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Alex Aranburu, una de esas promesas del ciclismo español, aguantó alrededor de dos horas sentado a las faldas de la Catedral de Burgos. El corredor del Astana marcó el mejor tiempo de la contrarreloj a eso de las 19:15 horas y a eso de ... las 21:00 horas un consagrado del ciclismo como Primoz Roglic le arrebató el triunfo de etapa y ser el primer líder de la Vuelta a España.
En esas casi dos horas, Burgos vibró con el retorno de la Vuelta a Burgos. La estampa era digna de fotografiar al ver cómo los ciclistas salían de unas puertas de la Catedral, las mismas que en los últimos meses solo han destapado polémicas. Allí, a eso de las 17:45 horas, no estaba el artista Antonio López. Estaba Pelayo Sánchez, del Burgos BH, para inaugurar la ronda española.
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Y a partir de ahí un reguero de corredores. Omar Fraile y Mikel Landa fueron de los primeros en salir y eso los burgaleses lo sabían. Eso sí, desde la sombra. Porque los 37º grados que marcaban los termómetros dejaban a los presentes con la botella de agua en el brazo y esquivando el sol.
Enseguida apareció en escena Aranburu, que se empeñó en superar todos los registros para hacer que su tarde se hiciera eterna en la Catedral del Burgos. De hecho, le hubiera dado tiempo ver Las Edades del Hombre. Pero no. Prefirió seguir al minuto el tiempo de sus rivales. Los mismos que no le conseguían robar ese primer puesto.
Mientras tanto, más burgaleses se acercaban al corazón de la ciudad. Buscaban la forma de ir superando accesos en un casco histórico invadido por la logística de la Vuelta. Espacios para la meta en la plaza del Rey San Fernando, así como carriles para desviar todo tipo de vehículos del centro. En el Espolón, se habilitó, como si una feria de artesanía se tratara, una zona de invitados.
Una situación que dejaba una estampa curiosa, como la de ciudadanos caminando por un concurrido Espolón, mientras patrocinadores del evento campaban a sus anchas en una espaciosa zona vip.
Y lo que pasaba mientras Aranburu acariciaba la victoria era que Valverde sigue siendo el ciclista más querido. Verle es un disfrute. Pequeños y mayores aplaudiendo a una leyenda del ciclismo internacional. Eso se vio junto a la estatua del Cid. «Ya llega», apuntaba una persona a otro conocido ubicado en el otro lado de la calle. Su paso fue veloz, pero los gritos no pararon de escucharse.
La fiesta continuó con la salida de grandes espadas. 'Superman' López y Richard Carapaz prácticamente fueron de la mano, dejando para el final la presencia de Enric Mas, Bernal y Primoz Roglic.
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