Fiesta del cine

Sin embargo, el coronavirus frenó el aumento de espectadores presenciales, el confinamiento provocó el cierre de establecimientos y ha cambiado el consumo social por completo. Las verdaderas consecuencias del inesperado revés del aislamiento doméstico se están manifestando a lo largo de este impredecible año donde otros factores han echado sal en la herida. El grueso de la audiencia prefiere ver series y películas en casa, en el calor del hogar, dulce hogar, frente al televisor, tuiteando si hace falta, planchando o cocinando.

El ritual de la sala oscura, concentrarse en el cine sentado en la butaca, dejándose llevar por el espectáculo, ha perdido fuelle. La costumbre de pasar por taquilla como forma de entretenimiento no es una opción popular. Los grandes lanzamientos de las multinacionales tampoco están ayudando. Mientras, las películas que se emiten en las televisiones generalistas, no necesariamente de estreno, gozan de buenas cotas de audiencia y llaman poderosamente la atención de la opinión pública algunas propuestas que ven la luz directamente bajo demanda -'Blonde' estos días, por tomar un ejemplo-. Esta semana se celebra la fiesta del cine. La entrada cuesta lo mismo que una cerveza en una terraza sin sol, pero parece imposible contraprogramar a los bares.