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Pilar González Ruiz
Jueves, 11 de junio 2020, 14:08
Hay un París real y un París para ser soñado. El París que cada noche se bebía Serge Gainsbourg y el de las escaleras pintadas del Sacré Coeur. La ciudad que paseaba La Maga en 'Rayuela', la del suelo empedrado de Montmartre y los buquinistas ... a lo largo del Sena, en cuya ribera el tiempo se mide en puentes. Esa del 31 Rue Cambon donde Chanel liberó a las mujeres de los corsés. De los visibles, al menos. En esa ciudad se inspira la música de Fetén Fetén. En esta ocasión, un vals. 'Otro vals'
No llegan solos Diego Galaz y Jorge Arribas, decididos a llevar partenaires bien elegidos en su aventura. La voz en esta composición la pone Rozalén. «La vida es una fiesta que no quiere terminar», canta en este tema, segundo adelanto de 'Cantables II', el nuevo disco de Fetén Fetén, cuya publicación está prevista para el invierno de 2021. Una buena manera de entrar en calor cuando -esperemos- los días extraños sean solo un recuerdo.
No es la primera vez que estos tres defensores de los sonidos tradicionales y su actualización hacen equipo. Un equipo que funciona, a juzgar por el resultado. «Es muy amiga y hemos compartido mucha música», explica Galaz. Se han cruzado en canciones y discos de una y otros. «La admiramos muchísimo y siempre son encuentros de alegría».
Este también lo ha sido, con su poquito de nostalgia en una voz y un ritmo que nos retrotraen a otros escenarios vitales. Tanto como ha permitido la distancia. Grabado en el madrileño Café Pavón, en plano secuencia y formato acústico, con este vacío impuesto, tres copas de vino listas para brindar por el trabajo bien hecho y el respiro que conceden aquellas cosas hechas con mimo, desde la amistad y el respeto a una forma de expresión.
Lo explicó Julio Cortázar; «París es como un corazón que late todo el tiempo», y cualquier corazón late mejor cuando la música suena. Prueben.
El acordeón manda en esta composición, abrazado por los ritmos del violín, la guitarra que viaja desde Argentina de la mano de Sebastian Schon y las mediterráneas mandolinas. Pero en esta maleta con aspecto de pentagrama está también el ronroneo de la zanfona, el contrabajo, a cargo de José Vera o las singulares percusiones de Pablo Martín Jones capaz de hacer sonar hojas de papel. Un metalófono que el dúo compró en un festival de Bruselas, un piano de juguete o una caja de música se suman a esta amalgama. Y ya puestos, uno de los sonidos más antiguos, sencillos y personales; el silbido. Que se lo digan a los habitantes de La Gomera.
El viaje que Fetén Fetén propone, embarcados en 'Cantables II', permite unirse a la expedición con solo un click. En la web que lleva el mismo nombre que el disco, es posible adentrarse en los guiños geográficos que comprende el recorrido. Etapa a etapa. Todo con el cuidado y onírico diseño de Alberto García.
El viaje comenzó con Depedro. Juntos se fueron hasta Nueva Orleans y acumularon sonidos de la frontera mexicana. Así nació 'Para olvidarte', una canción que no, no se olvida fácilmente. Ahora la conexión dibuja el mapa en el viejo continente. En Atapuerca no hay Torre Eiffel, pero suena como si allí mismo extendiera su sombra.
Girar. Ese es el origen de la palabra vals, procedente del alemán walzen. Tres tiempos en un compás marcan el ritmo de este género. Aunque no está claro su origen, los expertos lo sitúan en dos lugares; antiguas danzas germanas medievales o bien de Francia, descendiendo del carmaglone.
Si bien a comienzos del siglo XIX fue condenado por inmoral, el vals conoció su auténtico esplendor tras la II Guerra Mundial.
Caracterizado por una postura erguida y rígida, tratando de no mover ni los hombros, ni los brazos, ni las caderas, por el vals han pasado todo tipo de autores. Desde el clásico Strauss, maestro por excelencia de la pieza posiblemente más conocida ('El Danubio Azul'), hasta artistas contemporáneos. Cohen lo popularizó con 'Take this waltz' que más tarde interpretaría magistralmente Silvia Pérez Cruz tras haberla transformado Enrique Morente. De Viena a Granada.
Difícil imaginar a alguien más alejado del protocolo que Tom Waits y, sin embargo, ha interpretado docenas, tanto en ¾ como en 6/8. 'Barcarolle', 'Cynnis Waltz' o 'Good Old World' son solo algunos ejemplos.
España eligió un vals en 1978 como canción con la que representar al país en Eurovisión, en el pegadizo (para bien o mal) 'Quiero que bailemos un vals' interpretado por Jorge Vélez. La mitad de las bodas tradicionales se abren con el 'Vals de las mariposas'. Frank Zappa, Nick Cave, Nick Drake, Calexico, Nacho Vegas, Bunbury… Quién más que menos ha pasado por este camino que ahora recorre Fetén Fetén, tampoco por primera vez. Y puestos a concluir, imposible olvidar un vals, el último, de un grupo irrepetible; 'The last waltz' de The Band.
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