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Pogacar, amo y señor del ciclismo
Tour de Francia

Pogacar, amo y señor del ciclismo

El esloveno culmina su poder absoluto en el Tour, arrasando en la contrarreloj final, su sexta victoria de etapa, tres de ellas consecutivas

Jon Rivas

Domingo, 21 de julio 2024, 14:54

Amo y señor del Tour, amo y señor de las carreras, Tadej Pogacar, desde lo alto del podio, en el que empieza a observar el Olimpo del ciclismo, amenaza: «Mathieu van der Poel está muy guapo con su maillot de campeón del mundo, pero yo lo quiero después del amarillo, este año o el siguiente». Insaciable, el nuevo Caníbal que todo lo pretende ganar. El Tour, el Giro, la Tirreno, la Lieja-Bastoña-Lieja, el Giro de Lombardía, la Strada Bianche, la París-Niza, el Tour de Flandes, la Amstel, la Flecha Valona y así hasta 79 victorias que moldean un palmarés impresionante.

Es el ciclista pluscuamperfecto, que ratificó en Niza, el inédito final de la carrera francesa, que es el mejor corredor de la temporada, el mejor del mundo, y que cuando está en su estado de forma óptimo no tiene rival. «Esta vez todo salió perfecto. Esta es la primera gran vuelta en la que me siento confiado todos los días». Decían que no tuvo oponentes en el Giro, donde acabó ganando seis etapas, pero en el Tour ha repetido, otras seis, las tres últimas de manera consecutiva, las dos de los Alpes y la contrarreloj final en las escarpadas rutas entre Mónaco y Niza, con dos exigentes ascensiones a la Turbie y el mítico col d'Èze, en las que fue ganando tiempo, pero que también rebañó en los descensos y en el llano.

Solo se dejó ir cuando ya en la Promenade des Anglais, celebraba con el coche de su equipo, y en la recta final, en la que festejó su triunfo como si fuera una etapa en línea. «La gente podría haber pensado que el Giro me garantizaba una temporada exitosa», dice, «y es cierto que lo habría sido incluso sin ganar el Tour. Pero el Tour está en otro nivel y haber ganado el Giro y el Tour sitúa mi temporada en un nivel superior que las anteriores».

Pocas dudas genera el ganador del Tour, por mucho que se intentaran buscar sus puntos flacos en algunas jornadas, como la de Le Lioran, en la que Vingegaard le ganó al sprint y propició ciertas incógnitas que Pogacar esfumó con el rendimiento en lo que quedaba de Tour. Desmiente ahora su debilidad, aunque cuenta un secreto. «Aquí no, pero tuve un mal día en el Giro y no diré cuál». Y Vingegaard reconoce la superioridad de su rival, y confiesa que la última semana se le hizo larga, probablemente por la falta de preparación después de la caída en la Itzulia, pero, en definitiva, se regocija de la rivalidad con Pogacar. «Es bueno para el deporte tener a un ciclista como él o al menos que podamos tener una rivalidad como esta. Sin uno de nosotros creo que el Tour de Francia no sería tan divertido». Se queda en el segundo escalón del podio en el que también se sube Remco Evenepoel, que llora su emoción con sus auxiliares. Es su primer Tour con unas prestaciones excelentes. Forman un triunvirato sólido de ciclistas a los que todavía les quedan años para llegar a la treintena, y que pueden seguir dominando el ciclismo durante unos cuantos más. Son los mejores del Tour y, probablemente, los mejores corredores en la actualidad

La crono de Niza no tenía más historia que ventilar que la de saber si Pogacar sería capaz de sumar esa sexta victoria parcial o se dejaría ir, pero como él mismo aseguró en la víspera, su obligación era salir a ganar, y es lo que hizo. «Me sentí muy bien en la bicicleta. Y en mi cabeza también. No quería desperdiciar meses de preparación y reconocimiento para esta etapa». Sin ninguna presión, el ciclista esloveno dio lo mejor de sí, como Mikel Landa, el mejor español en la clasificación general, quinto, que apareció en el Tour como lugarteniente de Evenepoel, y completó una carrera excelente hasta el último día. «He salido sin presión», decía. «Me encuentro muy bien en este equipo, un grupo muy majo. Me están dejando hacer y me dan confianza».

Era el día de los homenajes y de las despedidas. El de investir a Biniam Girmay con el jersey de la regularidad, el ciclismo que traspasa fronteras y salta barreras. Es el primer africano negro en ganar una etapa, y al final sumó tres, y también, por supuesto, en llevarse el maillot verde. También era el día de Richard Carapaz, que se tomó la jornada como festiva y atravesó la línea de meta levantando los brazos para proclamar que un ecuatoriano es capaz de llevarse el jersey de puntos rojos como rey de la montaña.

También era el momento de decir adiós, como en el caso de Romain Bardet, con su familia siguiéndole en el coche del equipo y los aficionados jaleando los últimos kilómetros en el Tour de un ciclista honrado. Como escribió Albert Londres, el cronista más famoso de la carrera francesa, en el último párrafo de su última crónica, refiriéndose a Jean Alavoine, que también se retiraba aquel día: «Sí, es bien triste, después de quince años de curro concienzudo, desengancharse del yugo como un viejo jamelgo en la polvareda del vencedor». Los de Bardet fueron 12, pero lo mismo da. La carrera francesa se vuelve a cerrar y otra vez abrirá dentro de un año en Lille. Allí estarán de nuevo los grandes del ciclismo. Como siempre desde 1903.

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