La escritora y periodista Nuria Labari. Lisbeth Salas

«El trabajo es un espacio tóxico cargado de ideología»

Nuria Labari radiografía y satiriza las desigualdades del mundo laboral y denuncia sus «nuevas formas de esclavitud»

Martes, 10 de mayo 2022, 18:37

«El mundo laboral aniquila la identidad femenina y la masculina». Lo dice con una serena sonrisa Nuria Labari (Santander, 43 años), escritora, periodista de larga trayectoria, hoy directiva en una productora audiovisual, y autora de 'El último hombre blanco' (Literatura Random House). Es una ... satírica radiografía, tan cruda como divertida, del opresivo y exigente mundo laboral y una denuncia «de sus desigualdades y del trabajo entendido como una nueva forma de esclavitud».

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«El trabajo es el último Dios. Nos cargamos el mito del amor romántico, pero no hablamos de lo que pasa en el trabajo, que es un espacio tóxico cargado de ideología que anula nuestro deseo», aventura Labari. Tras cada contundente afirmación asegura que esta su tercera novela, protagonizada por una mujer de éxito en la cuarentena, «no propone eso de abajo el trabajo». Admite que el trabajo «es una jaula» pero cree que «podemos cambiarlo y exigir que sea cómplice de nuestros deseos».

Escrito desde una perspectiva de género -«no podía ser de otra manera»- y narrado por una triunfadora en el competitivo mundo laboral masculinizado, sostiene su autora que «el trabajo está concebido para una biología masculina». Celebra que, según las estadísticas, «haya un 35% de directivas» pero critica «que ninguna de ellas imponga sus reglas». «Lo que hacen estas mujeres es adaptarse a un mundo masculino incluso cuando llegan al poder», denuncia.

Recrimina a las mujeres con mando que «repliquen las estructuras patriarcales» y lamenta que «la igualdad acabe siendo una forma de obediencia que hace pensar a las mujeres que deben de ser igual que un tío, lo que es otra manera de sometimiento».

Reconoce las «enormes ventajas» de los varones en los ámbitos de poder «por que han sido entrenados en la docilidad y el oficio de obedecer durante milenios». «Se desenvuelven con naturalidad en un entorno en el que hay que convertir a todo el mundo en un maldito hombre blanco», dice justificando el título. «Están todos preparados para saltar sobre el fuego y gritar: «¡Por fin soy uno de ellos! ¡He triunfado! ¡Soy un caso de éxito!», se lee en la novela. Pero enseguida se precisa que «el éxito lo inventaron ellos y son ellos quienes lo reparten». «El éxito del hombre blanco es hacernos creer que todos podemos formar parte de su club y que lo deseamos. Hace tiempo que la igualdad salió a cazar nuevas presas y la mujer es la más codiciada».

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Disociación

Cree Labari que «la cultura del esfuerzo no tiene recompensa en el mundo laboral» y que en, el fondo, se parte de una falsedad «porque no siempre triunfan los mejores, ni mucho menos, y el ascensor social no funciona». Estima la escritora que «el trabajo moderno ha reinventado la esclavitud» y que sus exigencias «disocian el cuerpo de la mente». «Eso sí, es una esclavitud con graduaciones, de modo que son mucho más esclavos quienes trabajan por horas, como los 'riders' o las asistentas», apunta.

La precariedad laboral que machaca a los jóvenes «tiene un punto de rebelión» para Labari. «Hay una generación 'millennial' que ya no está dispuesta a todo. Su revolución sentimental derrumbó el mito del amor romántico y los jóvenes piensan hoy en otras formulaciones laborales», dice Labari, que debutó en la novela con 'Cosas que brillan cuando están rotas' y sorprendió con 'La mejor madre del mundo'.

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A Labari no se la he pasado por la cabeza dejar su trabajo. «Ya veremos qué pasa cuando se difunda este libro, que lleva dentro una bomba, y que no es otra que la pretensión de que el trabajo tenga que ver con nuestro deseo», ironiza reiterado que su novela «no es un alegato contra el trabajo ni pide su abolición». «Pienso seguir desempañando mi trabajo, si me dejan, para poder cambiar las cosas», insiste.

La tecnología es para la escritora la penúltima amenaza del mundo laboral «en el que ha un galopante desprestigio de lo humano, y como ocurre en otros ámbitos, acabará imperando el algoritmo». Tanto, que no descarta que en el ámbito de la creación «sea un algoritmo lo que acabe creando canciones, poemas y novelas». Para evitarlo aboga Labari «por la imaginación y su poder demoledor».

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