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Nairo Quintana ganó en 2013 y se impuso en las Lagunas de Neila.
Doce triunfos extranjeros dan lustre a la ronda burgalesa

Doce triunfos extranjeros dan lustre a la ronda burgalesa

Los nombres de Alex Zülle, Armand de las Cuevas o Tony Rominger brillan entre los vencedores foráneos

Jesús Domínguez

Valladolid

Domingo, 26 de julio 2020, 14:05

Las Lagunas de Neila coronarán el sábado uno de agosto al campeón de una XLII Vuelta a Burgos que contará con un elenco que reúne a la flor y nata del pelotón internacional. Su situación en el calendario UCI 2020 favorece que, más si cabe ... que en años anteriores, un puñado de estrellas mundiales hayan escogido las carreteras de Burgos para testar su ritmo en la primera carrera de gran calado después del coronavirus. Si habitualmente la prueba cobija a quienes preparan sus piernas para La Vuelta a España, en esta ocasión los objetivos son dispares; así lo serán para los Fabio Aru, Richard Carapaz, Mikel Landa o el 'triunvirato' de Movistar Team –que forman Enric Mas, Alejandro Valverde y Enric Soler–, entre otros.

Sin desmerecerla en ninguno de los casos, la importante participación de esta edición encuentra parangón en el pasado, pues son las carreteras de la provincia asfalto por donde circulan muchas veces los sueños de ciclistas españoles y extranjeros. De este modo, el colombiano Iván Ramiro Sosa, campeón de las dos últimas ediciones, no es el único foráneo destacado que guarda el maillot morado en su armario, pues otros vencieron en la Vuelta a Burgos antes. Nairo Quintana, sin ir más lejos, se impuso en 2013 y 2014. Le sucedió en el palmarés el estonio Rein Taaramae, a quien escoltó en el podio el malogrado pero siempre presente Michele Scarponi. Así, si bien la nota predominante a lo largo de la historia ha sido la de los triunfos nacionales, este mismo siglo los ciclistas extranjeros encadenaron tres títulos (los tres mencionados) de manera consecutiva hasta elevar la cuenta a doce.

Alex Zülle

Esta racha fue la segunda mejor para los corredores foráneos, después de otra vivida en los años 90, una década en la que lograron cuatro victorias seguidas y cinco en seis años. Fueron, además, ediciones en las que la prueba brilló por el elenco de sus competidores y por lo que supuso para ellos. Basta el ejemplo del suizo Alex Zülle, que se hizo con el entorchado en su primer año como profesional, en 1992. En aquella temporada, en la que comenzó a rivalizar con Miguel Indurain, uno de sus principales triunfos llegó en las carreteras burgalesas, en las que logró imponerse en una etapa y en la que se alzó con la general tras batir a Raúl Alcalá y Fede Etxabe, lo que supuso que fuera el primer extranjero en escribir su nombre en el palmarés de una prueba en la que el alemán Reimund Dietzen y el italiano Gianni Bugno constaban como subcampeones en 1985 y 1991, respectivamente.

Indurain y Rominger

Precisamente el vencedor de esa edición, la del 91, era claro favorito para ganar. Pedro Delgado, sin embargo, no pudo reeditar el éxito en esas seis etapas, en las que se esperaba también una gran actuación, luego fallida, del italiano Marco Giovanetti, quien, ya casi en los estertores de su trayectoria, llegaba a Burgos portando la 'maglia tricolore' del campeón de Italia y respaldado por su cuarto puesto en el Giro de ese mismo año. Integrante del Gatorade, uno de los nueve equipos extranjeros que participaron en esa edición, debía rivalizar con otros corredores de talla mundial como Laurent Jalabert (que afrontaba su primer año en la ONCE y venció tres etapas) o como Piotr Ugrumov, a la postre, duro rival de Indurain en Giro y Tour. Pero Zülle pudo más que ninguno.

En 1994 fue el momento de alzar los brazos de uno de esos genios díscolos e incomprendidos, del galo Armand de las Cuevas. El corredor francés, que había ejercido de gregario de Miguel Indurain durante sus dos Giros de Italia y en uno de sus Tours, se enroló en el 94 en las filas del Castorama con el afán de dejar la impronta que a la sombra de 'Miguelón' no podía. Después de varias victorias y de una novena posición en el Giro, mostró su talento ganando dos parciales y desbancó al vigente campeón, un 'Lale' Cubino que no pudo con el ciclón De las Cuevas ni en La Lunada ni en Las Lagunas de Neila. El conocido como 'El Gitano' coronó un par de días más tarde su mejor año como profesional al hacerse también con la Clásica de San Sebastián.

Esa edición sirvió para comprobar, dos años después de la primera victoria de un foráneo, cómo el ciclismo internacional aumentaba su pujanza en la Vuelta, ya que por segunda ocasión todas las etapas se las llevaron corredores de fuera. Si en 1992 se apuntaron estos triunfos el francés Laurent Jalabert (3), el alemán Uwe Raab, el colombiano José Martín Farfán y Álex Zülle, en 1994 hicieron lo propio De las Cuevas (2), el italiano Samuele Schiavina (3) y Andrei Tchmil, belga de origen soviético que ese mismo año había ganado la Paris-Roubaix y la E3 Harelbeke y en cuyo palmarés figuran, entre otros logros, tres Monumentos (Paris-Roubaix, Milán-San Remo y Tour de Flandes).

Armand de las Cuevas

La mejor Vuelta de la historia

Si hay una Vuelta a Burgos que destacó por encima de las demás en cuanto a participación, sin duda fue la de 1996, cuyo vencedor fue el suizo Tony Rominger. El corredor helvético se alzó con la victoria por delante de Miguel Indurain, que, aun en los estertores de su carrera, acababa de lograr el oro en la contrarreloj de los Juegos de Atlanta y que trató de engrosar su historial con una prueba que jamás llegó a ganar y en la que se midió por penúltima vez con una pléyade de estrellas que encabezaban ellos dos y en la que destacaban otros nombres como Laurent Dufaux (vigente campeón), Richard Virenque, Alex Zülle, Laurent Jalabert, Marco Pantani, José María 'El Chava' Jiménez o Fernando Escartín.

Después de una primera etapa resuelta al sprint con Nicola Minali ganando en Aranda de Duero, Las Lagunas de Neila vivieron un espectáculo gracias a las hostilidades destapadas por gran parte de los mencionados. Sucedió antes de los cinco kilómetros finales, pero principalmente en estos últimos. El Chava y Jalabert pasaron al ataque e Indurain se movió por detrás en busca del grupo cabecero, del que Rominger se escapó para, a la contra, ir dando caza a quienes estaban delante.

A su ritmo, solo seguido por Jiménez, acabó dando cuenta de Jalabert y consiguió ser el primero en pasar la línea de meta, primera piedra que sustentó su victoria final, rematada en una crono en la que voló por encima del resto, en la cuarta etapa. Semanas después, el veterano corredor helvético certificó su buen momento de forma con dos parciales en la Vuelta a España, en la que ganó la clasificación de la montaña y fue tercero, tras dos compatriotas. Laurent Dufaux, séptimo en Burgos, fue segundo, y Zülle, que tuvo un rendimiento discreto en la Vuelta, se subió al cajón más alto del podio de Madrid.

Aunque con excepciones como la de Alex Zülle, estar bien en las carreteras de la provincia suele suponer pasar positivamente un test de cara a La Vuelta a España, para la cual siempre la Vuelta ha servido como una suerte de previa. Sin embargo, el calendario exprés y las condiciones que han convertido la Vuelta a Burgos en primera prueba del calendario UCI harán que esta vez sea un ensayo general para lo que está por venir, ya sea en las carreteras nacionales o en las de otro país. Cuando la cinta se corte y el telón baje, no habrá quien desdeñe reiniciar el curso a un buen nivel. Por qué no, emulando a todos aquellos participantes anteriores que tuvieron en Burgos el impulso necesario para cumplir unos objetivos que, aunque ahora apretados, tendrán el mismo inicio y un mismo fin: alzar los brazos tras ser el primero en la línea de meta. A poder ser, en las mismas Lagunas de Neila.

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