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María Jiménez, cantante y actriz que revolucionó la canción española con su poderío, su voz rota, su sensualidad sin complejos y su valentía escénica y personal, ha muerto este jueves en Sevilla arropada por los suyos. Tenía 73 años en los que vivió varias vidas, ... huyendo de sus humildísimos orígenes para alcanzar la cima de la farándula, renovar la copla y abrir insólitas nuevas sendas para la canción española. Con su canción 'Se acabó' fue pionera denunciando el maltrato a las mujeres en escenarios y platós y se convirtió en un popular símbolo de feminismo. La vida no dejó de darle «cornás», como ella decía, pero la artista se las devolvía con una sonrisa y de todas salía «reforzá».
Su chorro de voz era para algunos una portentosa mezcla de copla y punk, a caballo entre Sid Vicious y doña Concha Piquer. Una simbiosis de sentimiento, poderío, desparpajo y desvergüenza. Abordó muchos géneros -coplas, rancheras, pop, baladas, bulerías...-, siempre con su prisma aflamencado y racial.
Su familia daba cuenta de su muerte a través de un comunicado: «Con profunda tristeza y dolor en nuestros corazones, despedimos hoy a María Jiménez, mujer amada y respetada por su compromiso inquebrantable con su familia, amigos y admiradores. Un espíritu indomable, una personalidad arrolladora, una mujer fuerte y valiente que luchó contra todas las adversidades más allá de lo imaginable».
Nacida en Triana el 3 de febrero de 1950, María Jiménez Gallego llevaba varios meses alejada de los focos, tras el último gran revés de salud que sufrió hace cuatro años por una obstrucción intestinal que casi le cuesta la vida y la tuvo tres meses en la UCI. «Resucitada», como ella decía, había firmado un nuevo disco en 2020, el número 19 de su desigual y larga carrera, y hace menos de un año presentó junto al anterior alcalde de la capital hispalense, Antonio Muñoz, la Fundación María Jiménez, entidad creada con el objetivo de luchar contra la violencia de género y favorecer la integración social del colectivo LGTBI+.
«Como he vuelto a nacer, voy a cantar una canción que escribí hace muchos años para celebrarlo. Tengo muchas ganas de cachondeo», decía María Jiménez para arrancarse con 'Resurrección de la alegría', un canto a la vida y toda una declaración de intenciones tras superar una obstrucción intestinal que la puso al borde de la muerte.
Le flojeaban las piernas, pero no la cabeza ni la voz, que seguían en su sitio. «Estoy como una niña con zapatos nuevos: contenta, muy, muy, muy pero que muy contenta de estar aquí», repetía jocosa derrochando poderío, picardía y simpatía al presentar su actuación en el Teatro Real. Tenía entonces casi 70 años, había superado un cáncer y la pérdida de una hija, y no estaba dispuesta a que nada ni nadie le apeara del torbellino que fue su vida tras su penúltimo «susto mortal». La cantante se ponía otra vez el mundo por montera.
Y es que nada en la vida de la cantante fue sencillo, ni en lo personal ni en su carrera profesional. Valiente, 'echá pa' lante' diría ella, contó en televisión y explicó en entrevistas los malos tratos que recibió de su marido y padre de Alejandro, su único hijo vivo, el actor Pepe Sancho, con quien tuvo una tormentosa relación que acabó con dos bodas y dos divorcios.
Había saltado de los tablaos flamencos de Triana a mediados de los setenta, al acabar el franquismo, con su primer disco de éxito, producido por Gonzalo García Pelayo y con arreglos del guitarrista Paco Cepero titulado 'De María La Pipa a María Jiménez'. Este álbum de 1976 incluía rumbas, tangos, bulerías, boleros, rancheras y baladas de Silvio Rodríguez, Lolita de la Colina o Amancio Prada. La crítica la catapultó como 'Bambino en mujer' (ella decía «con tetas») porque, como el de Utrera, paseó como nadie la rabia y el desgarro del desamor.
Dos años después, en 1978, publicó 'Se acabó', legendario tema que habla de una mujer que decide poner fin a una situación de maltrato y define a la indomeñable figura de la sevillana. «Se acabó, porque yo me lo propuse y sufrí. Y ahora mi mundo es otro», cantaba con su vozarrón el tema en el que avanzó el que es hoy es un lema de la lucha feminista. Era un icono, un huracán en escena, desinhibida, canalla, inagotable, al borde de la ordinariez a menudo, rota muchas veces, pero inquebrantable siempre. Con su habitual descaro, decía que para ella «cantar sobre el escenario es como un orgasmo».
La pérdida de su hija Rocío en 1985, víctima de un trágico accidente de tráfico y varios problemas de salud, entre ellos un cáncer de mama, una neumonía y la grave afección intestinal que durante semanas hizo temer por su vida, fueron dramas que no consiguieron ocultar nunca la vis más cómica de la cantante y de la que daba muestra en cada aparición pública.
Esta gata trianera fue un animal escénico con una prolífica producción en sus primeros años que supo sobreponerse a largos silencios y resurgir de sus presuntas cenizas. Resucitó cual ave Fénix gracias a su colaboración con La cabra mecánica en la 'Lista de la compra' y, sobre todo, con 'Donde más duele', un disco con versiones de Joaquín Sabina que la acercaron a generaciones más jóvenes.
«Como no he estado siempre en la profesión, ya que he ido y venido, apareciendo y desapareciendo como el Guadiana, me vuelve loca reaparecer. Es como si tuviera 20 años, aunque la edad me demuestre lo contrario», decía risueña al presentar uno de sus últimos proyectos, 'María Jiménez y amigos'. «Estoy bien, coleando y muy vivita», decía derrochando humor y retranca «Lo que no te mata, te enseña». «Quiero cantar, que es mi manera de expresarme», agregaba
Además de su casi veintena de álbumes, Jiménez actuó en más de diez películas y series como 'Manuela' (1976), 'Perdóname, amor' (1982), '¡Ja me maten!' (2000), 'Yo puta' (2004) o 'Los managers'. En televisión apareció en series tan populares como 'Hostal Royal Manzanares' (1996) o 'Todos los hombres sois iguales' (1997).
Recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes que otorga el Ministerio de Cultura de España y el premio Andalucía Excelente a la trayectoria. Hace apenas dos años, con lágrimas en los ojos -«yo nunca lloro», resaltó- recogió la Medalla de la Ciudad de Sevilla, pero nunca le fue concedida la de Andalucía pese a que siempre estuvo en las quinielas por su extensa y carismática trayectoria.
La capilla ardiente instalada en el Ayuntamiento de Sevilla con los restos mortales de la célebre artista María Jiménez ha cosechado más de 30.000 visitas desde su apertura a las 13:00 horas del jueves hasta las 22:00 horas, cuando fue cerrada hasta su reapertura este viernes por la mañana, entre las 8:00 y las 10:00 horas. En ese momento saldrá hacia la parroquia de Santa Ana en Triana en coche de caballos para celebrar su funeral.
Entre las primeras personalidades que dieron su último adiós a la cantante en el consistorio hispalente estuvo el propio alcalde, José Luis Sanz, quien destacó «el último y cariñoso adiós de Sevilla a esta artista universal que llevó a su ciudad y su barrio de Triana por bandera». También se pudo ver, entre otros, al presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, el periodista Carlos Herrera -quien dijo de ella que era «humanamente incomparable»- o los modistos Victorio & Lucchino.
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