Borrar
Elena Rodríguez cuenta la historia de Santa Lucía. BC
Santoral

Terror y fe, la escalofriante historia de la santa con ojos arrancados que seguía viendo

La leyenda de Santa Lucía ha ido cambiando, pero finalmente nos ha llegado su imagen con una bandeja que sostiene en su mano y en la que hay dos ojos, los suyos

Domingo, 27 de octubre 2024, 09:37

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Opciones para compartir

A la vuelta de la esquina está Halloween, ese día reservado especialmente para el terror y el miedo. Y si algo da miedo son esas historias de santos y santas llenas de torturas y martirios.

En esta ocasión, nuestra historiadora del arte, Elena Rodríguez, nos viene a hablar de Santa Lucía, una joven del siglo III que decide dedicarse a Cristo.

De su padre no se conoce nada, pero sí tiene a su madre, que está enferma. Lucía va con su madre a la tumba de Santa Águeda, de la que ya hablamos hace tiempo. Ahí, la niña Lucía se duerme y en este sueño Santa Águeda le dice que su madre ya está curada, pero que tienen que dedicarse a los pobres. Es decir, dar todo a los pobres.

Su madre le había buscado un pretendiente para casarla. Su madre, antes de la curación no era cristiana, aunque con su cura, se convierte. Cuando este pretendiente ve que empiezan a vender los muebles y se da cuenta que todo su dinero y pertenencias se las da a los pobres, las denuncia al procónsul.

El enfado del procónsul

Este procónsul, muy enfadado porque no consigue que Lucía abandone el cristianismo, la encierra en un lupanar para que deje de ser virgen, como venganza. Y Lucía, precursora del consentimiento sexual, le dice que ella no tiene culpa de que le violen, así que ella seguiría yendo al cielo porque no dio su consentimiento.

Intentan llevársela y no hay quien la mueva, la intentan mover con bueyes y personas y no lo consigue. La intentan quemar en la hoguera y tampoco. Lo que acaban haciendo es cortarle la cabeza. Y, aún así, ella lanza una profecía: al procónsul le queda poco tiempo y ella va a terminar siendo la protectora de Siracusa, donde vivían, y Santa Águeda, a la que ella se enconmendó, de Catania. Lo que acaba cumpliéndose.

¿Y lo de los ojos? A Santa Lucía siempre se le representa con unos ojos en la bandeja que sostiene en una mano. En el siglo XIII se escribe esta historia y esta va creciendo. Lucía tiene que ver con luz y la luz con los ojos, ahí se crea una versión paralela. En esta versión, le pregunta a un pretendiente, al que ella rechaza y no la deja en paz, que qué es lo que más le gusta de ella. Este le contesta que sus ojos y Santa Lucía se los arranca y se los da y ella, aún así, sigue viendo.

Otra de las versiones dice que se los arranca el procónsul en una de sus torturas y ella sigue viendo y, además, le crecen otros.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios