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Laia Palau, capitana de la selección española, vigente campeona de europa y subcampeona olímpica. Fernando Villar (Efe)
Laia Palau: «La vida nos acaba de dar una lección importante»
Entrevista

Laia Palau: «La vida nos acaba de dar una lección importante»

Entrevista ·

Con 40 años, la capitana de la selección española de baloncesto pone la mira en sus cuartos y últimos Juegos: «Tengo la suerte de que el cuerpo acompaña a mi cabeza»

MIGueL OLMeda

Madrid

Lunes, 27 de abril 2020, 00:39

Laia Palau (Barcelona, 1979) descuelga el teléfono a las 11:00 horas, puntual, porque en hora y media tiene una clase de entrenamiento funcional vía Instagram. «Luego lo complemento con yoga, taichí… Un poco de todo. Pero esta es la que me mantiene. Cada día ... es un machaque y me va superbién», reconoce la capitana de la selección española de baloncesto, que se toma con filosofía el parón más largo de su prolongada carrera. Y al final del túnel estarán sus cuartos Juegos Olímpicos, la merecida despedida a una trayectoria como cerebro de una generación dorada.

-¿Es la primera vez que hace estos entrenamientos?

-Había hecho bastante yoga, pero soy muy mala, hay que ser muy flexible y yo soy un tronco. Ahora estoy poniendo a prueba mi cuerpo de forma diferente. La semana pasada tuve un poco de crisis y paré. Pensaba: «Para qué voy a estar machacándome cada día si de aquí a nada empezarían mis vacaciones». Pero me sentó bastante mal y me he vuelto a poner.

-Al final, el entrenamiento es tan mental como físico.

-Totalmente. Lo estoy haciendo por higiene mental y por mantener un poco el deporte como eje de mis días. Me va bien, es como un faro, y hasta que no encuentre otro, que no lo quiero encontrar, así seguiré.

-¿Saca alguna lección del confinamiento?

-Me reafirmo en mi leitmotiv de estos últimos años: hay que vivir al día. La vida nos acaba de dar una lección importante; parecía que había cosas intocables, pero estamos en un momento de fragilidad. Voy al día, con mi plan, mis pequeños retos y centrada en llegar por la noche con la sensación de estar bien y de que ha sido un buen día.

-¿Le trastoca el aplazamiento de los Juegos?

-En su momento fue un poco de bajón, pero hay cosas que escapan a nuestro control. El año que viene, si puedo estar en Tokio, bien; si no, mala suerte. Soy una afortunada porque ya he estado en tres Juegos y sé lo que es. Sigo porque me hace ilusión, pero si me quedo sin jugar lo aceptaré caballerosamente.

-Por decisión propia no será.

-Mi plan era dejar la selección después de los Juegos y seguir jugando con el club. ¿Qué ha cambiado? Nada. Si cuando acabe la temporada sigo a un buen nivel, tengo la energía y cuentan conmigo, estaré en Tokio.

-A los 40, sigue en primera línea. ¿El poder de la experiencia?

-La veteranía es un grado, sin duda. El problema normalmente es que el cuerpo no sigue a tu cabeza, pero yo tengo la suerte de que me acompaña. Aun así, me pongo nerviosa, la cago igual, me jode perder… Lo vivo como siempre, aunque es cierto que con muchas cosas tienes otro aplomo. No soy intocable, pero tienes otro 'flow'.

-También le ayuda que su juego sea más cerebral…

-Yo, que tiro poco, puedo ir andando hasta media cancha y pasarla, y acertar en las decisiones. Es verdad que es más mental, pero entreno igual, hago lo mismo. También tengo que presionar a toda pista. Sí me dosifico más. Mi cuerpo cuando descansa, descansa, y cuando tiene que actuar, actúa. Son cosas que se aprenden con la edad, y en lugar de ir veinte veces, voy una, cuando toca.

-¿El techo de España en los Juegos es Estados Unidos?

-Estados Unidos pone su techo, es ingobernable, algo que no depende de nosotras. Nuestro techo sí que depende de nosotras, y este equipo hace cosas maravillosas cada verano, se reinventa y se adapta a lo que toca. Cada año es un escenario diferente.

-Y en todos se ve a España peleando por las medallas.

-En algún momento este ciclo se acabará. Habrá selecciones que lo harán mejor o habrá un cambio en nuestro equipo. Ya nos gustaría, pero no podemos estar ganando eternamente. Tenemos la materia prima y el gen competitivo, pero nada es eterno.

-¿En qué momento se pasa de ser un equipo a ser 'el equipo'?

-Se ha ido formando con el tiempo, con las derrotas y también con las victorias. Lucas (Mondelo) tiene claro que ganar es un estado. A veces preparamos un torneo jugando contra selecciones que no están entre las favoritas, pero eso nos permite llegar invictas. Esta selección es muy humilde, ha conseguido tantas cosas porque no se cree mejor que nadie. Vamos siempre con el culo apretado y a lo mejor es uno de los secretos. Me gustaría que eso se fuese transmitiendo.

-¿Esa mentalidad es lo más complicado de perpetuar?

-Esto que estamos haciendo no es lo normal, son destellos de gloria, y es muy difícil convencer de esto a la gente cuando llevas siete años ganando. Venimos de la nada. Los bronces de antes eran la hostia y ahora estamos peleando por oros. Nunca hay nada fácil, aunque lo parezca.

Rechazó ir a la WNBA «porque el Valencia ya era un All-Star»

Faltan pocos hitos que marcar en el currículum de Laia Palau a los 40 años. En más de dos décadas de carrera lo ha conseguido casi todo: tres oros, una plata y cuatro bronces en Europeos; una plata y dos bronces en Mundiales y una plata olímpica en Río de Janeiro. Ningún hombre o mujer ha ganado tantas medallas como ella en el baloncesto español ni ha vestido tantas veces, 298 y subiendo, la camiseta de la selección. A nivel de clubes, ha ganado todos los títulos posibles y solo le quedaría disfrutar de la experiencia americana… Aunque no ha sido por falta de oportunidades. La más clara fue en 2017, ya con 38 años. «Cuando me fui a Australia salió la opción de fichar por Los Angeles Sparks, que eran las vigentes campeonas», recuerda. «Me apetecía la aventura, te vas a vivir el show, y aunque no iba a jugar, daba igual. El entrenador sabía quién era, conocía a un par del equipo… Todo bien. Pero al final no salió», dice sin lamentos.

Antes, cuando por piernas sí era su momento, fue Laia Palau quien rechazó la idea. «Es un baloncesto al no le veo la cosa, es muy individual y yo no tiro a canasta. Para mí este deporte es como una partida de ajedrez y dependo de todas las piezas», apunta. «Claro que me encantaría pasarle balones a Griner, que disfrutaría compitiendo y entrenando con superjugadoras, pero eso ya me pasó en los años en los que estaba en Valencia», asegura la capitana de la selección. «El Ros Casares ya era un All-Star, un equipazo, y me parecía que estaba ocho meses jugando en la WNBA porque cada día entrenando los ritmos eran muy muy fuertes». Además, la imposibilidad de compaginar la liga americana con el combinado nacional le echó para atrás: «Para no ser nadie allí prefiero ser un poco alguien en esta selección, que cada verano compite para ganar cosas». En todo caso, no se arrepiente de no haber jugado en la WNBA. «Estoy muy contenta de cómo he dibujado mi vida, lo que he vivido y de la manera en que lo hecho. Estoy como en paz. No cambiaría nada en mi carrera».

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