La pintora María Jesús de la Concha regresa a casa con 'Re-encuentros'

Su extensa carrera expositiva se inició el año 1976 en la Sala de Exposiciones de la Caja de Ahorros de la ciudad cántabra y al año siguiente expuso en Burgos en la Sala del Consulado del Mar. En aquella exposición, Emilio Miguel Amo, recuerda que le llamó especialmente la atención «los temas marinos de su Cantabria natal con una especial conjunción de luz y color. Los azules del Cantábrico cambiando sus tonos con el reflejo de las barcas de pescadores, las nasas y otros útiles de la pesca, muelles y pequeños puertos marineros me cautivaron. De hecho adquirí un pequeño cuadro con una cesta de pesca en el muro del puerto ante un largo puente que parece el de San Vicente de la Barquera que aún parece desprender el olor de los boquerones recién sacados de las redes en una pared de mi casa».

Después llegaron las exposiciones con pinturas prehistóricas con una interpretación que equilibra pasión, lirismo y sensibilidad artística de la Capilla Sixtina de Altamira; sus inigualables besugos, los cuadros florales y más tarde las abejas. Es necesaria la sensibilidad, buen gusto y el arte de María Jesús para «conseguir las tonalidades de sus jardines y flores que parecen bailar con el aire y la magia de colores que surgen de su paleta con los pinceles que manejado por sus prodigiosos dedos puedan lograr que una simple abeja nos parezca el más bello de los insectos y produzcan la sensación de que, un ligero soplo, destruya sus alas trasparentes», continúa Miguel Amo.

Burgos se reencuentra con María Jesús de la Concha y recupera una artista excepcional con su hijo Luis Alberto Portilla, comisario de la exposición.