Derrick Rose, la estrella que devolvió la ilusión a los Chicago Bulls post Michael Jordan, ha anunciado su retirada. El base nacido en Englewood, un barrio perteneciente al South Side de la ciudad del viento, deja el deporte de la canasta a los 35 años, tras una carrera que comenzó de modo fulgurante, hasta el punto de erigirse en el MVP más joven en la historia de la NBA, pero que se vio marcada por el calvario de las lesiones que sufrió.
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«El baloncesto fue y siempre será mi primer amor. Cuando era adolescente, tenía como meta convertirme en jugador de la NBA y lo logré. Esto no es un adiós al juego que amo; es un agradecimiento», escribía Derrick Rose en un comunicado publicado este jueves en el que daba cuenta de su decisión de colgar las botas. Tras quince campañas en las que pasó por las filas de los Chicago Bulls, los New York Knicks, los Cleveland Cavaliers o los Memphis Grizzlies, entre otros equipos, Rose pone punto final a su andadura en las canchas con el deseo de mostrar que está «más allá del mundo del baloncesto».
«Creísteis en mí durante los altibajos, siendo mi constante cuando todo lo demás parecía incierto», agregaba el base en otra misiva dirigida a los aficionados que le prestaron su apoyo a lo largo de una trayectoria llena de momentos dulces y otros tormentosos en la que coleccionó numerosas distinciones individuales y que comenzó con la pesada losa de ser visto por muchos como el heredero de Michael Jordan.
Elegido como número 1 del draft de 2008 por los Chicago Bulls tras despuntar en la Universidad de Memphis, Derrick Rose aterrizó como un meteoro en la mejor competición de baloncesto del planeta. Bendecido con una potencia de salto descomunal, tuvo un impacto inmediato en la NBA, siendo elegido como Rookie del Año en 2009 y convirtiéndose, dos campañas después, en el MVP más joven de la historia.
A sus 22 años, y tras promediar 25 puntos, 4,1 rebotes y 7,7 asistencias por partido durante aquella temporada, Rose tenía el mundo a sus pies y había devuelto la esperanza a los seguidores de los Chicago Bulls, que seguían añorando los numerosos días de vino y rosas de los que disfrutaron en los tiempos en los que Michal Jordan les llevó a conquistar seis anillos de la NBA. Los Cleveland Cavaliers de LeBron James les cortaron el paso en las Finales del Este, pero las 62 victorias que certificó la franquicia de Illinois de la mano de su estrella parecían aventurar un horizonte glorioso.
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Rose enlazó tres cursos siendo seleccionado para el All Star de la NBA (2010, 2011 y 2012), ganó el Concurso de Habilidades en 2009 y se proclamó campeón del mundo con Estados Unidos en 2010 y en 2014. Pero una larga lista de lesiones se interpondría en su asalto a los cielos.
El vía crucis de Pooh, un apodo que le puso su abuela porque cuando era pequeño era rechoncho y amarillo como el personaje de Disney Winnie the Pooh, comenzó a raíz del desgarro en el ligamento cruzado anterior de la rodilla que sufrió el 28 de abril de 2012 en un partido correspondiente a la primera ronda de los playoffs de aquella campaña que midió a los Bulls con los Philadelphia 76ers. Rose se perdió toda la campaña siguiente a consecuencia de aquella grave lesión y nunca volvió a ser el mismo.
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Regresó a las pistas en noviembre de 2013, pero se rompió los meniscos de la rodilla derecha y tuvo que pasar de nuevo por el quirófano. Una lesión que volvería a reproducirse en febrero de 2015 y que acabaría con su estancia en los Bulls.
Convertido en un sombra de lo que había sido, Rose trató de reflotar su carrera en los New York Knicks, franquicia en la que recaló en 2016, pero las lesiones siguieron atormentándole en la Gran Manzana. Un año después firmaba como agente libre por los Cleveland Cavaliers, donde compartió equipo con LeBron James, a quien había vencido en las votaciones para el MVP en 2011, sin que el físico le diese tregua tampoco en la franquicia de Ohio. Hasta tal punto llegó la odisea que Rose meditó entonces la retirada.
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Una opción que terminaría descartando para encontrar asiento en los Minnesota Timberwolves, donde firmaría la mejor anotación de su carrera al endosarle 50 puntos a los Utah Jazz y dejaría destellos del talento que seguía atesorando pese a su maltrecho físico.
Tras pasar por los Detroit Pistons y regresar a los Knicks, donde volvió a encontrarse con Tom Thibodeau, el técnico que mejor supo exprimir sus cualidades tanto en los Bulls como en los Timberwolves, Rose disfrutó de su última experiencia profesional con los Memphis Grizzlies, franquicia que le cortaba el pasado 23 de septiembre, tres días antes de que el base anunciase su adiós al baloncesto dejando tras de sí la duda de hasta qué cotas podría haber llegado de no haber sido por esas lesiones que le atormentaron sin clemencia.
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