La covid-19 ha ido llamando uno a uno a los equipos de la ciudad. Si no han sufrido positivos entre sus filas lo han hecho en las de sus equipos rivales, lo que les ha llevado a tener que alterar sus rutinas. Finales de ... temporada atípicos, entrenamientos en casa, pretemporadas más cortas o más largas, menos partidos preparatorios, mucha carga de trabajo y, cuando la enfermedad entra en el vestuario, la incertidumbre.
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Incertidumbre no solo durante el proceso vírico, sino también en la vuelta al trabajo. Porque del coronavirus se sabe poco y cada día se descubren cosas nuevas. Cuáles son sus secuelas y cómo puede afectar en el cuerpo de un deportista son las incógnitas que algunos de los equipos de la ciudad están descubriendo.
Es el caso de la plantilla del UBU San Pablo de la División de Honor Plata de balonmano masculina. A finales de octubre el virus entró en el vestuario, por lo que fue necesario parar, aislar jugadores y esperar. Después de seis positivos el equipo (y dos miembros del cuerpo técnico) trata de volver a la normalidad, aunque esta todavía se encuentra lejos.
Volver a la pista tras pasar la covid-19 es complicado. Así lo asegura Nacho González, el técnico del equipo cidiano, que está sufriendo por sus jugadores y su estado físico. «Se nota mucho, esa es la realidad. No me esperaba que fuese tanto lo que se nota», confiesa. «Tenemos gente que ha sufrido mareos durante las primeras semanas y que no podían realizar entrenamientos de alta intensidad. Además, todos, a nivel aeróbico y anaeróbico, han estado muy fatigados. Han tenido unas pérdidas muy importantes de las adaptaciones que habíamos estado entrenando con poco tiempo parados, porque han sido entre tres y cuatro semanas nada más. Han tenido unas pérdidas mucho más grandes de lo que es normal en ese periodo», afirma el técnico.
Además, como todo en lo que respecta a este virus, no hay un patrón establecido: «Estamos viendo diferentes tipo de secuelas y en cada persona es totalmente diferente. Hay jugadores que lo han pasado totalmente asintomáticos y que están teniendo problemas posteriores, no se trata de que si tienes síntomas tienes más secuelas, no. No hay una razón ni una homogeneidad en los síntomas ni en las secuelas», lamenta.
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Así que, como en cualquier otro estamento de la sociedad, cada uno de sus jugadores está viviendo la vuelta a los entrenamientos de una forma distinta.«Cada cuerpo humano es diferente y lo sufre de manera distinta», insiste.
Volver después de la covid a la pista no se asemeja a nada. No se puede comparar con la vuelta tras una lesión de larga duración ni con una gripe. Ni siquiera con la readaptación tras haber superado la mononucleosis. Además, se le suma el inconveniente de que hay que cumplir con unos plazos, como explica Nacho: «El problema es que nosotros no podemos hacer lo que se debería de hacer. Deberíamos estar controlando mucho la carga, ir de manera muy progresiva.
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En el deporte colectivo es imposible hacerlo. Primero porque tuvimos un grupo de jugadores que pudieron empezar a entrenar antes y el mayor problema es que competíamos a los dos días de empezar a entrenar. Con esto, teníamos que entrenar todo el equipo de una manera similar a las demandas de la competición. Si individualizas el entrenamiento y controlas la carga, y lo haces como se debería de haber hecho, no preparas el partido».
«Somos conscientes de que lo estamos haciendo mal. Somos conscientes del riesgo de lesión que a día de hoy tenemos todos los deportes, principalmente los colectivos y la gente que lo ha pasado. Es un riesgo muy alto y no estamos haciendo las cosas como se deberían hacer por la exigencia competitiva que tenemos y la exigencia de las Federaciones de jugar muy pronto todos los partidos», asegura el técnico.
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Al número de partidos hay que sumarle que la reincorporación de los jugadores se ha hecho de manera progresiva para evitar contagios y que en un mes se han tenido que disputar los partidos previstos más los aplazados. «Y le tenemos que añadir los viajes muy largos, que es nuestro mayor problema ahora mismo. Por lo tanto, supone más carga de entrenamiento, porque el viaje ya es una carga compleja para el jugador y por lo tanto más incontrolable todo. Puedes controlar menos el rendimiento y menos el riesgo de lesión», explica Nacho.
Por eso, en el UBU San Pablo todavía hay «diferencias muy grandes entre unos jugadores y otros». «Hay jugadores que no están preparados para las demandas competitivas que tenemos actualmente, pero no puedes dejar a medio equipo fuera, porque en el balonmano al final necesitamos a todos los jugadores», asume el entrenador.
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Todavía queda mucho por aprender de la covid-19 también en el mundo del deporte, que ve como cada día aparecen nuevos jugadores que sufren las secuelas de la enfermedad. Mientras tanto, los cuerpos técnicos, con ayudas de los médicos de los clubes, tratan de conseguir que sus jugadores recuperen su ritmo de la manera más segura posible.
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