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Llamándose uno como la marca de un detergente y apellidándose el otro como un cefalópodo, es curioso que dos rockeros porteños buscaran para su banda un nombre tan común, si se quiere hasta vulgar. Ariel Rot y Andrés Calamaro, líderes del mítico grupo ... Los Rodríguez, llevaban en sus guitarras y voces la querencia por los Rolling Stones, los Faces y Chuck Berry. Los argentinos, junto con los españoles Germán Vilella y Julio Infante, hicieron historia con canciones como la legendaria 'Sin documentos', con resonancias rumberas. No podía ser de otro modo si andaban todo el día con Antonio, el hijo de Lola Flores, quien enseñó a la pareja el compás y la bulería. Esa combinación de rock y sonidos aflamencados les encasilló como exponentes del rock torero. Ahora los tres supervivientes (Infante ya ha muerto) se han reunido para presentar el libro 'Sol y Sombra' (Bao Bilbao Ediciones), de Kike Babas y Kike Turrón, autores de la biografía de un grupo que conoció el éxito cuando se separó.
Treinta años lo son todo. Tres décadas después de su fundación, más baqueteados y viejos, los Rodríguez se han vuelto a congregar por un libro cuyo título rinde homenaje a los copazos de sol y sombra mezclados con lexatines que trasegaba Julián Infante. Al parir su tercer álbum, 'Sin documentos', consiguieron el aval que les acreditaba como una de las mejores bandas de rock de España, artífices de un mestizaje extraño, el rock hispano-argentino, algo así como mezclar el dulce de leche con el carajillo. Por aquellos años 90 eran guapos y chulos, característica esta última que no ha perdido Calamaro. «De ahí en adelante, como decía Janis Joplin, hicimos el amor con 25.000 personas y volvimos solos a casa», dice el músico.
¿Cómo empezó la aventura? Rot había vuelto de su autoexilio en Argentina, adonde había huido para desengancharse del caballo, decisión acertada si no fuera porque en el Buenos Aires de entonces se cruzó en su camino la cocaína, pero esa es otra historia. Ariel y Julio Infante habían triunfado con Tequila, grupo que rocanrroleó en las plazas de los pueblos de media España y sobre el que cayó el sambenito de que era un conjunto para chicas.
Rot, el batería Vilella y el guitarrista Infante fueron al aeropuerto a recibir a un Calamaro que tenía cierto renombre en su país como integrante de 'Los abuelos de la nada' y que estaba ávido de empezar su carrera en solitario. «Fuimos Tequila reposado», alega Calamaro.
«Andrés y yo éramos muy colegas. Para mí era imprescindible que viniera, porque habíamos establecido una alianza. La única condición que le puse a Julián para empezar esto fue que yo traía al cantante», cuenta Rot. ¿Y cuál fue la perdición de los Rodríguez? La Yoko Ono del grupo se llama Calamaro. El cantante pidió un reajuste del porcentaje de ganancias: 40 para él, 30 para Rot, 20 para Vilella y 10 para Infante. Lo peor de todo es que los sol y sombra de Infante no mataban el VIH del que era portador.
Ariel Rot y Calamaro vivían en Malasaña, un popular barrio madrileño con muchas garitos de música y que hoy ha sido colonizado por los hípsters y los 'cupcakes'. Alumbraron un buen puñado de canciones en apenas tres meses, aunque los maledicentes les tachaban de ser una clonación de Tequila y de haber adoptado el peor nombre de la historia de la música. Los Rodríguez cosecharon buenas críticas, acuñaron un estilo original que, sin embargo, pilló a contrapié. Entonces imperaba el pop y no los sones robustos. En la primera mitad de la década de los 90 vivían todos en un piso poblado por una neblina de humo de marihuana que se adensaba cual hongo nuclear. «En sus apenas 6 años juntos no tuvieron tiempo de hacer un mal disco o de tener un bajón», aseveraron los autores del libro, que incluye un centenar de testimonios, además de «la sana dosis de sexo, drogas y rock que tan bien le sienta a las biografías musicales».
Para desgracia del grupo, no hubo gira por Latinoamérica ni cosa parecida, aunque su música sí recaló en forma de discos en Argentina. Uno de sus mayores hitos fue su concierto en la plaza de Las Ventas de Madrid, un directo que en 1993 se encaramó al 'top 10' de las listas de ventas.
Pese a la añoranza, solo Rot y Calamaro se volvieron a encontrar en los escenarios en 2006 para una pequeña gira llamada 'Dos Rodríguez'. El año pasado, esta vez, sí, con Vilella grabaron la canción 'Princesa' en homenaje a Joaquín Sabina.
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