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Manuel Sánchez Gómez
Martes, 12 de mayo 2020, 00:50
«Hay cosas que se acaban sin una explicación única y clara. Incluso cosas bonitas». Jero Romero, cantante de The Sunday Drivers, escogió estas palabras para anunciar el fin de la formación toledana. Un adiós meditado y melancólico y que llegó hace justo diez años.
«El simple desgaste del tiempo. Como la erosión de una roca» es la metáfora que utiliza ahora Jero para describir el momento. «Las vidas cambian, la velocidad con la que vives las cosas cambia. En aquel entonces me pareció bastante duro, pero a la vez me parecía lógico y me lo sigue pareciendo».
Su ruptura no fue fruto de un enfado, un chispazo o un incendio. Los Sunday Drivers fueron, son y serán un grupo de amigos, casi de hermanos. Una banda que conquistó España a su manera y viajó por Europa. Que se desmarcó del sonido patrio y abrazó las influencias británicas. En sus melodías pueden encontrarse retazos de los Beatles, los Kings o The Stone Roses, entre muchos otros.
«Hacíamos música en inglés porque no concebíamos la música en castellano. Más allá de Los Planetas o La Habitación Roja, el resto nos parecía una herencia de los 80 que no nos gustaba«, dice Miguel de Lucas, bajista de la banda.
Y todo ello habiendo nacido entre los callejones y estrecheces que ofrece Toledo.
«Nos juntamos antes del 99», apunta Miguel. «El grupo empezó como la típica panda de colegas. A Fausto, el guitarrista, le conocía del instituto. Carlos (el batería) es mi primo. Empezamos sin intención de nada, tocando versiones de grupos que nos gustaban». Y funcionó, sobre todo cuando encontraron a Jero.
«Le conocíamos de vista en el instituto. Le dijimos que se viniera, que tocábamos alguna versión de los Beatles y tal. Llegó y nos cautivó su voz. A los dos días empezó a proponer canciones suyas. Fue el germen de que todo empezara», indica Miguel.
«En el indie, en general, lo raro era encontrar gente que cantara bien y creo que Jero tenía una calidad que a lo mejor no tenían otros grupos», manifiesta Fausto Pérez.
«Mis primeros recuerdos son de pasar vergüenza, porque eso era como un casting para mí», añade Jero. «Siempre había compuesto en mi casa, solo para mí. Que a alguien le gustara, que te pidiera que lo volvieras a tocar, que aportaran algo, era una cosa maravillosa. Yo salía muy reforzado. Fue como encontrarle el sentido a todo», explica Jero.
Con la formación ya prácticamente definida, Jero, componiendo y cantando, Miguel al bajo, Fausto a la guitarra y Carlos Pinto a la batería, los Sunday empezaron a dar sus primeros conciertos en bares de Toledo. Y todo comenzó a ir muy rápido.
En la sala Moby Dick de Madrid cautivaron a Pablo Carrero, de la discográfica Rock Indiana, que les ofreció grabar su primer disco en 2002.
«Nos quedamos asombrados al verlos. ¿Pero de dónde han salido estos tipos? Tenían una solidez en el escenario... Todos tenían una gran presencia, pero sorprendía Jero. Tenía magnetismo y ya por entonces canciones muy buenas«, señala Carrero.
El reloj no paraba. Añadieron a la banda a Julián Maeso con el órgano Hammond, y a Lyndon Parish a los arreglos. Parieron Little Hearts Attacks en 2004, una delicia de álbum que toca todos los palos y todos los toca muy bien.
Consiguieron su primer billete para el FIB, firmaron por Naive, el sello que los llevó por Europa galopando en ese gran sencillo llamado «On My Mind». Tocaron junto a Franz Ferdinand, Queens of the Stone Age, Iggy Pop, Beastie Boys y Arcade Fire. Telonearon en España a Wilco y Coldplay. Hicieron una versión del 'I Shall Be Released' de Bob Dylan al lado de Paul Weller, Steve Cradock (Ocean Colour Scene) y Richard Hawley.
«De repente nos vimos tocando con gente cuya foto la teníamos en la habitación. Es como que te ríes de ti mismo. Habla bien de nosotros porque hemos tenido mucho sentido del humor. Nos hemos reído mogollón de nosotros y de las cosas que nos han pasado. Nos hemos visto siempre con mucha distancia y nunca nos hemos tomado muy en serio. Eso en determinadas dosis es útil», sopesa Jero.
«Una frase que nos decían era »sois aire fresco«, como si la escena estuviera esperando nuestra música. Presentamos un proyecto en un momento en el que hacía falta. Había muchos grupos británicos flipantes, pero no había ningún grupo español que tirara por esa música. Apareció Wilco y nos pusieron la etiqueta de los Wilco españoles«, reflexiona Miguel.
«No eran una copia de los Beatles, pero sí que había algo que me sonaba y que me gustó, especialmente con el segundo disco. Ese me impactó», analiza Lyndon, galés de nacimiento y toledano de adopción.
«Llegamos a tocar en el programa »Taratata« en Francia, el equivalente a Jools Holland. Nos pensamos que iba a ser como a lo que estábamos acostumbrados nosotros, como los conciertos de Radio 3, pero tuvimos una audiencia de 13 millones de personas«, recuerda Fausto.
El éxito era tal que para su tercer álbum decidieron realizar un desembolso importante y cumplir un sueño. Los Sunday viajaron a San Francisco para grabar junto a Brad Jones (productor de '1972' de Josh Rouse).
«Me acuerdo que trabajamos como locos y compusimos el disco en el local en España lo máximo posible para llegar allí y grabar. No podíamos perder el tiempo, lo teníamos limitado por tema pasta», recuerda Miguel.
Aquellos días en Estados Unidos dieron luz a «Tiny Telephone», el que para varios miembros de la banda es el disco más redondo, con maravillas como 'Better If I«, »She« y »Do It«, el single que los aupó en España.
«Se metió en un spot publicitario de una marca de cerveza y llegó a muchísimos sitios. Ya sabes, más vale tres segundos en televisión que cincuenta conciertos, así de jodido es esto», apunta Miguel.
Sin embargo, es en esa época cuando se produce el primer frenazo de la banda. Maeso, que ya por entonces combinaba los Sunday con proyectos personales, sale de la formación.
«Los grupos realmente son como las parejas, no se puede exigir que continúen toda la vida. Se juntan inquietudes personales y al final puedes perdurar o no. Duró lo que duró y se disfrutó», responde el músico.
Tiny Telephone (2007) funcionó muy bien en España, pero no así en Francia, donde el anterior éxito «On My Mind» no encontró réplica. Hicieron una segunda gira por Europa y terminaron los conciertos internacionales. El último álbum, el cuarto, ya no se editó fuera.
A esto se sumó que en España, el grupo comenzó a sentir los estragos de cantar en inglés en un país que no siente este idioma como cercano.
«Para nosotros cantar en inglés empezó como un juego. Seguimos cantando en inglés porque no lo podíamos parar. Cantábamos en inglés por pura imitación, no por entrar en una escena o en un circuito. Al octavo concierto ya nos querían grabar, era muy difícil cambiar al español. Ni nos dio tiempo a plantearnos esa opción», explica Jero.
«Con el tiempo lo veo... Jero se cansó del inglés. Se esforzaba muchísimo en las letras, en la pronunciación. Empezó a sentir que ya no se expresaba todo lo bien que quería en ese idioma«, asegura Miguel.
«Nosotros empezamos a la par que Sidonie y Deluxe (Xoel López) y ellos sí dieron el paso a cambiar al español. Quizás si nosotros hubiéramos seguido más...», añade Carlos.
Pero eso no fue una opción. El inglés era un idioma muy asociado al estilo del grupo. La banda creció y murió abrazada a ese idioma.
A principios de 2009, en medio de este agotamiento, se metieron al estudio sabiendo de antemano que sería el último disco.
No anunciaron nada explícitamente, pero Jero lo dejó caer. Tituló el álbum «The End of Maiden Trip», que se traduce al español como «El fin del viaje inicial».
«Nosotros lo anunciamos por deferencia a la gente, pero en principio no queríamos ni decirlo. Es como tomarte en serio a ti mismo. Nuestro pensamiento era »¿Pero a quién le va a importar que nos separemos?«. El mundo sigue, hay gente que nos quiere mucho, pero pasado mañana se les habrá olvidado. Era darle una importancia a hechos que no pensábamos que fueran tan importantes», señala Jero.
«Decidimos mantenerlo en secreto porque nos parecía un poco ruin utilizar la separación para vender entradas», añade Miguel.
La noticia llegó el 12 de mayo de 2010. Una carta de Jero en las incipientes redes sociales desató el adiós. «Lo único que sin duda es este texto es difícil de escribir», arrancó el compositor.
«El día 17 de julio, en Benicassim, daremos nuestro último concierto. No habrá más conciertos y no habrá más discos (...). Ha sido la mejor experiencia de nuestras vidas. Y me arriesgo a decir que lo será».
Dos meses después, cerraron su carrera. Los coros finales de «Little Heart Attacks» en el escenario del FIB estuvieron acompañados por sus amigos y familiares. Entre lágrimas y abrazos dijeron adiós.
«Vivimos un sueño muy bonito, tocando en sitios muy chulos y haciendo canciones entre amigos. Lees de muchos grupos en los que cada uno odia a muerte a los demás, no fue así con nosotros. Éramos y fuimos amigos. Viví un sueño y vi que mis amigos estaban viviendo el suyo y eso te crea un vínculo que no va a desaparecer en la vida», explica Lyndon.
«Para mí los Sunday fueron como el sentido de la vida. Creo que hay algunos hitos en la vida de las personas que te llevan para algunos lados, que son difíciles de desandar y te van a marcar. Para mí los Sunday fueron eso. De alguna manera yo sigo la estela de lo que supuso aquel momento«, afirma Jero.
«La música me ha gustado, le he dedicado muchas horas, pero en mi cabeza jamás entró la posibilidad de dedicarme a ella o de llamarme músico. Con los Sunday eso cambió por completo. Gracias a los Sunday he vivido cosas que muy poca gente puede vivir y que yo probablemente nunca vaya a volver a vivir. Que alguien cante una canción que has escrito tú... eso es la leche. Soy lo que soy en gran medida gracias a haber estado en el grupo«.
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