PEDRO BAREA
Sevilla
Viernes, 8 de febrero 2019
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La muerte de Salvador Távora (1930-2019) supone la pérdida de una de las cabezas más creativas e innovadoras del teatro español contemporáneo. Nacido en el Cerro del Águila un barrio popular de Sevilla, sufrió de niño la Guerra Civil y vivió la aspereza laboral ... como aprendiz adolescente en una fábrica. Imágenes de tan precoces penurias serán una constante en su obra teatral.
Con estudios primarios aprendió el oficio de soldador, a la vez que se dejaba cautivar por las tradiciones populares de su gente, con una voracidad que iba del folclore flamenco –cantaor, palmero, comparsa de grupo-, a los toros -fue novillero-, los fastos religiosos -una evocación permanente-, el baile, las fanfarrias callejeras, los ritos funerarios… De todo ello ha quedado huella en su obra, de una estética que pasó de una austeridad extrema a espectáculos de gran empaque que también han recorrido el mundo.
Távora creó una estética a partir de su experiencia vital en busca de una imagen seria frente a la Andalucía banal y festiva que mostrará sin barnices lo que el flamenco tiene de grito, y del dolor por la situación social de su tierra.
A finales de 1960 contacta con Juan Bernabé, Alfonso Jiménez Romero y el grupo universitario Teatro Estudio Lebrijano con el que estrena 'Quejío' que el crítico José Monleón lleva al Festival de Nancy, en 1972 y luego a París. Era digna de verse tan desambientada cuadrilla de pueblo que firmaba 'La Cuadra', en medio de los primores del teatro más intelectual y rompedor de aquellos años. El imprevisto espectáculo sorprendió por su compromiso social y su riguroso lenguaje plástico.
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Introdujo los cantes y bailes de Andalucía a la vez que las máquinas, el color chisporroteante de la soldadura, objetos de labranza, herramientas, animales, con un sentido del ritmo, del trabajo coral, de la poética del cuerpo y del universo sonoro y dramático de su tierra que anunciaba otro rigor y una insólita exigencia expresiva.
Sus títulos dan cuenta del universo mental de Salvador Távora: 'Quejío' (1972), 'Andalucía Amarga' (1979), 'Los palos', 'Nanas de espinas' (1986), 'Piel de toro' (1987)… Con todo, su trabajo se hizo permeable a temas de calado literario que perfeccionarían aquel primer Távora, con 'Las Bacantes' (1983), 'Don Juan', 'Carmen', 'Crónica de una muerte anunciada'… fruto de una voracidad estética siempre despierta a lo artístico. Hombre comprometido abordó también temas claramente políticos en 'Pasionaria, no pasarán', o 'Identidades'…
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Entre tantas distinciones, la Medalla de Oro de las Bellas Artes (1985), el Premio Andalucía de Teatro (1990) y el de Andaluz del Año (1993) de la Federación de Entidades Andaluzas en Cataluña y la Cruz de San Jordi por unir las culturas catalana y andaluza en su espectáculo 'Identidades'.
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