Dario Menor
Corresponsal en Roma.
Martes, 10 de mayo 2022
Tras su regreso en 2011 a Eurovisión una vez superados los años en los que menor interés generó el festival, Italia se ha volcado con la organización de este histórico certamen musical que congrega esta semana a más de 40.000 personas en Turín y ... será seguido por televisión por unos 200 millones de espectadores en todo el mundo. En la capital de la región del Piamonte resulta estos días casi imposible encontrar una habitación de hotel libre, con precios además por las nubes, mientras que la Policía ha realizado un enorme despliegue para garantizar la seguridad. Aunque por el momento no se registran amenazas particulares, se ha puesto en marcha un dispositivo especial que tiene en cuenta el impacto internacional del evento y el riesgo siempre presente de atentados terroristas u otro tipo de incidentes.
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Después de dos años de pandemia, Turín se ha convertido en el lugar donde los eurofan pueden desatarse y compartir su pasión tanto en las tres noches de competición oficial como en el llamado Eurovillage, un espacio con capacidad para 17.000 personas y por donde pasan los músicos, artistas e 'influencer'. Es la confirmación definitiva de la 'festivalización' de Eurovisión y de la evolución en la industria de la música, que ya no se compra, sino que se escucha y se baila ya sea en vivo o delante de una pantalla gigante. Los organizadores han sabido adaptarse al cambio, lo que explica el éxito de las últimas ediciones.
«Durante 10 días Turín va a ser el corazón del mundo de la música europea y mundial. Millones de personas van a tener el nombre de Turín en la cabeza», explica Stefano Lo Russo, alcalde de la capital del Piamonte. Se estima que a las administraciones locales Eurovisión les va a costar unos 14 millones de euros, una cantidad que recuperarán con creces pues el impacto económico que tiene el evento en la ciudad puede llegar a los 100 millones de euros. En términos de imagen el beneficio resulta además «inestimable», según reconoce el presidente regional del Piamonte, Alberto Cirio.
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Para la RAI, la radiotelevisión pública italiana, que se encarga de la producción y emisión de la señal de todos los eventos de esta edición, Eurovisión supone igualmente una oportunidad para mostrar las excelencias del país. Es algo que no ocurría desde las otras dos ocasiones en que el país acogió el festival: en Nápoles en 1965 y en Roma en 1991.
Turín sigue sus huellas al tocarle a Italia ser sede de Eurovisión por la victoria el año pasado de la banda de rock romana Maneskin con 'Zitti e buoni' (Callados y buenos). Los elegidos ahora para representar a la nación anfitriona son Mahmood y Blanco, un dúo que ganó la última edición del festival de Sanremo, consiguiendo así el billete para Turín, gracias a su pegadiza canción melódica 'Brividi' (Escalofríos). Derrotaron, entre otros aspirantes, a la española Ana Mena, que pese a quedar penúltima está desarrollando una exitosa carrera en Italia.
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Las casas de apuestas que especulan con quién será el ganador colocan a Mahmood y a Blanco entre los favoritos para la victoria, aunque siempre detrás de los representantes de Ucrania, la Orquesta Kalush, que acude a Turín con 'Stefania', una canción que mezcla el rap y la música folk de su país dedicada a la madre del líder del grupo. Aunque Ucrania ya contaba con posibilidades de éxito en Eurovisión antes de que comenzara la invasión por parte de Rusia el pasado 24 de febrero, la guerra ha multiplicado sus opciones de victoria. El conflicto también ha supuesto la exclusión de Rusia del festival, en el que participan este año 40 países.
«Ni siquiera la victoria 20 veces en Eurovisión puede valer como la paz», afirmaba hace unos días Mahmood, que confesaba además sentirse impotente ante el desastre de la guerra. Para este cantante italiano cuya familia es en parte de origen egipcio, no supone una presión añadida representar a Italia después del éxito de los Maneskin, que presentarán en Turín su nueva canción. «No creo que deba haber una competición entre nosotros y ellos para ver quién consigue más votos», dice Mahmood, que ya actuó en la edición del festival de 2019. «Aquella experiencia fue inolvidable y me dio la posibilidad de dar a conocer mi música en Europa, pero cuando uno canta solo es distinto. Ahora con Blanco será diverso, algo nuevo».
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