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julio arrieta
Martes, 6 de septiembre 2022, 00:11
Hoy se cumplen 500 años de la llegada de la nao Victoria a Sanlúcar de Barrameda al mando de Juan Sebastián Elcano casi tres años después de zarpar
Antes de la expedición a la expeciería
Durante buena parte de la expedición a la Especiería, un viaje comercial cuyo objetivo era abrir una ruta para conseguir las preciadas especias evitando el paso por los dominios portugueses, Elcano se mantuvo en segundo plano. La armada partió el 20 de septiembre de 1519 de Sanlúcar de Barrameda y alcanzó la bahía de Río de Janeiro el 13 de diciembre. Para entonces había cundido el descontento entre las tripulaciones, que ignoraban la ruta que Magallanes pretendía seguir, y entre los oficiales.
La situación degeneró en motín el 1 de abril de 1520, en la bahía de San Julián, en la Patagonia. Parece que Elcano se alineó con los sublevados, o por lo menos obedeció sus órdenes, al armar la artillería de la San Antonio. Magallanes fue riguroso, pero Elcano no se contó entre los represaliados. La flota entró en el Pacífico el 28 de noviembre, tras la pérdida de las naos San Antonio, que se dio la vuelta y desertó, y la Santiago, embarrancada. Tras sufrir todo tipo de penurias, la expedición alcanzó Guam, en Micronesia, el 6 de marzo de 1521, y Zamal, una de las islas filipinas, el 16 de marzo.
El 27 de abril se dio uno de los episodios clave del viaje, la muerte de Magallanes en la batalla de la isla de Mactán, en la que no participó Elcano porque, según declararía después, «estaba malo». El 2 de mayo hubo que incendiar la Concepción, infestada de gusanos. Las dos naos restantes llegaron a Brunei el 8 de julio de 1521. Elcano y Gonzalo Gómez de Espinosa hicieron las veces de embajadores ante el rey de aquel país.
El 21 de septiembre,_Elcano pasó por fin a primer plano al convertirse en el capitán de la Victoria, mientras Espinosa, capitán de la Trinidad, pasaba a ser capitán general. La expedición llegó por fin a Tidore, en las Molucas, el 8 de noviembre, donde fue muy bien recibida por el rey local, Al-Mansur. A Elcano le sorprendió que los habitantes de estas islas vivían en la pobreza: «Son muy pobres y necesitados de todo, porque en su tierra ninguna otra cosa nace sino especiería».
Tocaba volver con las dos naves supervivientes cargadas de clavo. Pero la Trinidad hacía agua y tuvo que quedarse en Tidore. «Resolvimos partir con una sola nave, estando en tal estado que solo Dios lo sabe». El 21 de diciembre, la nave Victoria, al mando de Elcano, abandonó las Molucas para regresar a casa. El marino de Getaria decidió hacerlo navegando hacia el oeste, hacia el cabo de Buena Esperanza. Dando la vuelta al mundo. Y_atravesando mares bajo dominio portugués.
La Victoria cruzó el océano Índico para pasar el cabo de Buenas Esperanza el 22 de mayo, «sin comer más que arroz en cinco meses, y bebiendo solo agua», según escribiría Elcano en su carta al emperador. «No tocamos en tierra alguna por temor al rey de Portugal. Así, se nos murieron de hambre 22 hombres». Pero el barco hacía agua. No hubo más remedio que parar en Cabo Verde a comprar vituallas y esclavos para emplearlos en la bomba de achique.
Era dominio portugués y Elcano decidió mentir:_dijo que el barco venía de América. Pero los portugueses sospecharon: ¿De dónde habían sacado el clavo con el que querían pagar el avituallamiento? Elcano se vio obligado a huir dejando en tierra a doce compañeros, que fueron retenidos. Sin esclavos y sin abastecimiento, la Victoria cubrió el último tramo de su viaje, arribando a Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522, casi tres años después de zarpar, con 18 tripulantes muertos de hambre, pero ricos gracias a la parte que les correspondía de su millonaria carga, y dos nativos de las Molucas.
Elcano circunnavegante
El 9 de agosto de 1519, el día antes de zarpar a la Especiería (las actuales islas Molucas), en Sevilla, Juan Sebastián Elcano declaró que tenía 32 años «poco más o menos». Así que cuando murió, en 1526, Elcano tenía 40 años «poco más o menos». Esto significa que apenas sabemos nada de la mayor parte de su vida, de esos 32 primeros años, porque el marino de Getaria (Guipúzcoa) apenas dejó rastro de sus andanzas y circunstancias hasta que se enroló en la expedición de Magallanes a las Molucas.
Su madre se llamaba Catalina del Puerto y su padre Domingo Sebastián Elcano, matrimonio con una prole de nueve hermanos. Juan Sebastián fue bautizado en la iglesia de San Salvador de Getaria, en la que «están enterrados mi señor padre y mis antepasados», como él mismo diría en su testamento. A finales del siglo XV Getaria contaba con unos 370 hogares, cerca de 1.500 personas. Según un censo fiscal del año 1500 que se conserva, el padre de Juan Sebastián, Domingo, era el decimotercer vecino más rico.
No se sabe nada de los primeros años de Elcano en la mar. Debió de empezar, como todos, como grumete, con 15 años, y acabó navegando y combatiendo en el Mediterráneo. En la cédula por la que Carlos V le perdona el haber vendido un barco a unos extranjeros –era un delito–, el emperador dice «me es hecha relación que vos, siendo maestre de una nao de doscientos toneles, nos servisteis en Levante y en África».
La citada cédula detalla que Elcano era maestre, el máximo responsable en un navío mercante y el segundo, detrás del capitán, cuando el barco dependía de la corona. Parece que se vio en apuros económicos y vendió su nao –lo que indica que era su armador– para salir del bache. Esto ha hecho que se hablara de él como un proscrito, aunque el hecho de que estuviera en Sevilla cuando se estaba armando la flota de Magallanes y se enrolara sin dificultades refleja que no vivía como un fugitivo. Elcano fue enrolado como contramaestre de la nao Victoria, en la que empezó a trabajar el sábado 8 de enero de 1519, pero fue ascendido enseguida a maestre –su primer sueldo como tal lo cobró el 7 de febrero–, bajo las órdenes del capitán Gaspar de Quesada, de la nao Concepción, la cuarta en tamaño de la flota, que estaba formada por cinco naos.
Cuando la expedición partió, Elcano no estaba casado, pero tenía un hijo, Domingo, con María Hernández de Hernialde, también de Getaria.
La segunda expedición a la especiería
Los supervivientes de la armada a la Especiería no habían regresado aún cuando el emperador ya había ordenado la organización de una segunda expedición. Elcano quiso volver a embarcar, a pesar de haberse enriquecido con su parte de la carga de la primera expedición y de vivir como un notable en Valladolid, donde tuvo una hija, de nuevo fuera del matrimonio, con María de Vidaurreta. Elcano pidió al emperador varias mercedes, entre ellas que se le otorgase la capitanía general de la nueva armada y el hábito de la Orden de Santiago. Ambas le fueron denegadas.
El 23 de enero de 1523 el emperador le asignó una pensión «para en toda su vida» de 500 ducados anuales (unos 83.000 euros) y poco después, su célebre escudo de armas. También obtuvo Elcano otro favor que le preocupaba: el perdón real por la venta de su nao a extranjeros. Tras participar en el encuentro infructuoso de Badajoz entre representantes castellanos y portugueses para tratar de resolver de nuevo el reparto del mundo, Elcano fue enviado a supervisar los preparativos de la segunda expedición.
Al mando del noble Francisco José García Jofre de Loaísa, capitán de una nueva Victoria, y con Elcano como segundo, estaba formada por una flota de seis naos y un patache, con 450 hombres en total, entre ellos tres hermanos, un sobrino y un cuñado del marinero de Getaria. Elcano capitaneó la nao Sancti Spiritus, de 240 toneladas.
La flota zarpó desde La Coruña el 24 de julio de 1525 y alcanzó las costas de Brasil el 19 de noviembre. Tras las deserciones de dos naos, el 26 de mayo de 1526 la flota doblaba el cabo Deseado y salía del estrecho de Magallanes tras 48 días de penosísima travesía. El Pacífico no hizo honor a su nombre y los barcos se dispersaron. En la Victoria, Loaisa enfermó y con él, varios oficiales, entre ellos Elcano, que hizo testamento el 26 de julio.
Cuatro días después moría el capitán general y se abrían las instrucciones del emperador : «Muriendo el dicho comendador Loaísa, mandamos que venga por capitán general de la dicha armada Juan Sebastián del Cano». Pero el de Getaria sucumbiría pocos días después, el 6 de agosto. En su testamento, dejó como heredero único a su hijo Domingo y a su madre, sus dos parejas y su hija como beneficiarias. De los siete barcos que habían salido de La Coruña, solo la Victoria alcanzó las islas Molucas.
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