El Tizona Burgos se lleva deberes de la Copa a dos semanas del inicio de liga

No debió ser suficiente el rapapolvo recibido horas antes frente a Destino Palencia y el Real Valladolid toda la apatía y desconcierto que desplegó en aquel segundo cuarto al arranque de partido ante un rival teóricamente inferior a aquel. Un Tizona de Burgos que, sin demasiados aspavientos ni necesidad de tirar de repertorio, empezó mandando a golpe de triple. Haciendo un baloncesto sencillo le bastó para llevar el mando, manejar el ritmo, desesperar a su rival e incluso disparar su ventaja hasta los 16 puntos sin cumplir el minuto 5 (2-18). Tan inesperado el marcador como desconcertante el arranque de los de Hugo López, que sin esperar a que el partido estuviera rodado volvieron a mostrar sus costuras atrás. El cambio a la americana del técnico local -los cinco al banco- resumía por entonces el grado de desconcierto en el que estaba sumido el Real Valladolid.

Con mucho trabajo por delante a escasos quince días para iniciar la competición, solo Paasoja merecería un sitio en caso de tener que buscar un quinteto defensivo.

Cinco minutos sin anotar fueron suficientes para hacer despertar a los locales, que con el paso de los minutos se fueron entonando hasta recuperar todo el terreno perdido. Las ayudas atrás cobraron por fin su sentido y ese trabajo defensivo facilitó en gran medida una mayor fluidez en campo contrario. La respuesta, un parcial de 35-18 en doce minutos que devolvió el mando en el marcador antes de llegar al descanso (37-36), con un Tizona que insistía en morir desde la línea de 6,75. En el momento en que perdió efectividad se le fue todo el gas y la fuerza con la que saltó a la pista.

La inercia positiva con la que terminó el segundo acto estiró la mejor versión de un Real Valladolid mucho más activado en defensa que encontró el respiro necesario para probar situaciones de cinco contra cinco que le servirán para marcar diferencias en plena competición. Así, pudimos ver al fin un '5' como Smits -aún por pulir- jugando y dominando desde el poste bajo, las extraordinarias condiciones que reúne Pantzar para sumar en todas las facetas e incluso los primeros minutos inspirados de un Mason hasta ahora perdido en un baloncesto desconocido para él.

Si algo se había conseguido es que Tizona dejara de jugar cómodo y que tuviera que trabajarse cada punto (56-56, minuto 29). Con Pantzar asentado en la dirección de juego -el base sueco fue lo mejor del partido y solo con él en pista el Real Valladolid tuvo claro a lo que jugaba-, el partido empezó a decantarse de lado local.

El técnico Elorduy trató de poner una última trampa ordenando una defensa zonal pero no hizo sino cavar su tumba al permitir dos triples fáciles que abrieron brecha (78-71, minuto 36). Dos más de Gantt acercaron al Real Valladolid a su segunda victoria en tiempo de preparación.