Secciones
Servicios
Destacamos
En 'Arquitectos del terror' (Debate) traza Paul Preston (Liverpool, 75 años) las biografías de los franquistas acérrimos que alimentaron el bulo del contubernio judeo-masónico, al que Franco culpó de todos los males patrios y con el que justificó su sublevación y la Guerra Civil.
–Estos arquitectos del odio ¿propalaron lo que hoy llamamos 'fake news'?,
–Sí. Jorge Villarín, carlista y autor 'Guerra en España contra el judaísmo bolchevique' no menciona un solo judío en los cientos de páginas de su libro. Él y los demás se creyeron la patraña del libelo 'Los protocolos de los sabios de Sion', que habla del intento de los judíos de controlar el mundo y destrozar a la Iglesia Católica. Es una idea tan absurda que hace dudar de su salud mental.
–¿Pemán, Tusquets, Carlavilla, Mola, Quiepo, Carrero, Franco...¿Crearon la engañifa del contuberino y un enemigo fantasma que desangró al país?
–Sí. Fomentaron la paranoia. Algo que vimos en el Reino Unido con la campaña del Brexit. Hasta 1933 solo había tres mil judíos en España. Otros 3.000 llegaron luego huyendo del nazismo. No estaban en circunstancias de controlar el mundo ni de destruir la Iglesia Católica.
–¿Tampoco había muchos masones?
–Algunos más. Relevantes republicanos, como Azaña, estaban en la masonería. Antes de la Guerra Civil no había más de 8.000 en las logias españolas. Pero su más enloquecido enemigo, el padre Juan Tusquets, compiló unas listas con 80.000 masones para la administración franquista.
-A Franco le rechazaron dos veces ¿De ahí su odio a la masonería?
–Así es. Tuvo una motivación profesional y otra personal. En los años 20, en Marruecos, y en España, en la República, intentó entrar en la masonería. Quiénes debían admitirlo sabían que era un trepa, que no quería compartir la ideología masona, y sí medrar y ascender más rápido. La motivación familiar es más potente: el odio a su padre, que sin serlo admiraba a los masones. Librepensador, bebedor, jugador y mujeriego, abandonó a su mujer, la madre de Franco, y este, en un borrador de sus memorias, escribe una frase alucinante. Dice que la República la trajeron unos hombres que habían traicionado a sus mujeres. Es una chuminada inmensa que deja de lado las razones sociales y económicas para el advenimiento de la República: la corrupción del régimen de Primo de Rivera o los fallos de Alfonso XIII. Lo atribuye todo a los pecados de su padre.
–El policía secreto Mauricio Carlavilla, factótum de la dictadura ¿fue como el Villarejo de hoy?
–Hay semejanzas evidentes. Pero, que yo sepa, Villarejo no ha escrito 20 libros. Carlavilla, un tipo cutre que recuerda también a Torrente, murió joven y orgulloso de haber escrito 'Sodomitas', de teorizar sobre la finalidad política de la homosexualidad, y de otro libro sobre satanismo. Propagandista feroz del contubernio, fue de los pocos que no negaron lo que habían hecho.
–Al contrario que Tusquets o Pemán, que ocultaron su pasado.
–Impresionan las mentiras de Pemán, que alentó las matanzas durante la guerra y hace un esfuerzo tremendo y exitoso para convertirse en una figura benévola de la Transición. Era un terrateniente rico, distinguido poeta y dramaturgo de éxito, pero cruel. Parece mentira que una persona pía, tan católica, dijera lo que dijo a sabiendas de las consecuencias. En un discurso y en un poema se regodea de ver los cadáveres de los brigadistas internacionales.
–¿Fue Pemán quién mejor se blanqueó?
–Sí, el ganador es él, pero Tusquets no le va a la zaga. Otro mentiroso impresionante era Queipo de Llano. He descubierto aspectos bastante negros. Además del Queipo sangriento y el corrupto, está el que mantuvo una relación no del todo saludable con su hija.
–¿Por qué fue tan determinante para todos 'Los protocolos de los sabios de Sion'?
–Es difícil de entender. Es un libelo compuesto por unos rusos a finales del siglo XIX que responde al antisemitismo subyacente y tiene éxito en el Este de Europa. Pero a partir del año 20 se sabe qué es una patraña, una mistificación. Otra engañifa. En España tuvo un éxito inusitado, con más de 35 ediciones, y aún se puede comprar con facilidad, al contrario que en Reino Unido. Sus mentiras son absurdas. Dice que hay un Estado Mayor del judaísmo que se reúne en un cementerio de Praga para controlar la masonería, el comunismo y el capitalismo. Pero hoy, como entonces, se siguen creyendo cosas absurdas, como vemos con los antivacunas y los negacionistas del Covid. La credibilidad de mucha gente no tiene límites.
Biógrafo de Juan Carlos I, no tiene Preston ganas de escribir una segunda parte. De hacerlo, analizaría si la codicia del rey emérito tiene su raíz en las carencias de su infancia
–¿Escribirá una segunda parte con los amoríos, presuntas corruptelas y el exilio?
–Mi editor no me lo ha pedido. No tengo muchas ganas, De hacerlo, mantendría las partes de su niñez, su adolescencia y de su papel en la Transición, de la muerte de Franco al 'tejerazo'. Lo ocurrido luego no le hurta el mérito de democratizar España.
–¿La parte oscura del personaje no empaña la luminosa?
–Eso es así. La falta de cariño en su infancia y ser vendido a Franco por su padre pudieron ser determinantes. De rescribirlo, husmearía más en todo eso con ayuda de algún psicólogo, para ver hasta qué punto las carencias emocionales y materiales de sus primeros años habrían influido en su codicia y el interés por el dinero de los últimos tiempos. Por muy negativa que sea su conducta reciente, es una figura histórica de inmensa importancia por su papel en la Transición y el antigolpismo. Fue un neutral jefe de Estado en un país muy conflictivo. Lo hizo bastante bien. Luego fue embajador comercial de España, que es lo que abrió el camino a todas esas acusaciones sobre la acumulación de una fortuna. Hay especialistas en estos temas, que exigen una investigación económica. Yo estoy viejo para empezar un trabajo así. Soy reacio a meterme en ese jardín. Me falta sabiduría.
–¿Felipe VI ha aprendido alguna lección?
–Es obvio que algunos gestos, como renunciar a la herencia de su padre o las presiones para que abdicara y se exilara, donde creo que habrá tenido un papel, denotan un intento de tomar distancia. De desvincularse de lo negativo de la imagen paterna. Me pregunto si ha alcanzado el nivel de popularidad de su padre en los buenos tiempos, cuando muchos españoles se decían 'juancarlistas' antes que monárquicos. Yudo mucho que ahora algún español se declare 'felipista'. Felipe no llega ni de lejos a esa popularidad. Tengo, además, la impresión de que respecto a las autonomías, está más del lado de los ultracentralistas de lo que lo estuvo su padre.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.