230 sensores vigilan el patrimonio de Ávila

El sensor que lo detectó es uno de los 230 desplegados en 26 espacios del conjunto histórico durante treinta meses en los que se han medido parámetros ambientales, estructurales, de seguridad, deterioro de patrimonio, consumo energético o el número de visitantes, entre otros registros contemplados en el proyecto Smart Heritage City. Esta iniciativa pionera de alcance europeo ha movilizado a un equipo de profesionales de España, Francia y Portugal, integrado por investigadores de la Fundación Santa María la Real, Cartif, el Instituto Tecnológico Aidimme, Nobatec, Tecnalia y la Facultad de Ciencias de la Universidad Nueva de Lisboa. «Los datos recogidos por los sensores se suman a los derivados de otros sistemas ya existentes, generando un flujo de información de más de mil datos por hora, lo que facilita el trabajo de los gestores», resume Rosa Ruiz arqueóloga municipal de Ávila.

El Ayuntamiento dispone de un panel de control en el que, a través de un modelo de la ciudad en tres dimensiones, puede acceder a la información que genera cada uno de los edificios y espacios del conjunto histórico monitorizados, conociendo lo que ocurre en cada uno de ellos con datos clave para mejorar el diagnóstico y la toma de decisiones.

Si los sistemas instalados por la ciudad detectan una situación de humedad o temperatura excesivas, niveles de CO2 o un número descontrolado de turistas disparan una alerta en la pantalla del panel de control, lo que habilita al encargado de supervisar los datos para actuar. De momento, la medición de parámetros como la radiación solar está permitiendo hacer acopio de datos sobre la incidencia del cambio climático en monumentos como la muralla. «En 2017 la radiación solar sobre la muralla se incrementó un 400% con relación al año anterior, se están produciendo cambios que reflejan que la regularidad climática en los últimos años no es la misma; se registran oscilaciones muy fuertes con relación al incremento de temperaturas y tormentas», esgrime Rosa Ruiz.

Otra de las monitorizaciones realizadas tiene que ver con los xilófagos. «De momento no se han detectado carcomas, pero se está midiendo y, si aparecieran, el sistema nos daría el aviso y podríamos reaccionar con rapidez aplicando tratamientos», apunta Begoña García, directora de Conservación del Patrimonio de la Fundación Santa María la Real.

La red de sensores controla también el consumo y la eficiencia energética, «haciendo que la factura sea mucho más sostenible, porque conocemos en qué momentos hay más consumo, y si se excede, saber cómo y por qué, y además esa información la tendrá el Ayuntamiento como gestor y no una compañía eléctrica», alega Begoña García. Los aparatos dedicados al conteo de personas están recogiendo datos que después se plasman en aplicaciones que hacen posible calcular los aforos tanto por seguridad como por disfrute de los espacios, valorando cuánta gente cabe en un museo o una calle, para que quienes viven o compran en ella puedan seguir haciéndolo sin que se produzcan aglomeraciones por afluencia de turistas.

De hecho, dentro del proyecto se ha presentado una aplicación para turistas –disponible para descarga mediante un código QR– que aprovecha la información tomada por los sistemas de monitorización para darle un enfoque divulgativo. Ello permite, por ejemplo, diseñar al visitante sus propias rutas por la ciudad en función del tiempo del que disponga, comunicarle los espacios de interés más cercanos o los lugares en los que tendrá que esperar menos tiempo para acceder a la visita a un museo o un monumento.