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La mujer privada de libertad es el hilo conductor de las dos óperas que ofrecerá el Teatro Real a partir del día 13. Entre el viernes de la semana que viene y el 22 de febrero, el coliseo madrileño acogerá la representación de 'La vida breve', de Manuel de Falla, en la primera parte, y el estreno mundial de 'Tejas verdes', del compositor contemporáneo Jesús Torres, en la segunda. «Las dos obras se relacionan, aunque he intentado respetar la individualidad de cada una de ellas. Hemos creado un hipertexto en el que los personajes se van enriqueciendo», aseguró este lunes el director de escena del montaje, Rafael Villalobos. Al igual que pasa con 'Cavalleria rusticana', de Mascagni, y 'Pagliacci', de Leoncavallo, óperas que muchas veces se llevan a escena emparejadas, Villalobos ha creado un retablo musical de dos piezas en el que las obras dialogan entre sí, al tiempo que conservan el espíritu con que fueron concebidas.
'La vida breve', que Manuel de Falla no pudo estrenar en el Teatro Real como era su deseo, fue la elegida para la reinauguración den centro operístico en 1997, junto con el ballet 'El sombrero de tres picos'. La obra regresa ahora al Real, 28 años después, con una puesta en escena de impronta poética y narrativa descarnada. La puesta en escena escapa del costumbrismo, del que tanto se ha abusado, y se identifica con el universo de las mujeres lorquianas que el drama de Carlos Fernández Shaw -autor del libreto- anticipó. Y es que la ópera se estrenó en 1913, mucho antes de que Federico García Lorca alumbrara dramas como 'La casa de Bernarda Alba', 'Yerma' o 'Mariana Pineda'.
El Real ofrecerá seis funciones de ambas óperas, con dirección musical de Jordi Francés, que ya en 2021 se hizo cargo del estreno mundial de 'Tránsito', también de Jesús Torres, uno de los mayores éxitos operísticos contemporáneos en España. La tragedia de la mujer prisionera está presente en ambas piezas. La Salud de 'La vida breve' vive sojuzgada al enamorarse de un hombre que pertenece a otra clase social, en tanto que la Colorina de 'Tejas verdes' acaba en la cárcel por amar a un insurgente revolucionario.
Del cautiverio de la primera parte, con muros que recuerdan las calles de Granada -fruto de la escenografía de Emanuele Sinisi a partir de las obras 'Insomnios' y 'Leche y sangre', de Soledad Sevilla- se pasa a la cárcel de la segunda ópera, 'Tejas verdes', cuyo nombre procede de un campo de prisioneros creado en 1973 en Chile, después del golpe de Estado del dictador Augusto Pinochet, un recinto destinado a la detención, tortura y desaparición de presos políticos. «Desde hace bastantes años, mi música está unida a algunas ideas y gestos que están muy cercanos a cierta música española, lo que yo llamo música hispánica, que huye de lo que nos ha pasado a toda la composición europea clásica. La música alemana, centroeuropea, nos ha arrollado. Es algo que está en la cabeza de todo el mundo, así que no hay ningún problema en decirlo. Mi generación está intentando, de una manera u otra, hacer otro tipo de cosas», aseveró Jesús Torres. La partitura del compositor acompaña la prosodia del castellano con un lenguaje mayoritariamente tonal, alejado de las corrientes estructuralistas y experimentales. En sus páginas afloran elementos de la polifonía ibérica, de la tradición europea finisecular e, incluso, un perfume hispánico que le emparenta con Falla.
En palabras de Torres, otro elemento que enlaza 'La vida breve' con 'Tejas verdes' es que los dos personajes femeninos, Salud y Colorina, son sacrificadas, la primera por una cuestión social y la segunda por motivos ideológicos: «Las dos sufren y las dos están unidas doblemente por algo muy operístico, el amor». Jordi Francés, responsable de la dirección musical, dice haber abordado la partitura «sin complejos». «Hemos construido todos los personajes, todo el lenguaje orquestal, con el mayor respeto a la partitura, por supuesto, pero una partitura permite infinitas maneras de construir un lenguaje y un estilo. En conexión también con la dramaturgia, que es como a mí me gusta en realidad dirigir ópera, intento escoger lo que mejor va con aquello que estamos viendo», argumenta Francés.
Los personajes transitan de una a otra ópera. En 'La vida breve' destaca la soprano Adriana González (Salud), el tenor Eduardo Aladrén (Paco), la mezzosoprano Ana Ibarra (La abuela), el bajo Rubén Amoretti (El tío Sarvaor) y la cantaora María Marín. De su lado, en 'Tejas verdes' sobresalen las sopranos Natalia Labourdette (Colorina) y Alicia Amo (Delatora), y la mezzosoprano Ana Ibarra (Doctora), única solista que canta en ambas óperas, secundadas por la soprano María Miró (Hermana) y las mezzosopranos Sandra Ferrández (Madre) y Laura Vila (Enterradora). Para la soprano Natalia Labourdette, la inocencia de Colorina, aparentemente ajena al posicionamiento político, implica al final, aunque solo sea por el amor que siente por el revolucionario, una toma de partido. «En algunos pasajes tengo que mantener la cabeza fría para no llorar porque la voz no funcionaría. Jesús Torres ha hecho una maravilla», alega Labourdette.
El director artístico del Teatro Real, Joan Matabosch, adujo que las dificultades para que una ópera contemporánea se programe en otros escenarios, aparte del propio teatro del estreno, son un obstáculo intrínseco a la lírica contemporánea, no solo a la española. «Hay que luchar para que esto no sea así», subrayó Matabosch. «La orquestación de 'Tejas verdes' no tiene nada que ver con la de 'La vida breve', pero cabe exactamente en el espacio que Falla necesitaba para hacer 'La vida breve'. Por lo tanto, el teatro que quiera puede perfectamente apuntarse a hacer este programa doble», sentenció.
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