El Museo de Burgos ha incluido en su exposición de Nuevos Ingresos un ajuar de la época tardorromana, datado entre los siglos IV y V d. C., procedente de la necrópolis del Millar, situada en San Medel, localidad perteneciente a Cardeñajimeno.
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Se trata de un conjunto de piezas que sirvieron como ajuar funerario a una persona adulta enterrada en una de las tumbas más destacadas del cementerio particular de esta villa romana, la tumba IX. El enterramiento está formado por una fosa reforzada con grandes lajas de piedra caliza en los laterales y, a juzgar por la riqueza de los enseres encontrados, debió de gozar de una elevada posición social y económica. Es por ello que se sospecha que fuera un miembro destacado de la familia propietaria de la villa.
La pieza más llamativa del ajuar, encontrada a los pies del difunto, es un lujoso puñal perteneciente al denominado «tipo Simancas», muy característico de las «Necrópolis de Duero» de este momento. Tiene la hoja de hierro y el filo sinuoso y se complementa con un pomo de bronce de forma abalaustrada. La vaina se halla forrada con una lámina de bronce en el reverso y una espectacular placa de plata en el anverso decorada con motivos repujados. Este «estuche» cuenta en la parte posterior con una pieza en 'S' rematada en ganchos que servía para su anclaje al cinturón.
Vinculadas a la daga y a su sujeción se han hallado también dos anillas de bronce. Este tipo de puñal se ha interpretado como un símbolo propio de la aristocracia terrateniente bajoimperial, dueña de grandes fincas rústicas, que estaría relacionado con la práctica de la caza como una actividad propia de esta clase social.
Entre el resto de elementos se encuentran un cubilete de plomo con tapadera, depositado a la izquierda de la cadera del difunto, y dos recipientes de bronce, un caldero (acetre) de reducido tamaño con dos pestañas para anclar el asa situado junto al puñal, y un botecito cilíndrico (píxide) asociado a un pomo o tapón cónico junto al pie derecho del esqueleto. Ambos están confeccionados con una delgada lámina de metal y su función no está del todo clara, pudiendo haber contenido líquidos, perfumes o productos relacionados con el ritual funerario o ser simplemente parte del utillaje doméstico de la persona enterrada.
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Es uno de los hallazgos más destacados de la arqueología burgalesa de los últimos años y se exponen por primera vez al público hasta el mes de junio. La zona residencial fue objeto de excavaciones en los años 70 y de allí procede también el gran mosaico de Atalanta y Meleagro, expuesto en el patio de la Casa de Miranda.
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