Jasikevicius, el salto de calidad para la plantilla de lujo del Barça

Luego llegarían otras dos Euroligas con el intratable Maccabi Tel Aviv de 2004 y 2005, el paso por la NBA, el regreso triunfal al viejo continente de la mano del Panathinaikos de Obradovic, al que recuerda por esa forma tan visceral de transmitir desde el banquillo, e incluso otra efímera etapa en el Palau en el curso 2012-13, saldada con un título de Copa y la presencia en la 'final four' de la Euroliga de Londres.

En el Zalgiris se retiró y dio el paso al banquillo del legendario club de Kaunas, primero como asistente y luego ya desde 2016 como entrenador principal, dotado con ese sello tan propio de competitividad, liderazgo carismático y disciplina. Mientras su querido Barça pasaba a ser sometido por el aplastante dominio del Real Madrid de Pablo Laso, el Jasikevicius técnico seguía y seguía progresando, llevando al tradicional dominador del baloncesto lituano incluso a estar entre los cuatro mejores de Europa pese a un músculo financiero mucho menor al de otras potencias del continente.

Los cantos de sirena desde la ciudad condal eran cada vez mayores para la antigua estrella azulgrana, pero la sección apostó por la continuidad de Pesic al mando de una plantilla de ensueño después de los fichajes en el verano de 2019 de Nikola Mirotic, un jugador todavía importante en la NBA; Cory Higgins, unos de los mejores estadounidenses de Europa y pilar en el CSKA de Moscú campeón de la Euroliga; Brandon Davies, un pívot que había deslumbrado en la pintura del Zalgiris, a las órdenes precisamente de Jasikevicius; y Álex Abrines, un tirador decisivo antes de emprender una aventura americana que no salió del todo bien.

La faraónica inversión no evitó otra temporada sin títulos en el Barça, que en el curso 2019-20 cayó ante el Madrid en la final de la Supercopa de España, frente al Valencia Basket en cuartos de final de la Copa del Rey y contra Baskonia en la final exprés de la Liga ACB disputada en Valencia a puerta cerrada, última posibilidad de sumar un trofeo tras la suspensión de la Euroliga por la covid-19 y la gota que colmó el vaso de la paciencia del club con el proyecto de Pesic.

La salida del serbio, quien fuera entrenador de Jasikevicius en el triplete de la histórica campaña 2002-03, dio paso al nuevo Barcelona del lituano, que llegó al Palau con el griego Nick Calathes de la mano, el base organizador que le faltaba al equipo. El Madrid de Laso volvió a imponerse en la Supercopa disputada en Tenerife, pero el 'libreto Saras' ya estaba en acción. El desarrollo del curso, con tres victorias en los últimos tres clásicos de Euroliga, Liga ACB y Copa, ha acabado por confirmar la apuesta. Ganadora como jugador y ya también como entrenador con un título de Copa que tiene mucho de autor.

Ya no es solo la aportación de Mirotic, un jugador diferencial en Europa del que cabe esperar la condición de decisivo, sino el hecho de que el Barça sea mucho más que eso. El MVP Cory Higgins volvió a ese papel demoledor del CSKA, con promedios de 19 puntos y 17,9 de valoración a lo largo del torneo; Brandon Davies recuperó su mejor versión después de una etapa más gris y lo que resulta aún más sorprendente, el letón Rolands Smits ha alcanzado con Jasikevicius un rol totalmente inesperado, con 13 puntos en la final y la sensación de poder plantar cara a todo un Walter Tavares bajo los aros.

Por fuera, Calathes ha resultado el director de juego ideal, con 12 puntos, 9 asistencias y una valoración de 18 en el partido por el título frente al Madrid que le convirtieron en el mejor jugador azulgrana en este aspecto. Además, la llegada de Leo Westermann tras la polémica desvinculación de Thomas Heurtel, el lunar en la temporada del Barça, le ha dado a Saras un sustituto más adecuado a lo que el técnico pretendía para la posición de director de juego, con capacidad defensiva también.

La aportación de los clásicos Oriola, Claver, Hanga o Kuric completa la amplísima gama de recursos de los que dispone Jasikevicius, que ha construido un equipo más allá de la constelación de estrellas que el Barça ya tenía la pasada temporada. Ahora, sin la presión de no haber levantado un trofeo con este ambicioso proyecto, el coleccionista de títulos tiene más manga ancha que nunca para seguir progresando con un equipo que amenaza con dominar el baloncesto europeo en los próximos años y llevar la eterna lucha Real Madrid-Barça a otro nivel de competitividad.