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Con mucho arte

Procesiones de luz y de sangre: el origen de la Semana Santa

Las procesiones España se remontan al siglo XV pero con la llegada del Barroco las tallas de las cofradías pasaron a ser más realistas y más ostentosas

Elena Rodríguez

Aranda de Duero

Domingo, 2 de abril 2023, 09:57

Los días de la Pasión de Cristo se han recordado desde el origen del cristianismo. Se ha hecho a través del arte, pintura, escultura y obras de teatro dentro y fuera de las iglesias, con el objetivo de explicar a los fieles de forma más visual las etapas de la vida de Jesús. Pero fue en el siglo XV cuando se crearon las cofradías, cuya intención era vivir la religión lo más parecido posible a lo que vivió Jesús en sus días.

En aquel momento sacaban en procesión cruces o reliquias por las calles de las villas, pueblos y ciudades pero en el siglo XVII las tesis de Lutero en Alemania provocaron un efecto en cadena que terminó influyendo en las propias celebraciones de Semana Santa en España. Veremos por qué.

A Lutero le sobraban los santos y las figuras, porque entendía la religión como la unión del fiel con Dios y consideraba que se ha olvidado el voto de pobreza por lo que había que volver a los orígenes. Tanto calaron sus ideas que, al dividirse la Iglesia en dos, el norte de Europa siguió a Lutero con el protestantismo y en el sur, predominó el catolicismo tras este cisma. La diferenciación respecto a las ideas luteranas y la llegada del Barroco, hicieron que se creasen procesiones nuevas, con tallas muy realistas, policromadas, que llevaron a vivir la Semana Santa día tras día tal y como la vivió Jesús.

Había dos tipos de procesión: las de luz y las de sangre. Las de luz son prácticamente iguales que las de hoy en día. Pero las de sangre ya no se ven. Estas se llamaban así porque había muchos penitentes que querían purgar sus pecados y, vestidos con su hábito pero con la espalda al descubierto, se iban flagelando durante todo el recorrido y dejando sangre a su paso. Su máximo apogeo llegó en el siglo XVII pero más tarde, con Ilustración en el siglo XVIII, Carlos III decidió prohibir este tipo de procesiones porque le parecía excesivo y de mal gusto.

Por lo tanto, las procesiones tienen que ver con tres objetivos: explicar los últimos días de Jesús, como respuesta a Lutero y por la necesidad del fiel a vivir los últimos días de Cristo como los vivió Jesús.

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