«Es una prueba que me trae recuerdos bonitos, siempre se me daba bien»
Lale Cubino, ganador en 1993 ·
El bejarano se subió otras dos veces al podio de una ronda que siempre se le dio bien a la que reconoce tener especial cariñoSecciones
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Lale Cubino, ganador en 1993 ·
El bejarano se subió otras dos veces al podio de una ronda que siempre se le dio bien a la que reconoce tener especial cariñoLaudelino Cubino es uno de los castellanos y leoneses más ilustres del pelotón ciclista y, al igual que el de otros de los corredores punteros que ha alumbrado la comunidad, parte de su extenso palmarés (en el que rezan más de 30 victorias) se forjó ... en la Vuelta a Burgos. Tercero en 1988, en 1993 salió campeón y fue segundo un año más tarde, escoltando al francés De las Cuevas en el podio. Entre la segunda mitad de los años 80 y la primera de los 90, corrió «casi todas las ediciones» de la cita burgalesa, de la que dice guardar muy gratos recuerdos. «Siempre se me dio bien y me gustaba mucho», indica el exciclista bejarano, que solía apurar el punto de forma adquirido en el Tour de Francia en subidas como La Lunada o Las Lagunas de Neila, en las cuales forjó un triunfo que sigue recordando con especial cariño. Tanto es así que, siempre que puede, intenta seguir la carrera, aunque sea por televisión y con ese cierto aire melancólico. Y es que el ciclismo ha «cambiado», porque entonces la Vuelta se corría en los estertores del curso, y no como en los últimos tiempos, como cuando ha sido un test para La Vuelta a España, o como este 2020, en el que supondrá el corte de cinta del apretado calendario UCI. En lo que percibe muchas semejanzas es en el atractivo de la prueba para los grandes corredores, nacionales y foráneos, como lo fue para los Indurain, Perico Delgado y otros tantos con los que compartió pelotón.
–Uno no siempre es profeta en su tierra, pero usted pudo serlo, con varias etapas ganadas y con una victoria en la clasificación general. ¿Qué supuso vencer en la Vuelta a Burgos?
–Era una ilusión muy grande. Yo corrí casi todas las ediciones de la Vuelta a Burgos en mis años de profesional; es una carrera que me motivaba y que se hacía después del Tour de Francia, así que siempre venía con un punto de forma muy bueno a Burgos. Además, al ser una carrera que tenía normalmente una contrarreloj y que tenía un final en alto tan duro como son Las Lagunas de Neila me iba bien.
–¿Cómo recuerda la carrera a finales de los 80, cuando consiguió un triunfo de etapa?
–Era una carrera muy disputada. Aunque es cierto que hasta los años 90 todos los corredores que ganábamos éramos españoles, hay que tener en cuenta que en España en aquellos momentos había diez equipos profesionales y seis de ellos éramos equipos punteros y que corríamos las grandes vueltas. No hacía falta un plantel de corredores extranjeros muy importante; era una Vuelta que corrían Perico Delgado, Miguel Indurain, Marino Lejarreta, así que tenía una buena participación ya. Ahora el ciclismo ha cambiado es más internacional y los equipos son de todo el mundo, pero entonces corrían sobre todo equipos europeos: españoles, franceses, españoles o belgas.
El vencedor de La Vuelta a España de 1980 fue el primer ganador de la nueva era de la Vuelta a Burgos, en 1981, triunfo que edulcoró con una victoria de etapa. Ganó otra en 1982 y fue tercero en 1984, en su penúltima temporada como profesional.
Principal atractivo y favorito en varias ocasiones, el segoviano solamente consiguió imponerse en las carreteras burgalesas en una ocasión, en 1991, año en que cedió el liderazgo de Reynolds a Miguel Indurain
El bejarano subió al tercer escalón del podio en 1988, cuando consiguió una victoria parcial, y a lo más alto del cajón en 1993. En el 94, un imbatible Armand de las Cuevas le impidió repetir triunfo. Fue segundo
Último ganador castellano y leonés. El vallisoletano alzó los brazos en señal de victoria en Las Lagunas de Neila en 2005, algo que le sirvió para vestir el maillot morado en lo que supuso su último triunfo como profesional.
Junto a Marino Lejarreta, el único corredor español que defendió con éxito su título, en 1999. Tras el primer triunfo (1998), mantuvo su pico de forma alto hasta conseguir ganar La Vuelta a España y el Mundial de contrarreloj.
Último ciclista patrio que ha repetido victoria. En 2004 ganó tres etapas y la general y en 2007 fue segundo. En 2009, el maillot morado le dio fuerzas de cara a la Vuelta a España, que ganaría
–En el 93, cuando ganó, sucedió a Zülle y compartió pelotón, entre otros, con Lance Armstrong, a la postre campeón del mundo. ¿Notaba ya entonces la internacionalización de la Vuelta?
–No solo se vio con Zülle; esos dos años el segundo fue Raúl Alcalá, que era un corredor mexicano que ganó etapas en el Tour, y también estaban otros como Armstrong o como Dufoux, que era muy buen escalador, que fue protagonista en muchos Tour de Francia y que ganó etapas allí y otras carreras buenas. La competitividad era muy alta, pero tanto por los corredores extranjeros como por los españoles.
–Hoy la tradición indica que una buena actuación en Burgos supone llegar a La Vuelta a España en un buen estado de forma, pero hasta el 1995 esta carrera era en abril y mayo. Por entonces, ¿qué objetivos les solían quedar después de la Vuelta a Burgos?
–Era de las últimas carreras, pero quedaban el Campeonato del Mundo, que por aquel entonces se corría a finales de agosto, la Vuelta a Cataluña, que se corría a principios de septiembre y era muy importante, algunas clásicas importantes como eran Lombardía, Piamonte, la Paris-Tours, la Subida a Montjuic… Mi última carrera normalmente solía ser allí, en el mes de octubre. Hasta septiembre solía llegar muy bien, la Vuelta a Cataluña se me daba muy bien y también la gané e hice varios podios; luego aflojaba un poco, pero entrenaba hasta la Subida a Montjuic, que era otra carrera muy bonita. Después de la Vuelta a Burgos, por aquel entonces quedaba por lo menos un mes de temporada importante. El ciclismo ha cambiado y ahora influye mucho hacer una buena Vuelta a Burgos como una prueba para La Vuelta a España, porque es previa y son dos carreras casi consecutivas, y si quieres estar bien ahí, tienes que estar bien en Burgos.
–Volviendo al triunfo del 93, ¿dónde y cómo diría que se forjó aquel triunfo?
–Ese año había dos finales en alto. Uno era en La Lunada, que por la vertiente de Burgos no es excesivamente duro, pero sí que tiene un kilómetro al final bastante fuerte. Allí gané y me puse de líder. En Las Lagunas de Neila quedé segundo por detrás de Raúl Alcalá, que me sacó unos cuantos segundos, pero no los suficientes para quitarme el primer puesto de la general. Fue en los dos finales de alto que hubo donde me hice con la victorias.
–En el historial de la prueba, en los últimos años, aparecen ganadores en Las Lagunas de Neila como vencedores finales. ¿Qué tiene esa subida para ser tan decisiva a menudo?
–Es una etapa que se hace dura en su recorrido, que tiene varios puertos de segunda y de tercera categoría, que no son excesivamente duros, pero ya te van marcando, y la última subida es muy exigente. Los últimos tres kilómetros de Las Lagunas son muy duros, y sobre todo el último, que es decisivo, con rampas en torno al 12-14%, en las que si un corredor que sube bien y va fuerte puede sacar unos segundos de diferencia.
–¿Ha seguido pendiente de la Vuelta a Burgos?
–No he podido seguir todas las ediciones, pero siempre que puedo procuro verla, aunque sea por televisión. Me trae recuerdos muy bonitos, porque es una carrera que siempre se me dio bien y que me gustaba mucho. Los primeros años después de dejar de correr me acercaba a verla; fui dos o tres años a la ver la subida de Las Lagunas. Se vive de otra manera distinta vista a pie de puerto que en televisión o sobre la bicicleta, sobre todo cuando han pasado tantos años.
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