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Charlie Watts, el legendario batería de los Rolling Stones, el miembro más tranquilo, elegante y comedido de sus Satánicas Majestades, murió este martes a los 80 años en un hospital de Londres donde permanecía ingresado. Watts, que deja huérfanos a los Stones, fallecía apenas diez ... días después de que se anunciara que su precaria salud le impediría estar en la próxima gira de la mítica banda británica por Estados Unidos.
El músico falleció «tranquilo» y «rodeado de su familia», según señaló la BBC, que se hizo eco de un comunicado de la familia en el que «con inmensa tristeza» se anunciaba la muerte de «nuestro amado Charlie Watts». El grupo lamenta la pérdida de un «amado esposo, padre y abuelo» y «uno de los más grandes baterías de su generación». «Solicitamos que se respete la privacidad de su familia, miembros de la banda y amigos cercanos en este momento difícil».
El octogenario e impasible Stone, el más viejo del cuarteto, ya superó en 2004 un cáncer de garganta, a pesar de haber dejado de fumar a finales de los años 80, y abandonar la heroína y el alcohol. Nunca protagonizó un escándalo, nunca fue fichado ni acusado de ningún delito. Alternó su tranquila vida de Stone con la de un no menos elegante 'jazzman', grabando varios discos con su Charlie Watts Quintet y con Charlie and the Tentet Watts.
Watts era el mayor de sus Satánicas Majestades, aunque Mick Jagger (78), Keith Richards (77) y Ronnie Wood (74) han superado con creces la frontera de los 70. Realizó más de 40 giras mundiales con una de las formaciones más perdurables y exitosas de la historia del rock.
Nacido en Kingsbury (Londres) el 2 de junio de 1941, hijo del camionero Charles Richard Watts, y de Lillian Charlotte Eaves, trabajadora de una fábrica, Watts se crió junto a su hermana Linda en Kingsbury y Wembley. Estudió en la Tylers Croft Secondary Modern School de 1952 a 1956, donde destacó en arte, el cricket y el fútbol.
Amplió sus estudios en la Harrow School of Arts y al salir obtuvo un buen trabajo en Charles Hobson & Grey, una agencia de publicidad. Tenía 21 años y su vida parecía encauzada, pero su amor por el jazz, que había empezado con Charlie Parker y la batería de doce libras esterlinas que su madre le regaló a los 14 años, acabaría por cambiarlo todo. Autodidacta, aprendió a tocar de oído observando a los músicos de los clubes de jazz de Londres y con su vecino Dave Green formaría el cuarteto The A, B, C & D of Boogie-Woogie.
La pasión por el jazz y el rhythm & blues le procuró una enorme alegría cuando fue convocado en 1961 por Alexis Korner para formar parte de la Blues Incorporated, uno de los mejores grupos de jazz de la época. Cuando unos jovencísimos Stones entendieron que el 'swing' de su batería era el que necesitaba la banda de blues que estaban formando, fueron a por él. Watts ingresó en el grupo en 1963 para ocupar el lugar de Tony Chapman y ha permanecido en la banda desde entonces.
Al contrario que sus marchosos colegas, la vida personal de Watts, ha estado marcada por la fidelidad a su esposa, Shirley Ann Shepherd, con quien se casó en 1964 y madre su hija Seraphina. También por el gusto por la vida hogareña y estable en su granja de cría de purasangres árabes en Devon.
En las antípodas de los excesos tan habituales en sus compañeros de banda, mientras que ellos desparramaban en las giras y saltaban de cama en cama, el comedido batería se encerraba a dibujar en el hotel. Mientras Jagger y Richards fecuentaban duces infiernos de sexo, alcohol y drogas, él prefería perderse por clubes de jazz. Con sus bandas de jazz y que mantuvo hasta hace nada se desintoxicaba del rock. Pero jamás faltó a sus deberes rockeros. «Los Rolling Stones son mi vida, el resto son pasiones e intereses alternativos», decía. Con su rostro impasible ofrecía el contrapunto perfecto en el escenario a los espasmódicos contoneos de Mick Jagger y las payasadas eléctricas de Keith Richards y Ronnie Wood.
Su carácter afable y tranquilo no impidió, con todo, que cayera en las redes de la heroína y el alcohol a finales de los 70 y parte de los 80. Pero en su caso las adicciones fueron más producto de sus demonios personales.
Watts fue siempre el único miembro de la banda capaz de enfrentarse a los egos de Jagger y Richards, como confirma un épico encontronazo con el vocalista de la banda en una gira hace 40 años. Jagger aporreó la puerta de su habitación de madrugada para reclamar a «su batería» que debía estar a su disposición a cualquier hora que él quisiera ensayar. Sin inmutarse, Watts se levantó, se afeitó, se embutió en un traje, fue a la habitación del vocalista y le pegó un puñetazo para aclararle a continuación: «No soy tu batería. Tu eres mi cantante».
Con estilo único y una fuerte pero serena personalidad, Watts fue clave en el engranaje de Stones y su elegancia también afectó a la imagen de la banda, ya que fue diseñador de algunas portadas de discos editados en los años setenta, y de carteles de diversas giras.
Watts fue designado como el duodécimo mejor baterista de todos los tiempos por la revista Rolling Stones. En 2006, fue elegido miembro del Modern Drummer Hall of Fame en el mismo año Vanity Fair lo inclyó en su lista de los hombres mejor vestidos del mundo.
Una fotografía de Charlie Wats con su sobria elegancia mirando a cámara de brazos cruzados. Así despedía ayer a su legendario batería la web de los Rolling Stones. Ni una palabra. Silenciosa. Como era Wats. Toda la emoción del adiós contenida en una imagen impresionante. Las condolencias se sucedían en las redes. Keith Richards, en las antípodas de la seriedad que proyectaba su amigo y compañero, decía de Watts: «Es uno de los más grandes bateristas que este maldito mundo va a ver jamás». Igual que Elton John, que lo calificó del «mejor batería», y como lo definió Paul McCartney: «Una roca para los Stones». Ringo Starr subió una foto con él y Stewart Coperland, batería de The Police, dijo que se ha ido «un gigante silencioso».
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