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El Museo de Burgos organiza una exposición sobre las costumbres funerarias en la provincia en la Edad Moderna. En esta muestra, los visitantes podrán contemplar una pequeña selección de objetos arqueológicos, procedentes de varios yacimientos de la provincia, que se custodian ... en los almacenes del Museo, a la espera de su exposición en las salas permanentes.
Esta exposición nace de la importancia de la muerte durante siglos, siendo un momento crucial en la vida de los europeos que vivieron en la Edad Moderna, del siglo XV al XVIII. La inseguridad de la salud y la esperanza de salvación hacían de ella un acontecimiento de consecuencias externas, a lo que los habitantes de la provincia de Burgos no eran una excepción, y también mostraban su preocupación por la muerte, como el resto de los cristianos occidentales, tal y como se puede observar en la muestra del Museo de Burgos, abierta hasta el 9 de mayo en el vestíbulo de entrada a Bellas Artes de la pinacoteca.
Las excavaciones en diversas iglesias de la provincia burgalesa han permitido atestiguar las prácticas ligadas a los enterramientos durante la Edad Moderna en Burgos. En estos objetos hallados, atesorados y ahora expuestos en el Museo de la Junta se manifiesta el modo de vivir la religión en aquella sociedad antigua.
Entre las piezas exhibidas en la exposición sobre las costumbres funerarias se encuentran objetos que sirvieron de adorno personal y que formaron parte de la indumentaria de los difuntos en la Edad Moderna. Desde el siglo XVI los más habituales son los rosarios, aunque también hay elementos más específicos como recuerdos de peregrinaciones, todas ellas piezas que dan información sobre la persona enterrada y la sociedad en que desarrolló su vida y se encargó de darle sepultura.
A pesar de que algunos de los elementos mostrados no sobresalen por su riqueza, sí que son muy representativos de los rituales funerarios de los siglos XV a XVIII. El Museo de Burgos también expone varios anillos de bronce de la iglesia de Las Quintanillas y rosarios de San Pantaleón de Losa y San Juan de la Hoz en Cillaperlata, que datan de los siglos XVI y XVII. De la ermita de Ntra. Sra. del Torrentero en Villalaín proceden una medalla originaria de Roma y una pequeña cruz de Caravaca.
Más personal es la cruz de hierro de Sor Luisa de Ascensión, que incluye una medallita de bronce y que se usó para orar en la intimidad de una celda de un convento burgalés. Por último, los platos de sal expuestos, que se utilizaron en diversos rituales de enterramiento, están realizados en loza esmaltada y se pueden observar en la muestra del Museo.
Durante la Edad Moderna, la Iglesia romana trató de establecer unos cauces con los que asegurar la salvación de las almas de los fieles. Guiarlos adecuadamente suponía un enorme consuelo en los momentos difíciles, por lo que la gran mayoría de la población se esforzaba en cumplir dichas normas escrupulosamente. Lo principal, sin duda, era una adecuada preparación espiritual por medio de oraciones y meditaciones sobre la vida y el inminente juicio que esperaba al alma. Además, se recomendaba seguir algunas formalidades como confesarse y comulgar, así como redactar testamento.
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