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«Me interesa la gente corriente, cómo viven y cómo piensan». Lo repite con machacona convicción Elizabeth Strout (Portland, Maine, 66 años) que ha armado su larga y respetada carrera literaria en torno a ese profundo interés por la gente de a pie. Haciendo de ... lo ordinario algo extraordinario. Lo explica desde su casa en Nueva York, ahora que ofrece al lector español 'Ay, William' (Alfaguara).
Es la última entrega de su trilogía de Lucy Barton, un personaje que ha procurado fama universal a la narradora estadounidense, ganadora de un premio Pulitzer, y creadora de Olive Kitteridge, otro legendario personaje encarnado por Frances McDormand en una serie de televisión.
Criada en un pequeño pueblo, siempre le atrajo más lo ordinario y lo cotidiano que lo extraordinario. «Desde que era una niña me interesó la vida de la gente común, el universo que rodea a las personas sencillas. Muy pronto me pregunté cómo vivía o pensaba tal o cual persona, pero no solo lo que se ve en la superficie, y luego ha sido mi interés literario», explica esta dotada narradora.
«Todos tenemos una vida interior y nos encontramos con el mundo real, y para mí, como escritora, la confrontación entre ambos mundos resulta muy atractiva». «No sabemos lo que piensa la gente normal y creemos que nos conocemos a nosotros mismos, pero no estoy segura de que sea así»», insiste la escritora, que quiere penetrar en sus novelas en el interior de sus personajes sabiendo que jamás podrá conocerlos a fondo.
Relaciones complejas. «La familia es una gran fuente de inspiración, y me interesan las que tienen problemas»
Seguridad. «El tiempo te da la experiencia. La vida se acorta, pero no cambio por nada la madurez»
Inalterable. «Siento la misma responsabilidad hoy que cuando tenía pocos lectores. El éxito no me cambió»
«Creo que es imposible conocerse bien a sí mismo y a los demás. Nos parece que conocemos con cierta profundidad a alguien, pero nunca podremos comprender a fondo lo que es ser otra persona. Cuando escribo me doy cuenta de eso. No es intrínsecamente malo, pero a veces creamos mitos sobre otras personas». «No creo que ese misterio de la condición humana pueda ser resuelto. Pero uno se puede sentir menos solo leyendo este tipo de literatura, y eso es lo que espero: que mis lectores comprendan que todos estamos juntos en este mundo», dice.
Ese ponerse en el lugar del otro, «la bendita empatía», ha hecho de Strout una gran y aclamada escritora. Y ella cree que «también una persona más sabia». Con 66 años cumplidos hace poco, observa desde la calma el camino recorrido, convencida de no querer volver atrás. «Siempre he estado rodeada de gente mayor y ahora que soy más madura, tengo claro que no cambiaría esta fase de mi vida por ninguna otra. El tiempo te da experiencia y sabes que la vida se va acortando, pero es una etapa muy interesante», asegura risueña.
Si mira al pasado desde la atalaya del éxito, se siente hoy más que reconciliada con su infancia. «Empecé a escribir muy joven. Yo sabía que sería escritora y mi madre lo sabía también. Me invitó a escribir desde muy pequeña y comentábamos juntas mis primeras historias. No tengo ningún recuerdo de mí misma en el que no me vea como escritora. Pero aún así me sorprende, relativamente, haber sido capaz de lograr el éxito».
Con 65 años, Lucy Barton es, como su creadora, una escritora de éxito que acaba de enviudar de su segundo marido y que, paradójicamente, se convierte en confidente del primero, con quien tuvo dos hijos y a quien ayudará a superar la crisis personal que les llevará a retomar su relación.
«Para un novelista, la familia es una gran fuente de inspiración. Estoy segura de que hay muchas familias felices, pero como escritora me interesan las que tienen problemas. Es interesante entrar en esas complicaciones, y hay muchos tipos de familias complejas y muy diferentes», destaca.
Pero su creadora niega que Lucy Barton sea Elizabeth Strout. «No soy Lucy Barton, aunque la entiendo, en el mismo sentido que trato de entender a todos mis personajes. Se parece a mí en la misma forma en la que cualquier personaje se parece a su creador. Parto de cero con ellos y trato de comprenderlos, insisto, sean hombre o mujer», explica.
«Siempre me consideré feminista y creo que Lucy Barton lo es», asegura. «He vivido mi vida como quería. He amado a los hombres y sé que el feminismo tiene distintos significados en estos días», concede.
Con todos los premios recibidos, las adaptaciones al cine y las series basadas en sus ficciones, no se siente más libre para expresar lo que desea. «Tengo un alto sentido de la responsabilidad hacia mis lectores. Lo tenía cuando eran pocos y lo mantengo ahora que son millones. El éxito no me ha cambiado», asegura.
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