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Jon Rivas
Sábado, 6 de julio 2024, 18:49
Hay noticias que dejan de serlo cuando se repiten. Gana Girmay en la colina de Colombey-les-Deux-Eglises y ya no se le da tanto bombo a su victoria como cuando se impuso en la tercera etapa, por sorpresa, y además se convirtió en el primer negro africano que vencía en el Tour. El pionero ya no lo es tanto, y tampoco es tanta la sorpresa porque está dejando claro que es uno de los hombres a tener en cuenta en las llegadas masivas.
Viste Girmay el maillot verde, de arriba a abajo, porque se apunta a la moda del pelotón y usa el buzo ajustado de una pieza, y cabalga su bicicleta Cube del mismo color, hasta la cinta del manillar va a juego. Seguirá portando los colores de la regularidad, porque se los ha ganado, y otra vez enterró las ilusiones de Philipsen, de nuevo segundo, el puesto que más repite, porque siempre hay alguien un poquito más rápido, y Girmay lo ha sido dos veces.
No hubo pelea durante la etapa ya que solo Abrahamsen insistió, después de que esos escarceos que se repiten todos los días después de que Prudhomme ondee la bandera amarilla para dar la salida, se atemperaran. El líder de la montaña, con su buzo de puntos rojos, atravesó la campiña en solitario durante decenas de kilómetros, y solo cuando ya en el horizonte aparecía la cruz de Lorena, en el memorial Charles De Gaulle, el pelotón le dio caza, algo que estaba programado desde mucho antes, pero se demoró casi hasta el final.
Luego, lo de siempre; los equipos con posibles, al acecho, el último kilómetro para darlo todo, Aramburu, que andaba ilusionado, encerrado entre otros llegadores, y Girmay, con un sprint largo, imponiéndose para sumar una victoria que ya no es noticia. ¿Y Pogacar? Bien, gracias.
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