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Iñaki Izquierdo
Jueves, 9 de mayo 2024, 20:03
Pelayo Sánchez (Movistar) se presenta en sociedad. Gana la sexta etapa del Giro de Italia, nada menos, y no se lo cree. Antes de cruzar la meta ya está negando con la cabeza, esto no me puede estar pasando a mí. Es asturiano, muy asturiano, ... y aunque es un chico reservado, empieza a hablar en todos los idiomas por la emoción. Si le preguntan en esperanto, responde. Es un ciclista del que dicen que le gusta ir a su aire, pero cómo no iba a ser así cualquiera que haya nacido en Teyego, en la Ribera de Arriba, donde solo viven 75 vecinos. ¿Con quién iba a salir a andar en bici? Le gusta entrenarse solo y tiene un carácter casero, pero empieza a hablar y no para. No se cree que acaba de ganar en la meta de Rapolano Terme tras una etapa de combate y que ha batido a un senador: Julian Alaphilippe (Soudal), doble campeón del mundo, ganador en San Remo y en mil sitios, entre otros en la Strade Bianche, aquí al lado, en Siena.
Llegó Pelayo Sánchez y le birló la victoria en buena lid en la etapa de los tramos de sterrato. El final, con un strappo del 20% de desnivel, lo gestionó con mucha claridad el asturiano, de 24 años, seguro de su velocidad. Una vez que el francés y Luke Plapp (Jayco) no le soltaban en los repechos, su triunfo ganó enteros porque si algo tiene es remate. Por eso le fichó en invierno el Movistar desde el Burgos, porque es el típico ciclista que aporta puntos en las llegadas y puede ganar. La de ayer es la tercera victoria de su carrera, la segunda de temporada tras una prueba de Mallorca. Para su equipo es balsámica. Remató una escapada formada a unos 50 kilómetros de meta. Les costó materializarla, porque el grupo se les echó encima al final, pero gestionaron bien los últimos kilómetros.
El ganador en Rapolano Terme, a vista de pájaro de Siena, se formó en el MMR asturiano de Samuel Sánchez y es contemporáneo de Carlos Rodríguez (Ineos), Oier Lazkano, Jon Barrenetxea (Movistar), Xabier Berasategi, Xabier Isasa (Euskaltel), Xabier Mikel Azparren (Q36.5) o Raúl García Pierna (Arkea), con los que se viene midiendo desde su etapa júnior y compartiendo aventuras con las diferentes selecciones.
Luchó por la victoria con casi todos ellos en la premundial júnior de Beasain en 2018, que ganó Barrenetxea. En el año 2020 fue segundo en Lazkao y no ganó el Memorial Valenciaga por una confusión cuando marchaba junto a precisamente Barrenetxea, hoy compañero de equipo en Movistar, a pocos metros de la meta en Arrate. No anotarse la prestigiosa prueba eibarresa no le impidió subir al profesionalismo. Le fichó el Burgos, donde corrió desde 2021 a 2023. El papel de los equipos modestos, los Pro Team, muchas veces no luce pero es trascendental. No todo el mundo es Pogacar o Evenepoel, y subir todos los escalones hacia la élite de uno en uno y con los pies bien apoyados es necesario para la mayoría.
En meta, Sánchez aún se rascaba la cabeza incrédulo. «Es una locura, no tengo palabras. Quería meterme en la fuga, pero no me podía imaginar que iba a ganar aquí. Después de todo el día a tope hice mi movimiento y al final nos quedamos Alaphilippe, Plapp y yo. Colaboramos y traté de descolgarles, pero no pude. Por suerte, al sprint fui el más rápido. Ganar en una grande es especial. El año pasado me quedé cerca en la Vuelta y quería probarlo aquí, pero no soñaba con que pudiera llegar tan pronto».
El caso es que el asturiano dio uno de sus fogonazos. No destaca por su regularidad, pero cuando está inspirado anda mucho. Desaparecido desde Mallorca, ayer confesaba que «no estaba en forma desde el primer día en el Giro». Al sexto, le vino.
Entre los favoritos no hubo batalla, todos aceptaron la paz propuesta por el Ineos, que condujo al pelotón a ritmo alto por el sterrato, pero sin ataques. A Pogacar le pareció bien y no se movió. Hoy se disputa la primera crono, de Foligno a Perugia, 40,6 kilómetros con un final duro. Los últimos 6,6 kilómetros en subida, con el repecho de Casaglia (1,3 kms al 11,8%) y los tres finales al 3,2% con máximas del 11%.
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