Pepe Viyuela, durante la representación de 'Esperando a Godot' en Avilés. Omar

Pepe Viyuela actúa hoy en Burgos: «Se están empezando a valorar discursos llenos de odio»

El famoso cómico interpreta hoy en el auditorio de la Fundación Caja de Burgos la adaptación de 'Esperando a Godot' (20:30 horas) del escritor Samuel Beckett

jesús garcía-prieto

Sábado, 1 de febrero 2020, 10:07

Mucho tiempo ha pasado desde que se diese a conocer con históricos gags como el de la silla en programas como 'No te rías que es peor'. Pepe Viyuela se ha convertido en uno de los referentes del humor, muchas veces absurdo, que ha sabido ... explotar en series, películas y también en el teatro. El cómico llega hoy al auditorio de Fundación Caja de Burgos con 'Esperando a Godot' (20:30 horas), una de las obras del teatro del absurdo de Samuel Beckett.

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¿Por qué vuelve ahora con el llamado teatro del absurdo?

–Es una de las grandes obras del siglo XX y lleva camino de convertirse en algo parecido en el XXI porque toca temas muy vigentes como el sentido de la vida, la soledad, el problema de la comunicación. Son temas eternos. Constantemente estamos pensando en nosotros en nuestro día a día. Nos preguntamos cual es el sentido de nuestra vida o por qué estamos aquí.

¿Existe esa absurdidad en nuestro día a día?

–La vida es mucho más absurda que el teatro. Esta obra se ha catalogado como teatro del absurdo, pero nuestra vida, nuestra exitencia o relaciones, son mucho más absurdas. Esta función recoge muestras de nuestra existencia, de nuestra forma de vida y las pone tal cual sobre el escenario. Somos más absurdos que el teatro del absurdo.

Esta obra se ha representado en infinidad de ocasiones. ¿Qué características tiene esta adaptación?

–Hay una complicidad y un sentido del humor que hemos tratado de rescatar para esta función y creo que lo hemos conseguido. Esta adaptación de Antonio Simón está llena de complicidad con el público.

Tengo entendido que en el montaje hay un guiño a su pasado y aparece la famosa silla...

–Realmente tampoco he inventado nada. Cuando llegaba a los ensayos aparecían comentarios por parte de los compañeros y el director a cerca de la casualidad de que Estragón –mi personaje– tuviera que cerrar una silla cuando su compañero no había sido capaz de hacerlo. En el imaginario colectivo de nuestro país aparece la idea de asociar conmigo la idea del personaje que es incapaz de cerrar la silla y a mí me pareció gracioso. Es un guiño a la imposibilidad del ser humano de enfrentarse a algo tan sencillo como cerrar una silla.

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¿Cómo fue el trabajo con el resto del reparto?

–Sí, llevamos ya cerca de cincuenta funciones. Si no fuera así sería muy duro pensar en el futuro. De hecho estas navidades mientras estábamos en Madrid comentábamos que la Navidad que viene continuaremos juntos. Es muy bonito el pensar eso porque nos llevamos todos muy bien. Hemos creado un grupo sólido y lleno de afecto.

Usted ha sido poeta, cómico, actor, payaso, ¿que le queda por hacer?

–Supongo que muchas cosas. Es cierto que todas las que ha mencionado me encantan y he tenido la suerte de orientar mi actividad profesional hacia las cosas que más me gustan. Todas tienen que ver con un verbo que me encanta conjugar que es el verbo jugar. Afortunadamente me he pasado la vida jugando y espero que el tiempo que me quede pueda seguir haciéndolo. No se que más me queda por hacer.

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Por cierto, ¿'clown' o payaso?

–Payaso. La palabra 'clown' es preciosa, pero marca unas ciertas distancias semánticas con lo que entendemos por payaso, porque aquí esa palabra se utiliza como un insulto y 'clown' es casi un halago. Cuando vaya a Londres diré 'clown', pero aquí en España soy payaso con todas las consecuencias.

¿Por qué cree que está tan denostada esa palabra en España?

–Supongo porque está asociada al fracaso, al hombre torpe y aquí está muy valorado el éxito. Cuando alguien le llama a otra persona payaso de forma insultante, le está llamando perdedor. Es lógico y lo entiendo perfectamente, lo que pasa es que a mí cuando me llaman payaso no saben que me están halagando y les sale el tiro por la culata.

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Usted que lo vive casi a diario, ¿cómo está la salud del teatro?

–Muy bien. A veces nos quejamos pero quizás por otras cosas. El teatro seguramente no sea un buen negocio, en general el teatro siempre ha sido una actividad que ha funcionado de manera bastante precaria o austera y teniendo en cuenta eso y valorando otras cosas como la necesidad de contar historias en directo yo diría que su salud es inmejorable porque en un momento en el que todo se está convirtiendo en virtual, en el teatro sabes que vas a ver una mentira, pero respirando con los protagonistas.

Recientemente se le ha podido ver en una serie de éxito como 'Matadero', en la que ha cambiado de registro. ¿Cómo fue la experiencia?

–Muy bonita la verdad. Además tuve la suerte de compartir reparto con mi hija –Camila Viyuela–. Era la primera vez que trabajaba con ella de una forma tan continuada con un personaje tan distinto y lo disfruté muchísimo.

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Ha llegado a posicionarse en política, ¿cree que para un personaje público es perjudicial?

–Puede serlo y más en estos tiempos en los que existe intolerancia e intransigencia con un discurso facilón, mentiroso que está tan en boga. En los momentos más complicados es cuando hay que dar la cara.Vivimos en una época peligrosa en la que se están empezando a valorar discursos huecos pero llenos de odio y falsedades peligrosas. Es ahora cuando hay que posicionarse por muy perjudicial que pueda resultar para tu carrera.

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