Borrar
Rosalía, durante la interpretación de una de sus canciones. Rocío Mendoza
Rosalía, ¿y ahora qué?

Rosalía, ¿y ahora qué?

Cierra un año triunfal con un lleno en Madrid, en un recital emotivo y festivo, en el que se echó de menos algo más de empaque instrumental

Iker Cortés

Madrid

Miércoles, 11 de diciembre 2019, 15:45

Decía Rosalía el martes, en un WiZink Center hasta los topes, que 'El mal querer' ha sido «lo más emocionante» que le ha pasado en la vida. «Gracias, porque no sé cuándo volveré a cantar algo como esto y en un sitio como éste. ... Todo ha sido por vosotros», agradecía la cantante catalana cuando el concierto enfilaba ya su recta final. Y lo decía como si todo hubiese sido una feliz coincidencia, como si la casualidad la hubiera convertido en la gran estrella que a día de hoy es. Pero las quince mil almas que abarrotaban el palacio de los deportes de Madrid para ver a esta muchacha de 26 años indicaban precisamente lo contrario: que la suerte poco ha tenido que ver en la meteórica carrera de la artista y que han sido más su trabajo concienzudo y una labor de márketing descomunal –no, esto no es necesariamente malo– quienes han aupado a Rosalía hasta la cumbre.

De lo primero, uno ya se dio cuenta cuando 'El mal querer' salió a la venta. Precedido por canciones incuestionables como 'Malamente', 'Pienso en tu mirá' y 'Di mi nombre', la euforia dio paso al desconcierto cuando el álbum llegó a los establecimientos y las plataformas de distribución digital. 'El mal querer' no solo era un disco conceptual, –algo extraño en una industria obsesionada con encontrar un single de éxito–, que hundía sus raíces en el flamenco y con temas rotundos como 'Bagdad', sino que contaba con una ambición experimental pocas veces vista en una artista tan joven. 'Reniego', 'Nana', 'De aquí no sales', 'Maldición' o 'A ningún hombre' no son precisamente canciones fáciles de digerir, pero Rosalía tampoco tiene ningún problema en llevarlas al directo. Las tres últimas han sonado en los tres últimos conciertos de de la gira –dos llenos en el Palau Sant Jordi el fin de semana pasado y el concierto que nos ocupa– e hipnotizaron a un público que tan pronto saltaba a bailar como mostraba el más respetuoso de los silencios cuando el discurso del show así lo pedía.

De lo segundo, ya nos percatamos cuando el anuncio de que el disco salía a la venta copó una de las enormes pantallas de la céntrica Times Square de Nueva York. Nos lo enseño la propia Rosalía, en un 'story' en su cuenta de Instagram, visiblemente emocionada. Cosas de los tiempos que corren. Esa internacionalización del fenómeno sí que ha correspondido en gran parte a Sony, la casa de discos que confió en 'El mal querer' cuando el álbum ya estaba terminado.

En este sentido, la jugada maestra ha sido no quedarse solo en el LP. Desde que 'El mal querer' llegó a las tiendas, Rosalía ha lanzado varias colaboraciones con artistas de la talla de James Blake, J. Balvin y Ozuna. Temas estos que le han abierto las puertas a festivales como Coachella o Glastonbury, a que la academia estadounidense le nomine al Grammy a mejor artista revelación y a que publicaciones como 'The Guardian' y 'New York Times' le hayan dedicado amplios reportajes y portadas. Y aunque las listas de éxitos anglosajonas se le han resistido, es indudable que su coqueteo con los ritmos urbanos, el trap y el reguetón, es de lo más apreciado por una parte de sus incondicionales. Sin ir más lejos, 'Con altura' y 'Yo x ti, tú x mí' fueron de lo más vitoreado a su paso por Madrid, especialmente esta última que contó con la presencia de un Ozuna que levantó el único bloque anodino del concierto.

Pese a la gran maniobra comercial, sí que dio la sensación de que el espectáculo no estaba preparado para recintos tan importantes como los que ha acogido este final de gira. Lo cierto es que Rosalía ha girado principalmente en festivales –algo más parcos en imaginería visual– y en espacios más bien pequeños y casi siempre gratuitos. Cierto es que 'El mal querer' es un disco minimalista, fundamentalmente electrónico, que pone en el centro del foco unas cuerdas vocales prodigiosas para tejer texturas, contrapuntos, armonías y melodías, así que tiene lógica que el grueso del directo sea ella apoyada por un coro flamenco de cuatro personas y el 'Guincho' lanzando samples y acompañándola, levemente, con algún colchón sonoro. La pena es desaprovechar en directo aquellos momentos en los que el disco va un poco más allá. Ocurrió, por ejemplo, en 'Que no salga la luna', incontestable pieza que ganaría enteros, fuerza y energía con un guitarrista flamenco y no una base pregrabada.

Rosalía, pletórica. Rocío Mendoza

Precisamente para el Guincho, coproductor junto a ella del álbum que la ha puesto en órbita, tuvo unas palabras de agradecimiento. «Hoy, que es el último concierto de esta gira, me gustaría darle las gracias a Pablo, el Guincho, porque me lo quiero mucho y porque él se atrevió a hacer esto conmigo y esto no habría sido lo que ha sido si no fuera porque Pablo ha sido el mejor amigo del mundo y el mejor artista», dijo emocionada. A el le brindó una emocionante 'Catalina' –única referencia a su primer larga duración– que cantó a capella y que la puso al borde del llanto, poco antes de ensimismar al respetable con 'Aunque es de noche'.

Las pegadizas 'Aute Cuture' –encomiable ese 'Madre mía, Rosalía, bájale' coreado por el público a pleno pulmón– y 'Malamente' cerraron un recital que navegó entre la emoción y lo festivo y en el que solo se echó de menos algo más de empaque instrumental.

¿Y a partir de ahora qué? Da la sensación de que 'A palé', el último single que ha lanzado y que calentó el ambiente al inicio de la actuación, bien podría ser la senda por la que dirija sus pasos. La pieza, cercana al hip hop y al trap y con un aroma a Billy Eilish, explora una vía menos comercial, al igual que lo hizo anteriormente con la sentida balada 'Dio$ no$ libre del dinero', arrebatadora en directo. Desde luego, queremos más.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

burgosconecta Rosalía, ¿y ahora qué?