Un año fantástico para la música, no hay duda. Y una labor de selección muy endiablada: lo que para algunos ha sido claramente el año 'brat' —por el impactante disco verde Calippo de Charli XCX— para otros es el año de los múltiples «bernabéus» de Karol G y Taylor Swift. Para nosotros ha sido el de esta selección en la que, y es tontería hacerlo de otra manera, pesa inmensamente la subjetividad. Todos son rotundos e inconfundibles, abren puertas a otros mundos, no tienen nada que ver los unos con los otros y dan buena cuenta de que sobran las grandes ideas, la personalidad, las ganas de contar cosas y de expresarse valientemente en estos tiempos que corren. Hay debuts brillantes y obras de madurez, volantazos a largas carreras y nuevos proyectos en solitario tras dolorosas rupturas. Puede que aquí no esté tu disco favorito, pero igual sí está tu siguiente obsesión. Veamos qué te parece.
Only God Was Above Us
Puede sonar exagerado, pero privadamente llamaremos a este disco vanguardia sonora mundial: virtuosismo pop que suena increíblemente analógico pero es puro siglo veintiuno. Desechando a propósito convenciones sobre cómo deben sonar «bien» los álbumes, aquí el ruido de la cinta es casi un instrumento más con el que se juega, los fragmentos e insertos saltan y destacan y la mezcla no intenta pasar desapercibida. Las ideas brillantes se suceden una tras otra, y un contrabajo que ayuda a bombear la dinámica es uno de los pocos sitios a los que agarrarse. Pero por encima de toda esa cama-puzzle interesantísima —un regalo y un reto para cualquier apasionado del sonido y las grabaciones— lo que hay son enormes canciones que mantienen vivísima la esencia del grupo, recordando todas sus fases, cada una sobresaliente a su manera.
Bright Future
Este disco tenía que estar aquí. Necesitaba estar aquí. Adrianne Lenker ya nos había mostrado sobradamente su feroz delicadeza al frente de su banda Big Thief, pero es su trabajo en solitario el que nos transporta a escenarios de belleza prácticamente vírgenes, no sondeados por el ser humano. Ya lo hizo con su anterior trabajo y vuelve a hacerlo aquí pero en esta ocasión con más empaque si cabe. Casi puedes extender el brazo y mover las partículas de polvo que flotan en el aire de la habitación donde Lenker grabó estas canciones. Es tan inmediato, tan presente, tan verdad. No hace falta ni cerrar los ojos para notar la todopoderosa pero contenida presencia de la joven de pasado tormentoso que canta junto a ti. Estas navidades es tiempo de regalos, regalense a Adrianne Lenker.
Hasiera Bat
Un portento de disco, una sorpresa mayúscula cantada en minúsculas. Este álbum inolvidable abre inmediatamente un espacio propio, un pequeño universo donde con poquísimos elementos y grandísimos colaboradores (Jordi Matas, Ferrán Palau, El Petit de Cal Eril… crema catalana) Urbizu deja atrás su fase anterior, exitosísima, en Berri Txarrak. Por eso se llama 'Hasiera bat' (Un comienzo). Aquí se deja respirar, suenan pocas cosas, pero desde luego no falta nada. Aparecen la familia, el amor y la naturaleza, vista como agente vivo, como inteligencia que nos sugiere cosas, nos afecta. Y grandes, grandes frases —disponibles en castellano en su página web— como esta, que podría resumir el disco: «algunas puertas solo se abren desde dentro».
Diamond Jubilee
El circuito musical (o lo que sea que signifique eso) tiene a bien concedernos de tanto en cuanto, sorpresas que desentonan en el triste erial de la monotonía, lo predecible y evidente: en definitiva del plástico, del plastiquete. La más dulce de las más dulces sorpresas de este año es la de Cindy Lee. Este fue el nombre que el músico canadiense Patrick Flegel escogió para darle rostro a este alter ego travestido que hoy nos sobrecoge a todos. Ni uno, ni dos, ni tres sino tres: disco triple. 32 canciones fueron las que Lee consideró que eran necesarias para contar lo que se tenía que contar en este 'Diamond Jubilee'. Pero bien pudieron haber sido 67, 82, ¡yo que sé señora, tal vez 104! y es que la música se desborda por los barrancos de este disco. A Cindy, las canciones se le caen de los bolsillos de su elegante —pero a la vez decadente— vestido. No hace falta sufrir para intentar dominar todo el material como aquel turista que trata de absorber y memorizar el mapa completo de una ciudad que está recorriendo por primera vez. Permítase sondear sin rumbo las sinuosas calles de este pequeño milagro y sea felíz.
Chromakopia
Tyler, The Creator es uno de los artistas más versátiles del mundo del hiphop. En lugar de lanzar tema tras tema donde siempre se trata lo mismo y se habla en una clara primera persona básica y plana, Tyler gusta de disfrazarse, de crear personajes y mundos enteros. Ya fue Flower Boy, ya fue Igor (un disco deslumbrante), y ahora «el Creador» inventa 'Chromakopia' un disco conceptual con mil ramificaciones, acompañado de una campaña visual potente y asombrosa donde la idea de la máscara (en un punto medio entre Mishima, Juan Manuel de Prada y Jim Carrey) es central: ¿quién habla, el rapero o el personaje? Y donde también cabe, sí, el resto de cosas que esperarías de un disco de hiphop, desde las «colabos» a los samples milagro sacados de recónditos discos japoneses.
Romance
Todas las listas de 'los mejores discos del año' publicadas parecen consensuar que 'Romance' es uno de los trabajos más sobresalientes de esta temporada. Y no es para menos, es oscuro pero bailable, maquinero sin perder sensibilidad. Es un disco que se absorbe en un suspiro gracias a su enorme abanico de contrastes. El irlandés Grian Chatten dirige el tema de sus canciones hacia la traición, la única duda que queda por resolver es quién es el blanco de sus dardos certeros. Aún así, uno no se contagia de fatalismo, al contrario: las canciones desprenden un aliento vital y vigorizante.
És pregunta
Artefacto más que extraño, 'És pregunta' es un viaje de 35 minutos por las culturas mediterráneas donde reinan las voces de Helena Ros y Marta Torrella (combinad las letras de sus nombres y tendréis premio). Y, como reza el título, surgen muchas preguntas. Uno pierde la cuenta de la cantidad de lenguas que se hablan en este álbum. Y en tiempos de fusión folk-electrónicos, qué bien dosificada está aquí la máquina, los arpegiadores, los fondos. A veces parece que sea un disco grabado en enormes iglesias reverberantes, en otras parece que podría hacerse en un cuarto minúsculo. Suena, eso sí, el mar. Y en él, otro mar de voces que nos atacan desde todas direcciones. Si Byung-Chul Han se quejaba de la desaparición de los rituales, que busque dónde toca Tarta Relena, porque igual sí que estamos sabiendo volver a darle importancia a la escucha, a los coros, al silencio, y a todo lo que favorece, intensamente, la introspección.
Cowboy Carter
Beyoncé se erige una vez más como una esfinge imponente con este flamante 'Cowboy Carter'. Más de uno dijo «Uff… ¿y esto?» al toparse con un disco de post-country (acuñemos aquí y ahora mismo el término ), a la vez que recordaban que la Queen B. era más texana que una herradura. Son los mismos que a medida que le concedían más escuchas al disco comenzaban a ver, atónitos, como el fondo de su armario se plagaba de botas con espuelas y piel de serpiente. Ellos justamente y no otros los que terminaban por descubrir los sabrosisimos arreglos que escondían canciones como 'DOLLY P' —junto a la estrella de la americana Dolly Parton— o 'SMOKE HOUR II' —de la mano de la leyenda Willie Nelson— mientras espetaban un profundo y sentido «Yiiiii haaaa». 'Cowboy Carter' es todo eso pero también un ejercicio de reconciliación entre la América negra y la América tradicional blanca. Un abrazo entre los espirituales Gospel y las pelis de John Wayne y con suerte un abrazo entre el público que los consumen.
Alcalá Norte
Todos hemos oído hablar de ellos. Eran un fenómeno extraño, inesperado, en parte gracias a un pesadísimo —y excelente— community manager y bajista, hasta que un día explotó ese hit —'La vida cañón'— que se camela al más pintado (por ejemplo, a Rosalía). Cada integrante es de su padre y de su madre, incluso musicalmente, las influencias y los temas de las letras son amplios y aparentemente desconectados (fútbol, religión, mitologías, política, barrio) y aún así… oye, funciona, funciona mucho. Todavía se puede, de la nada, conectar con un público que parecía que ya no existía. La corona de laurel en la cabeza de Rivas y su mirada de las mil millas cantando lo dicen todo: en redes son unos cachondos, en el escenario trascendentes. Se merecen, al menos, el pisito al que tanto cantan cerca del vetusto centro comercial que les da nombre.
A Dream is All We Know
Mucho más directo y menos meditado que su antecesor 'Everything Harmony', este 'A Dream is All We Know' despistó por un segundo (o tal vez dos) a este humilde 'juntapalabras' que al principio no supo sorber todo el suco que llevaba el hueso. ¡Vaya zote! pero si estaba justo ahí, frente a mis ojos. La excelencia no se alcanza únicamente a través de la ampulosidad del arte elevado, no señor, y confíen en mí cuando digo que este disco es excelente. Los dos hermanos vuelven a hacer un ejercicio de nostalgia que sin embargo suena plenamente contemporáneo, absolutamente actual. Una orgía de armonías vocales que surfean los vertiginosos riscos de unas líneas melódicas que se te incrustan en el cerebro desde la primera escucha. Por último, cabría destacar que el disco llega tan solo unos meses después de haber publicado su anterior trabajo: otros que encuentran canciones hasta entre los cojines del sillón.
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Estos son los diez álbumes que hemos decidido destacar este año, aunque por supuesto hay muchos más para seguir disfrutando. Este artículo forma parte de la serie de la mejor cultura de 2024: ya publicamos la lista de los mejores libros del año por Luis Anarte y en los sucesivos días tendremos las mejores series y películas, seleccionadas por el equipo de Pantallas.
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