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«La muerte no es opuesta a la vida, sino que forma parte de nosotros». El doctor Manuel Sans Segarra así lo asegura en su libro 'La supraconsciencia existe. Vida después de la vida'» (Planeta), publicación que ya va por su quinta edición en tan solo quince días. Especializado en cirugía general y digestiva, el autor ha desarrollado toda su carrera en el Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona). Allí es donde comenzó su interés por la vida y la muerte. Todo comenzó tras reanimar a un paciente que había sufrido una muerte clínica a consecuencia de un accidente de tráfico.
Una vez recuperada, esta persona relató al médico lo que se denomina experiencia cercana a la muerte (ECM). Según explica el doctor Sans, los pacientes en muerte clínica experimentan una «salida del cuerpo», pueden traspasar las paredes con una sensación de «gozo y paz», contactan con «seres luminosos», ven a seres queridos fallecidos y rememoran toda su vida. La vivencia termina con el regreso a su cuerpo físico. En algunos casos esas ECM no son tan agradables y se denominan entonces «infernales», cuyas causas solo se relacionan con una «vida tormentosa» de esa persona.
El especialista comprobó que este fenómeno se repetía en pacientes que habían sido diagnosticados de muerte clínica. Esto llevó al doctor Sans a investigar la extensa bibliografía que existe y las diversas disciplinas relacionadas con el fenómeno, como la neurología, la psiquiatría, la psicología, la física teórica, la filosofía, la metafísica o la religión.
Alucinaciones
El autor diferencia las experiencias extracorpóreas, que los neurocientíficos califican como alucinaciones, de las ECM, «que en absoluto responden a esas sensaciones subjetivas». Así las experiencias extracorpóreas, también llamadas desdoblamiento o viaje astral, «suelen experimentarse en estado consciente», pueden comenzar «durante la infancia» y ocurren de «manera espontánea o pueden estar provocadas voluntariamente o por situaciones de estrés». La valoración científica de las experiencias extracorpóreas «es difícil al no disponer de medios para comprobarlo».
Por el contrario, según el doctor Sans, las ECM pueden ser certificadas mediante una simple resonancia magnética funcional, donde se revela «una activación del lóbulo occipital». Esto se produce mientras el paciente describe lo que vio durante la ECM. «Esto significa que el objeto en cuestión condicionó su memoria a través de las neuronas espejo» y, con ello, subraya que se puede afirmar que «el paciente no miente: realmente vio el objeto que describe». Las vivencias que tuvo «son reales».
De esta manera, el especialista apunta que todas las pruebas objetivas realizadas hasta el momento sobre las ECM «nos permiten afirmar que la muerte física no es el final de nuestra existencia, sino que persistimos en otra dimensión energética, nuestra supraconciencia».
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