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Madrid
Martes, 10 de noviembre 2020, 00:37
Nacho Vigalondo (Cabezón de la Sal, Cantabria, 43 años) se ha movido cómodamente en los últimos tiempos por las plataformas. Tras 'Into the Dark' (HBO), 'Justo antes de Cristo' (Movistar) y 'El Vecino' (Netflix), el director de cine hace ahora acto de presencia ... continuado en OrangeTV, y en una faceta totalmente distinta: la de conductor de un 'late night'. Así, Vigalondo ha debutado como presentador de televisión con 'Los felices veinte', el programa que emite el Canal Orange de lunes a jueves a las 23.30 horas. Está acompañado del cómico Aníbal Gómez y la también humorista e 'influencer' Gakian.
-¿Cómo le llegó la propuesta de presentar 'Los felices veinte'?
-A través de la productora Secuoya, en lo que me imagino que era algo conjunto entre ellos y Orange. Yo fui el primer sorprendido, y reconozco que no soy el perfil habitual de conductor de un programa así, pero cada vez cuesta más hacer planes y seguir un mapa predeterminado en la vida. Tenía muchas dudas, dicho con total sinceridad, no sabía si era capaz de meterme en un embolado así
-Pero lo hizo.
-Sí. Siempre he tenido alma de invitado de cumpleaños más que de organizador. No es solamente presentar el programa, sino pensarlo en cierta manera. Me costó, pero también he de decir que este tipo de preguntas de si seré capaz, me las he hecho toda la vida, para bien o para mal, y tengo experiencia a la hora de tirarme a la piscina sin saber si hay agua en ella.
-No era ninguna espinita clavada.
-No, no. Siempre me ha gustado colaborar en programas, pero la responsabilidad de conducir uno es una cosa que no me había planteado hasta que me lo propusieron. Uno se mira al espejo y sabe lo que ve. También, creemos que para conducir un 'late night' es bueno tener una trayectoria de cómico y una presencia en las pantallas más continuada, y yo tengo mis complejos a la hora de hablar y de escuchar mi propia voz. Más que tener una espinita clavada, creo que me la estoy clavando ahora (risas).
-¿Cuál es su relación con el humor o sus referentes para dar este paso?
-Gakian, Ánibal y yo tenemos alma de actores, y en un momento dado puedo decir que, con mi experiencia como actor, a veces puedo tomarme en serio. Y luego siempre he sido devoto seguidor del humor, tanto del que se hace aquí como del de fuera. Pero si tengo que hablar de referentes, parece que llevo una vida macerando el estilo a partir de unos maestros, y no sabría decir, porque nunca me he considerado un comediante. Aunque he de reconocer que ha habido momentos en mi vida, en la España anterior a la fiebre de los monólogos, en los que yo me imaginaba cómo colarme por ahí. Pero la vida me llevó por el cine.
-Usted ya tuvo una polémica hace años por un tuit. ¿Pesa a la hora de presentar un programa así?
-Uno puede ver todos los cortometrajes que tengo hechos desde tiempos inmemoriales y creo que he hecho siempre lo mismo en cierta manera. No hay un momento de transición en mi vida después de lo que pasó en 2011. No cambió nada porque en el fondo creo que no cambia nada. Lo que fue extraordinario en aquel momento fue que, al no haber una tradición muy grande detrás, había gente dándome palmadas en el hombro como diciendo: 'Lo siento mucho, pero te vas a tener que volver al pueblo'. Parecía que aquello iba a ser un apocalipsis personal, pero llevamos aprendiendo desde entonces que, en realidad, tampoco pasa nada. Quitando casos más concretos que acaban en los tribunales y que hay que tomarse más en serio, la mayoría de las polémicas de internet vinculadas a eso que tantas veces cacareamos y que son los límites del humor son tensiones que vienen y se van con la misma agilidad.
-En ese sentido, ¿son más libres las series y el cine?
-Creo que cuando se generan tensiones de este tipo, el fuego que las aviva es identificar a una figura humana independiente y solitaria como el acusado. Cuando es un colectivo de artistas o trabajadores, como puede ser una película, la tensión se diluye. No hay más que fijarse en algo como lo que le pasó a Rober Bodegas y su monólogo rescatado años después. Todas las críticas iban dirigidas a él, pero nadie se quejaba de Comedy Central, que era el canal que lo había emitido. Entonces, quizá la razón por la que el humorista sufre más de la cuenta es porque es una persona que está sola y a la que da mucho más gustirrinín señalar. Contra las marcas y las compañías tendemos a ser mucho más permisivos que con los individuos.
-¿'Los felices veinte' es una excusa para poder celebrar algo por si se va todo a la porra?
-Esa es la idea: no esperar a que haya nostalgia de esta década dentro de otras dos, sino celebrarla desde ya. Esto es como cuando en 'Crónicas marcianas' se decía que cada programa era una conexión a Marte.
-Estrenó su última película en 2016, y últimamente se le ha visto mucho en plataformas. ¿Tiene pensado volver al cine?
-He rodado televisión desde entonces, pero lo entiendo. Tengo la sensación de haber estado trabajando más que nunca, pero al no haber estrenado una película en formato tradicional parece que he estado detenido. Perocsi combinamos todo lo que he rodado y todas las cosas que he escrito y que están a la espera de solidificarse, han sido de los años más frenéticos de mi vida.
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