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El Papamoscas, la gárgola de la Catedral, las plañideras de los Condestabales de Castilla, los arqueólogos de Atapuerca, el tullido Borrajas, el limosnero, los peregrinos a Santiago, la muerte... Todos ellos vuelven a darse cita este verano en el Castillo de Burgos. La pandemia ... no ha conseguido aplacar la ilusión por hacernos reír de Bambalúa Teatro, que vuelve a reinventarse en esta 'nueva normalidad'.
La compañía vuelve a escena con 'Patrimonios', el espectáculo que amenizará las noches burgalesas en el Castillo (y que se reparten con Ronco Teatro y su obra 'Hay un tesoro de cien millones') y con el que riden homenaje a los tres bienes Patrimonio de la Humanidad: la Catedral, el Camino de Santiago y los yacimientos de Atapuerca. «El objetivo es hacer reír y dar relevancia a los bienes patrimoniales«, explica Alfonso Matía, coordinador de Bambalúa Teatro.
Y reírse se han reído mucho los espectadores que han podido disfrutar este fin de semana de las primeras sesiones, incluso de la inaugural que el jueves tuvo que enfrentarse a la lluvia (se celebró, recortada, pero se celebró). Bambalúa Teatro ha hecho un gran esfuerzo de adaptación pues, como se pueden imaginar, el espectáculo tal como estaba concebido, y se ha disfrutado el pasado año, es imposible.
De entrada, 'Patrimonios' ya no es itinerante. El público va a tener que disfrutra este verano de las escenas sentadito, como si estuviera en un patio de butacas, pero al aire libre. Se mantiene el aforo de 100 personas, pero distribuido en asientos por parejas, frente a sendos escenarios en los que se representa la historia. «No hay un cambio de dramaturgia pero sí se han adaptado las escenas», apunta Matía, así que habrá novedades para los que hubieran visto el espectáculo.
También se ha recortado el tiempo de duración, dejando la obra en una hora, pues no es lo mismo hora y media recorriendo el Castillo que sentado, al fresquito y al viento burgalés. Y es que allá arriba suele hacer frío en verano, aun cuando la jornada sea calurosa. Por ese motivo la recomendación es acudir siempre bien abrigado, y si no hace falta, mucho mejor. En esto nada ha influido la pandemia.
En el resto, en casi todo. Los actores ya no reciben al público a la entrada al Castillo. De hecho, no tienen ningún contacto con él ni está permitido que los espectadores se queden pululando por el recinto una vez acabada la representación (salen de manera ordenada, por filas, como les recuerda uno de los avisos que se escuchan antes y después de la actuación con las normas básicas).
La mascarilla es obligatoria y la entrada se hace previo paso por gel hidroalcohólico. Se debe mantener la distancia de seguridad en todo momento y las sillas se desinfectan a diario. Pero más allá de estas medidas, que ya tienen que estar totalmente interiorizadas, el espectáculo de 'Patrimonio' no ha perdido ni un ápice de frescura en su readaptación a tiempos de la covid-19.
Es más, Bambalúa Teatro lo ha aderezado con más de una referencia a la situación actual, mezclada con clásicos burgaleses y tópicos que son fácilmente entendibles también por el público no burgalés que se pueda acercar a la representación. Y las risas están aseguradas, para grandes y pequeños, con algún guiño exclusivamente para los mayores, pero sin olvidar el transfondo del espectáculo: la historia y el patrimonio de Burgos.
'Patrimonios' no es el único espectáculo que ha tenido que adaptar Bambalúa Teatro. También 'Quijotadas' ha tenido que revisarse pues incluye una veintena de salidas de público, algo imposible con la covid-19. Igualmente, la compañía ha retomado su último espectáculo, 'Ñam Ñam', que se ha tenido que retocar pues está pensado para sala de teatro y ahora se represeta en calle, por esto de la pandemia.
Alfonso Matía insiste en que las compañías de teatro extreman las medidas de seguridad, también entre sus miembros, porque un enfermo da al traste con toda la temporada. Y ya bastante mal lo están pasando, con festivales suspendidos, actuaciones canceladas, aforos restringidos y subvenciones en el limbo.
Bambalúa Teatro, por ejemplo, ha perdido su participación en el festival de teatro clásico de Alcalá de Henares, cuya inclusión en la programación había sido todo un logro que iba a suponer un gran impulso profesional. Tendrán que esperar a otra ocasión pero, mientras llega, hacen una apuesta por la cultura. «Tenemos que cuidarla porque la base de nuestra existencia está en la cultura y la educación», afirma Matía.
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