus álbumes de cromos, es en parte a un grupo de pioneras que dieron un paso al frente en contra de lo establecido y regateando el machismo de la sociedad.
El fútbol femenino comenzó a organizarse por todo el territorio español en la década de los 70, aunque no fue reconocido en el país hasta el 21 de octubre de 1980. En noviembre de 2019, la Federación Española de Fútbol (FEF), presidida por Luis Rubiales, se acordó de las pioneras que se atrevieron a jugar al fútbol cuando este organismo le daba la espalda y organizó un homenaje para agradecer el camino que habían empezado a labrar hacía casi cinco décadas.
«Luchamos y hemos abierto un camino para que las demás sigan», cuenta Encarna Caracuel (Córdoba, 1952), una de las tantas mujeres anónimas que abrieron la puerta al fútbol femenino en España y al nacimiento de una selección que ahora sueña con un Mundial. No había cumplido los 15 años cuando emigró con su familia a Cataluña y jugaba al fútbol a escondidas. Ahí la descubrió el técnico del recién creado equipo del Vic, uno de los participantes del I Campeonato de Cataluña de Fútbol Femenino. Ella se erigió en una de las jugadoras más destacadas del torneo, siendo la máxima goleadora con 59 tantos, superando en 28 a la segunda. Algunas crónicas se referían a ella como «la mejor artillera de España». A base de goles la convocaron para el primer equipo femenino estatal, para jugar el amistoso entre Portugal e Italia en 1983. «Trabajaba 12 horas: ocho por la noche y cuatro por la tarde, sábados incluidos. Y cuando salía lo único que quería hacer era jugar al fútbol», narra. Llegó a recibir una oferta de un club italiano, pero tuvo que rechazarla pues su padre se negó a dejarla ir, y ella no sentía que pudiera llevarle la contraria.
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«En los campos te decían: 'Si eres un macho', 'vete a fregar', 'métete en la cocina'... Todavía falta camino, pero ahora el fútbol femenino comienza a tener el apoyo que tenía que tener», insistió en un evento de la marca Snatt's de Grefusa al que también acudió Carmen Arce, 'Kubalita' (Valencia, 1956), la primera portera oficial de la selección español. Su etapa como futbolista duró menos de lo que ella hubiera querido. Las lesiones y el trabajo, para ayudar en casa, la obligaron a abandonar este deporte. «El fútbol femenino necesita dejar las comparaciones con el fútbol masculino. Necesitamos visibilidad e igualdad de derechos», señala la exguardameta del Racing de Valencia (Marcol) y el Hércules, que al hablar de igualdad no habla de salarios, sino de equiparar las condiciones de trabajo con los compañeros hombres. Un debate que en los últimos tiempos se ha intensificado en el deporte femenino con la falta de recursos profesionales y la mala gestión como telón de fondo.
Isabel Fuentes (Madrid) cuenta con tristeza el episodio en el que fue a jugar a Turín en 1971 y no les dejaron representar oficialmente la bandera española porque no estaba bien visto que las mujeres «dieran patadas a un balón». Un año antes Isabel disputó el primer partido de fútbol femenino en España. Un Mercacredit-Sizam, promovido por Rafael Ruiz Muga, un adelantado a su tiempo, cuyo resultado fue lo de menos. Aquel organizador del partido, que del campo viajó al cuartelillo acompañado por la Guardia Civil, escribió el libro 'Las estrellas olvidadas', en el que hace un repaso a esas primeras figuras femeninas del mundo del balón que destacaron en España. «Ahora goza de reconocimiento oficial, pero, como todas las conquistas, hubo épocas complicadas por el mero hecho de practicar este deporte», apunta.
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