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Federico Martín Bahamontes, en la casa rural donde sigue el confinamiento en Valladolid. El Norte
Bahamontes, hiperactivo a sus 91 años, está confinado en una casa rural en Valladolid

Bahamontes, hiperactivo a sus 91 años, está confinado en una casa rural en Valladolid

'El águila de Toledo' lleva unos días bajo de moral por la fractura en el dedo de un pie que se hizo mientras hacía bricolaje | «Soy muy duro pero ahora mismo estoy como una pelota de trapo», reconoce desde Villanueva de San Mancio

Luis Miguel de Pablos

Valladolid

Martes, 14 de abril 2020, 14:34

«Soy muy duro, pero por culpa de un huesecito roto ahora mismo estoy como una pelota de trapo. ¡Inútil total!». Si hubiéramos contacto con él hace un par de semanas le hubiéramos pillado arreglando un cuadro carcomido, una silla maltrecha o adecentando el ... jardín, pero su hiperactividad le ha jugado una mala pasada y en los últimos días apenas puede moverse postrado en la silla, en la posición que luce en la imagen, y maldiciendo su mala suerte.

A Federico Martín Bahamontes, 92 años el próximo mes de julio, la crisis sanitaria le ha sorprendido en la provincia de Valladolid, a cinco kilómetros de Medina de Rioseco, dolorido por una inoportuna fractura en el dedo meñique de su pie (quinto metatarsiano) que le tiene 'KO' y jurando en hebreo. Nunca había tenido una sola lesión. Ni subiendo el Puy de Dome, el Aubisque o La Romèyre, ni siquiera escalando el Tourmalet que llegó a coronar primero hasta en cuatro ocasiones en los años 50 y 60 (1954, 1962, 1963 y 1964). «¡Y me tiene que pasar ahora!», se lamenta Bahamontes.

'El águila de Toledo' reposa estos días en Villanueva de San Mancio, un municipio de apenas 80 habitantes donde ha encontrado la paz y cuidados que no tenía en su ciudad natal. Allí no podía respirar, asegura, así que decidió instalarse junto a su colaboradora Viqui en la Posada Real del Canal, un remanso de tranquilidad en el que mal lleva su doble confinamiento. El encierro al que estamos todos sometidos y la escayola que le va a tener sometido al menos durante el próximo mes y medio.

«Cualquier movimiento es un problema gordo, ni siquiera puedo dar la vuelta en la cama y hasta para mear me tienen que ayudar. Para colmo se me ha abierto la muñeca y la tengo como un botijo», suspira, atemperando el fuerte carácter que siempre le ha caracterizado para mandar un mensaje de agradecimiento a todo el personal sanitario que le atendió en el hospital Río Hortega. «Se han portado muy bien conmigo, les estoy tan agradecido como lo estoy ahora aquí en la Posada», comenta, contrariado por no poder viajar a Toledo para apuntalar un último matiz de su herencia.

Accidente de bricolaje

A Bahamontes, ganador del Tour de Francia en el 59, se le cayó una tabla encima cuando estaba haciendo bricolaje y solo la fractura le ha llevado más tiempo del que acostumbra delante del televisor donde se entretiene viendo las etapas 'vintage' que sirve en la sobremesa el canal temático Teledeporte.

Sobra decir que en estos días le duele mucho más el pie que el confinamiento después de lo que vio y le tocó vivir en tiempos de guerra. «Que quieres que te diga. Yo he visto con 9 años cómo cogían a mi padre y le querían matar contra la pared, así que que vengan ahora con aplausos pues...», espeta Bahamontes, que mantiene intacta una memoria prodigiosa a pesar de sus 91 años. «Aún recuerdo aquella escena agarrando a mis hermanas del pantalón mientras lloraban».

Para quien no lo recuerde Federico Martín Bahamontes, el vencedor del Tour con más edad que sigue vivo, subió al podio de la ronda francesa en tres ocasiones (campeón en 1959, segundo en 1963 y tercero en 1964) y una vez en la Vuelta a España (segundo en 1957). El que aseguran mejor escalador español de todos los tiempos cuenta con once victorias de etapa en grandes Vueltas -siete en el Tour- y se adjudicó el Premio de la montaña hasta en nueve ocasiones -seis en el Tour, dos en la Vuelta y una en el Giro de Italia-.

Célebre es la escena que protagonizó en la cima de La Romèyre en el Tour del 54 cuando se le acusó de chulería por esperar a sus rivales tomándose un helado mientras le arreglaban una avería en la rueda trasera.

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