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Cuando charlas con Andrés Suárez es, como dice uno de sus temas, como si le conocieras de siempre aunque llegase hace un rato. Como él mismo dice, habla «un mogollón» y no puede, ni quiere, ocultar la intensidad con la que vive. Mañana recala en ... Burgos en los Jardines de la Isla, pero antes nos atiende desde la tranquilidad de su Galicia natal.
-Después de cinco olas de covid me parece que lo más adecuado es comenzar preguntándote: ¿Cómo estás?
-Yo estoy bien, estoy vivo, estoy salvo y estoy a salvo. Estoy, por suerte, con los míos. Eso es motivo de celebración, es motivo de vida. Creo que todos somos supervivientes de una pandemia, a veces se nos olvida, estamos agotados, estamos que no podemos más, pero estamos aquí y algunos amigos se nos perdieron en el camino. Así que trato de celebrar la vida con conciertos, creo que es el mejor homenaje. Esto que llamamos 'cultura segura', los cero contagios en eventos culturales, el ver cómo una madre llora abrazada a su hija en todo un concierto celebrando eso, que están las dos juntas, eso es lo más bonito. Estamos en un momento tan fastidiado para todos que el teatro, la comedia, la música, la literatura nos salvan, nos evaden. Nos salvan los sanitarios, pero a nivel emocional, nos salvan los conciertos, porque estás durante una hora y media o dos en un lugar lejano, no estás en las cifras, en los ERTE, en los contagios. Nos vamos un ratito de esta realidad que nos defraudó a todos y nos sienta muy bien.
- ¿Te acuerdas del primer garito en el que cantaste en Burgos? ¿Sabrías decirme si había mucha gente?
-Era un local hace muchísimos años, pero sí recuerdo a cada persona que había allí, igual que recuerdo a la gente que había en Fonte Sequelo de Santiago o en mi primer concierto en el Libertad 8 con Julián. Si no me acuerdo del origen estoy perdido. Hay caras, hay rostros, creo que éramos once o doce personas, y hay caras que siguen viniendo. Algunos viene con sus hijos, otros vienen casados, pasa el tiempo y yo sigo de gira. Es muy emocionante, muy bonito ver a la gente que venía cuando éramos casi nadie, cuando éramos muy pocos. Y eso a mí me llena de orgullo, seguir cantándole a la gente. ¿Ahora viene más gente? Sí, son locales más grandes, pero sin los locales pequeños no hay local grande. El WiZink Center de Madrid tal vez sean la suma de muchos Libertad 8. Me acuerdo mucho de los orígenes siempre, no los puedo olvidar.
- ¿Echas de menos eso, la música en los locales, estar tan cerca del público como para casi beber de su copa?
-Lo echo tanto de menos que lo sigo haciendo. ¿Cómo no voy a tocar en el Libertad 8 si Julián fue el primero en darme una fecha y en apostar por mí en Madrid? ¿Cómo voy a renegar del Libertad 8? Sería un cretino y un mediocre cuando menos. Esto que llamamos como palabra de amor, nunca despectivo, los garitos... Sin los garitos, ¿qué hacemos? Los garitos forman parte de nuestra vida, los locales donde fuimos tan felices, donde nos amamos, nos enamoramos, donde dimos conciertos. Les debemos absolutamente todo.
- ¿Qué queda de ese Andrés Suárez en el actual, en el que llena estadios y cuelga el cartel de no hay billetes?
-Me pillas en la casa de mi madre en Galicia y dice mi madre que personalmente estoy igual. Eso es lo más importante. Esto que te dicen de que no hay que perder el norte... Es que soy gallego, el norte no lo puedo perder jamás. Yo soy el mismo. Gracias si me compran más discos, si se venden más libros, si se llenan los estadios. Gracias. ¿Qué puedo decir? Mil veces gracias, pero yo personalmente soy el mismo. Soy el mismo tipo obsesionado con su trabajo, enamorado de su trabajo, muy de los suyos, muy gallego. Soy así, eso no lo voy a cambiar jamás. ¿Qué queda? Absolutamente todo.
-¿Qué escucha Andrés Suárez cuando el resto de mortales escuchamos a Andrés Suárez?
-Siempre a los maestros, yo me debo a los maestros. Yo me debo a Aute. Me debo a Serrat. Me debo a Silvio, a Robe Iniesta, me debo a Lorca. Yo hablo mucho de los maestros en las entrevistas cuando me dais la oportunidad porque vivimos en una sociedad que tiende a ser bastante olvidadiza. Me explico, un chaval de 14 años, cuyo sueño era ser cantautor, no sabía quién era Aute. Porque miramos tal vez demasiado hacia delante, que hay que vivir así, evidentemente, y la vida pasa y aprovéchala, pero en el ejercicio de memoria de citar a Téllez, a Javier Ruibal, a Aute... ¡¿Cómo es posible que un chaval de 14 años no sepa quién es Aute?! Creo que debemos recordar de dónde venimos y quiénes son los que dejaron la música clásica del futuro para nosotros.
-Y hablando de estos maestros, si Andrés Suárez fuera ministro de educación, ¿a Enrique Urquijo, Joaquín Sabina y Antonio Vega se les estudiaría en música o en literatura?
-En ambas. Creo que dejaron un legado de canciones escritas, narradas y cantadas, repito, para la historia de la música clásica del futuro. Realmente lo pienso. Realmente creo que 'Yolanda', de Pablo Milanés, 'Ojalá' de Silvio Rodríguez, o 'Al alba' de Aute se estudiarán dentro de muchos años. Eso espero.
-Y ahora que mencionas el legado en forma de canción tengo una duda que necesito despejar, ¿has conseguido escribir ya una canción a la altura de la protagonista de 'No te quiero tanto'?
-(Se ríe) Bueno, lo intento. ¿Sabes qué pasa? Primero que soy muy intenso. Muy intenso. Tanto como mis canciones, pero es maravilloso serlo. Ya me acepté. Jamás escapo de mí. Esto de «no hay que ser tan intenso», bueno, no lo sea usted. A mí me encanta. Me encanta sentir así, llorar como lloro, amar como amo y besar con todas mis fuerzas y abrazar con todas mis fuerzas. Sales repleto de heridas, claro que sí, vas a pecho descubierto, pero luego lo dejo en las canciones. Y escribo 'No te quiero tanto' o 'Nina' o 'Despiértame', yo qué sé. Escribo mi vida, mis momentos. Es para mí muy importante estar muy vivo.
-¿Y de intensidad se muere uno?
-No lo sé. Hay quien dice que no se muere de amor, no lo sé. A lo mejor sí. Espero no tener que probarlo, espero conformarme con seguir hacia delante, pero no soy quién para decir hasta donde puede uno sufrir.
-¿Llevas la cuenta de cuántas tonterías por amor te han hecho responsable a ti, a tus letras, a tu música?
-¡Uf! No podría. Pero esas tonterías qué maravillosas son que te permiten no solamente escribir sino también sentir el máximo placer, dolor, llanto, risa, carcajada, amor. Eso es maravilloso. Y si no hemos aprendido algo con esta pandemia para qué estamos aquí. Esto pasa muy rápido, ha venido una pandemia mundial, disfruta hasta el límite de la vida. Bebe, ríe, ama, llora, pero hazlo ya. Me encantó la camiseta, que por supuesto tengo, de Pau Donés que dice 'Vivir es urgente'. Vaya si lo es.
-Hablas de aprendizajes en la pandemia, algunos aprendieron a tejer, otros comenzaron con el bricolaje, otros a cocinar... ¿Qué ha aprendido Andrés Suárez esta pandemia que nunca imaginó?
-A valorar aún más la Sanidad Pública. A valorar aún más a los sanitarios, que ya los valoraba, pero aún más. Porque esa gente mientras estamos hablando puede que se esté contagiando y puede que se vayan en el camino. Me pasó. No era consciente de todo lo que hacen para nosotros. ¿Que es su trabajo? Sí. ¿Que es vocacional? Tiene que serlo. Porque aunque no lo quieran y no les gusten los aplausos, porque, evidentemente, quién quiere un aplauso, denles material, denles recursos, ayúdenles de verdad. Pero ese elogio, esa es mi patria. La patria del aplauso, eso no lo voy a olvidar jamás. No hice mucho más que admirar con todas mis fuerzas a los sanitarios.
-Si para escribir canciones es necesario vivir, ¿les vas a dar el gusto a los que añoran al Andrés Súarez más oscuro en el próximo CD después de esta época rara?
-Bueno, es que supongo que un disco gira en torno a la época y al momento vital. Ha habido momentos muy oscuros de mi vida, como todos, todos vivimos en claroscuro, Walt Disney hizo mucho daño. Claro que hay momentos dolorosos, y oscuros, difíciles, nocturnos, de poco sueño y muchas risas, pero es que ahora mismo estoy muy feliz. Cuando llega alguien y te dice: «Joder, yo quiero que llores en el escenario». Joder, pues yo te deseo el bien a ti. No sé si vendrán tiempos oscuros, de extrema melancolía, de dolor, llanto, ruptura... De momento, como te digo, soy muy feliz. Sigo haciendo canciones melancólicas porque eso soy yo. ¡Claro! Soy un tipo que mira al mar y se emociona y escribe sobre la tristeza, pero un disco de diez canciones oscuras, dolorosas, melancólicas... ¡Joder! ¡Váyase usted al carajo! No creo que nos interese en estos momentos de nuestra vida tener esas diez canciones, enlatadas, tristes, que nos hagan llorar. Bastante hemos llorado de más el año pasado.
-Quizás es porque con esta etiqueta de cantautor enseguida nos lleva a colocaros en el cesto de la tristeza y el desamor, pero en tus letras hay mucho más que eso.
-Un cantautor es un tipo que hace música y letra y luego en su estilo y su forma la reproduce: jazz, blues, folk, lo que sea. Veníamos oyendo el otro día en la furgoneta al cantautor Juan Luis Guerra y estaba describiendo una muerte en el mar. 'Visa para un sueño' es la descripción de un cayuco que se ahoga. Es la canción más dolorosa que yo he escuchado en mi vida y la gente la estaba bailando. Eso es acojonante. Cómo puede ser que la letra más dura, difícil y triste la estés bailando. Esa es la magia del cantautor.
-Llegas a Burgos después de cantar en casa, en Ferrol, y en ese paraíso que es el Náutico. ¿Salitre y cable a tierra o la pausa antes de la morriña?
-La verdad es que aún no sé muy bien si esto que estoy viviendo son días de descanso y de recarga o realmente es un homenaje de vida, de paisajes y gastronómico también. Vivo en un paraíso y ser gallego es un privilegio absoluto. No me refiero a la patria, no me refiero a la política, estoy harto de la política, no hablo de eso, hablo de que soy de un lugar de 50-100 habitantes llamado Pantín. Nací en Ferrol, y a mucha honra, pero vivo en una aldea que se llama Pantín donde tengo un caballo salvaje corriendo fuera, una playa de dos kilometros. Eso es un privilegio. Yo siempre seré salitre, siempre estaré muy cerca del mar, esté en Madrid o no. A Madrid le debo todo, le estoy muy agradecido, pero soy de Pantín.
-¿Qué van a encontrarse los burgaleses el sábado en el concierto?
-Bueno, espero que me encuentren a mí y yo espero encontrarlos a ellos. La gente dice que los del norte somos fríos y tal... De Madrid pa'rriba siempre es norte, entonces dicen que los del norte son fríos. Yo el público más cálido lo tengo en el norte. Recuerdo conciertos en Burgos con gente gritando y saltando. Ahora no va a poder ser, saltar en la silla sí, pero nada más. Yo recuerdo el calor de Burgos desde que gané una vez un certamen de canción de autor en el que participé, yo creo que en el año 2006. Y recuerdo el teatro, la belleza, la gente, las risas. Puede que no haya discotecas o bares post concierto, pero va a haber un concierto repleto de calor y, sobre todo, de gratitud, porque no recuerdo más que felicidad en Burgos.
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