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De la movida artística de Nueva York de los años sesenta y setenta que giraba alrededor de The Factory, la marca de Andy Warhol, sobrevive el mito y algunos artistas señalados, además del propio Warhol. Amigos o gente que pasaba por allí, como Basquiat, Mapplethorpe, ... Goldin, Patti Smith. Entre ellos estaba Lou Reed, que tenía un grupo de átonas canciones y fuerte carácter. The Velvet Underground tuvo, en sus inicios, al propio Warhol de representante. En 1968, después de unos tres años de correrías por Greenwich Village, cada uno siguió su camino. Pero la relación continuó.
A principios de los setenta, ya en solitario Reed editó uno de sus álbumes más ambiciosos, un disco conceptual llamado 'Berlín'. A Warhol le gustó. Le propuso hacer un proyecto similar. Lo intentaron pero no lograron terminarlo. Un día de 1975 Reed convirtió el ensayo que Warhol acababa de publicar, 'Mi filosofía de A a B y de B a A', en otra obra operística, como lo era Berlín. De sus casi 250 páginas, Reed compuso las letras y les añadió música. La grabó en un casete y se la regaló a Warhol.
Este álbum permaneció inédito. Hasta ahora, que ha sido descubierto en los archivos del Museo Andy Warhol en Pittsburgh, Estados Unidos, por una investigadora de la Universidad de Cornell. «Parece que los grabó en su departamento con un micrófono al aire libre, solo voz y guitarra acústica», mantiene Judith Peraino, la descubridora de la cinta y profesora de Música en la Facultad de Artes y Ciencias de Cornell.
Lo que halló Peraino fue un casete blanco, marca Basf, de 90 minutos, que por la cara B tenía escrito a mano, en rotulador fino negro: 'Canciones de filosofía (de A a B y viceversa)', en clara paráfrasis al libro firmado por Warhol. La letra, dice la musicóloga, era de Reed. «Nuestra cinta, de la marca alemana BASF, es excepcional», escribe Peraino, en el artículo «Seré tu 'mixtape': Lou Reed, Andy Warhol y la intimidad 'queer' de los casetes», publicado en la revista especializada 'Journal of Musicology'.
«Afortunadamente, Reed tenía una forma particular de escribir las letras M, K y S». Son doce canciones de tiempos variables, entre tres y siete minutos y medio, tituladas en orden de grabación como 'Andy Warhol Doll', 'So What', 'A Put On', 'Success', 'Wasted Space', 'Coke', 'Saturday', 'Fame', 'Drag Queens', 'Sex is Hard' e 'Interview'. Una de las letras dice: «Una vez en Velvet Underground pensamos en crear una muñeca de Andy Warhol, que cuando la hirieras no hiciera nada en absoluto».
«El casete contiene doce canciones completas y un fragmento, lo que sugiere que este lado fue grabado desde una cinta maestra», describe Peraino, ante la imposibilidad de que la obra sea difundida -sólo se ha publicado un extracto de 30 segundos-. «Todas las canciones suenan improvisadas (...) Reed se acompaña de una guitarra acústica con ritmo simple. A veces detiene la grabación entre las canciones o deja que la grabación continúe entre una y otra. Aparentemente está solo; ninguna otra persona habla o hace ruido aunque el tráfico y Reed revolviendo papeles perturban el silencio entre las pistas. Él canta suavemente y cerca del micrófono con una delicada voz nasal y un ceceo».
En su artículo, Peraino confiesa que, de las doce composiciones «folk o de rock rudimentario» de «acordes básicos y repetitivos», prefiere la titulada 'Drag Queens'. «Esta canción y la siguiente ('Sex is Hard') forman el dúo más coherente de toda la colección, uniendo la cuestión de género, la fabricación industrial de celebridades, la producción mecánica de arte de Warhol y su intimidad romántica y conyugal declarada con máquinas».
¿Pero escuchó Warhol las canciones?, se pregunta la investigadora. En 1977 Reed, en una entrevista a la revista 'Penthouse', responde que sí, y que Warhol «estaba fascinado, pero horrorizado. Creo que lo asustaron un poco. Pero estoy pensando en hacer de ese trabajo mi próximo álbum», decía el músico. «La descripción de Reed de la reacción de Warhol insinúa la dura crítica que había en su obra (.) pero también sugiere que el proyecto, y las emociones que lo rodeaban, permanecían en su mente para 1977», escribe Peraino, que buscó también el rastro de esta obra en los archivos de Reed y sólo encontró fragmentos regrabados, alterados, remezclados, formas de experimentación a partir de algo que quizás prefería perdido.
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