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¿Había Tang sabor tropical? ¿Sabe qué significa Superbass y Autoreverse? ¿Símbolo del Nitrógeno? ¿Tiembla al escuchar la palabra 'plinton'? ¿Sabe quién era Horacio Pinchadiscos? ¿Qué tal se le daban las láminas de Emilio Freixas? Si estas preguntas no le suenan a chino, usted podría ... formar parte de la comunidad de más de dos millones de seguidores de 'Yo fui a EGB' en las distintas redes sociales. Cuarentones y cincuentones en su mayoría que disfrutan con la punzada sentimental que provoca el reconocimiento: todos ellos devoraban Palotes y Rufinos, se calzaron cangrejeras de plástico en verano y buscaron monedas en el sofá de escay familiar. Todos experimentan un escalofrío cuando les inunda el olor de las tiendas de chuches.
Dos bilbaínos arqueólogos de lo sentimental, Jorge Díaz (1971) y Javier Ikaz (1978), no sabían hace once años que iban a dedicar su vida a bucear en nuestra memoria. El 28 de septiembre de 2010 colgaron un post en Facebook con una foto de las ceras Manley junto al comentario «cómo manchaban las cabronas». Al poco tiempo tenía 16.000 'me gusta'. «Se nos ocurrió el nombre y nos enamoramos de él», recuerdan. «Yo fui a EGB. Eran palabras que no necesitaban más explicación, como pertenecer a una banda. No teníamos muy claro qué hacer, una cadena de ropa o algo. Lo más fácil fue hablar en Facebook de cosas olvidadas para encender la chispita».
La gracia de recuperar las patatas Risi y el chicle Cosmos fructificó en cuatro libros y una agenda que han vendido más de medio millón de ejemplares, juegos de mesa, exposiciones, una gira de conciertos y un concurso televisivo. Díaz e Ikaz se dedican profesionalmente a expandir el universo Yo fui a EGB, que solo es cuestión de tiempo que adopte la forma de una serie y una película. La pandemia interrumpió los conciertos con Ana Torroja, Azul y Negro, Nacha Pop o Katrina and the Waves, que esperan retomar el año que viene en diez ciudades. La muestra itinerante se ha reabierto estos días en Valencia. Concebida como una experiencia inmersiva, sus visitantes pueden volver a sentarse en un pupitre escolar o jugar en el 'Un, dos, tres…' de la mano de actores.
Para estas navidades se han sacado de la manga un 'Libro de actividades' (Ed. Plaza & Janés. 182 páginas, 15,90 euros) que homenajea aquel mítico 'Vacaciones Santillana', «pero mucho más divertido». Los capítulos llevan el nombre de asignaturas, como Lenguaje y Sociales. Pero para hablar de Geografía se recurre a las matrículas de los coches y en Naturales tiran de los personajes de 'Érase una vez la vida'. «Siempre nos decían que con los otros libros surgía la conversación, el ¿te acuerdas de esto? ¿tú lo tenías», argumentan sus autores. «Qué mejor manera de hacerlo que a través de juegos y pasatiempos para las sobremesas larguísimas que vienen estas fiestas». Ikaz y Díaz firmarán ejemplares este jueves a las 18.30 horas en la bilbaína librería Elkar (c/Iparragirre, 26).
La bolita siempre se perdía. pic.twitter.com/FBg57A1INH
Yo fuí a EGB (@YofuiaEGB) December 6, 2021
El reloj digital de la Primera Comunión y los hitos de la clase de Plástica, como la silla hecha con pinzas o el dibujo con alubias pegadas en un folio, demuestran que los recuerdos dormidos pueden despertar décadas después. «Escuchas la sintonía de 'La abeja Maya' y eres capaz de cantarla aunque lleves treinta años sin hacerlo», reta Jorge Díaz. La comunidad 'egebera' les nutre de contenidos, como el chico de Alicante que esta semana encontró en un rastro dominical piezas de metal de los muñecos de José Luis Moreno. Los seguidores de la web se dieron cuenta de que eran los moldes originales de la fábrica de juguetes Vicma, que sacaron marionetas a tamaño real de los muñecos de Mari Carmen y Moreno. «Es historia pura que tendría que estar en un museo».
jorge díaz y javier ikaz
Ikaz y Díaz recuperan una época más sencilla, pero no necesariamente más feliz. «Jamás hemos idealizado aquel tiempo ni hemos dicho que fue mejor», remarcan. «Son los años que nos tocó vivir y que nos gusta recordar con una sonrisa. Había muy poquitas cosas y todos hacíamos lo mismo. Eso crea un sentimiento de comunidad, nos sentimos más iguales pensando en aquellos años». La nostalgia es reaccionaria, claman algunas voces. Solo pueden permitírsela algunos y es la herramienta más eficaz para acabar con toda insurrección, sostienen. «Es curioso, te encuentras con gente que dice que no es nada nostálgica y colecciona 200 Madelman y 50 Scalextric», apuntan los bilbaínos. «El que base su vida en aquellos años y diga que eran mejores, tiene un problema. Hay que vivir con los pies en el 2021. Pero sin renunciar a echar una mirada alegre a lo que hemos vivido».
Ahora que vamos a serie de Netflix por semana, bueno es recordar que hubo un tiempo en el que el ocio no era tan efímero. En el que había que esperar semanas para que estuviera libre una película en el videoclub y ahorrar para comprarse un disco que se escuchaba una y otra vez hasta aprenderlo de memoria. «Hoy tienes lo que quieres a un clic, eso cambia mucho el comportamiento de una sociedad. Nuestros hijos lo querrán todo de forma inmediata y les costará mucho tener que esperar». Con tantos estímulos, ya no vemos los mismos programas ni escuchamos las mismas canciones. ¿Tendrá sentido dentro de unos años el 'Yo fui a la ESO'? «Será dificilísimo, va todo tan rápido…», aventuran Jorge Díaz y Javier Ikaz. «Las cosas no dejan poso al ser tan efímeras, no hay iconos tan claros como los de aquella época».
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