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Los comerciantes han tenido que colocar plásticos encima de los libros para impedir su deterioro.

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Los comerciantes han tenido que colocar plásticos encima de los libros para impedir su deterioro. CC

Los libros y el agua protagonizan el 23 de abril

Las precipitaciones marcan el desarrollo del Día del Libro en Burgos | La mejora del tiempo por la tarde provoca que la Plaza Mayor se llene de curiosos y amantes de la lectura

César Ceinos

Burgos

Martes, 23 de abril 2019, 20:58

Como le sucedió a la Grande y Felicísima Armada en 1588, los libreros de la asociación provincial del gremio que se han instalado en la Plaza Mayor poco han podido hacer contra los elementos. La lluvia ha hecho acto de presencia durante toda la mañana en Burgos y los comerciantes lo han notado y mucho.

Pero, por suerte, todo ha cambiado por la tarde. En este caso, las nubes se han ido y los clientes han acudido fieles a su cita con el 23 de abril, que ha tenido dos caras a orillas del Arlanzón: una mala, con frío, agua y poca gente, y otra buena, con un gran ambiente. «Incluso ha habido algún rayo de sol», ha destacado la vendedora de Librería del Espolón, Pilar Canales, que ha cerrado la jornada con un buen sabor de boca tras horas soportando lluvia.

El día ha comenzado con el pie izquierdo. Los quince vendedores han tenido que poner especial mimo en evitar que los libros se dañaran. «No hemos podido ni quitar los plásticos en toda la mañana», ha comentado Pedro San Román, de la librería Viñetas. La opinión en las casetas cercanas ha sido muy parecida. «Con lluvia y frío no se pueden vender libros», ha manifestado Sol Alonso, de Hijos de Santiago Rodríguez. Aún así, esta vendedora ha querido ver la botella medio llena. «Con esta lluvia, hay más gente de la que esperaba», ha agregado.

En cambio, después de comer, el número de burgaleses que ha pasado por el corazón de la ciudad para buscar un libro para leer o regalar ha crecido de manera considerable. En algunos casos, además, el presente ha llegado acompañado de una rosa, ya que también se ha vendido esta planta en uno de los puestos de la Plaza Mayor. Las principales demandas de los amantes de la lectura han sido las novedades editoriales, pero también se han vendido libros más tradicionales. «Los clásicos nunca fallan», ha declarado Silvia Cernadas, de La Silla Mágica.

Como no podía ser de otra manera, este aumento de visitantes también se ha notado en la caja registradora. La tarde, sin duda, ha servido para tapar una mala mañana, como han reconocido varios empresarios. «El tiempo ha dado una tregua y ha salvado el día», ha indicado Verónica Delgado, de Bosque de Letras, que ha visto así recompensado «el esfuerzo y las ganas» por participar en el Día del Libro de Burgos, una jornada que en años precedentes «siempre dio buen resultado», según han asegurado algunos vendedores. Eso sí, en aquellas ocasiones no tuvieron que enfrentarse, al igual que la expedición a Inglaterra mandada por Felipe II, a unos elementos tan duros.

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