Las bandas callejeras que reinaron en la España de los años 80 crecieron, sobre todo, en los barrios obreros, pero hubo una excepción muy significativa. En Madrid, una banda de pijos hizo de los Vips del barrio de Salamanca su cuartel general y se adueñó ... de las calles y de las discotecas. Se hacían llamar la Panda del Moco, se movían por discotecas como Pacha, Look y Oh! Madrid y el antropólogo y escritor Iñaki Domínguez cuenta 'La verdadera historia de la Panda del Moco' en un nuevo libro que publica la editorial Ariel.
Publicidad
Aunque a su alrededor pululaban otros adolescentes, los miembros más destacados de la banda eran tres jóvenes que se conocían por sus apodos: el Francés, el Judío y el Italiano. Los tres pertenecían, de una u otra manera, a familias con una buena situación económica y con contactos entre las altas esferas políticas y de las fuerzas del orden, pero en lugar de seguir el camino convencional que parecía trazado para ellos, se fueron a los límites del sistema.
«Eran temerarios, adictos a la adrenalina», recuerda Domínguez, que ve otros patrones en común entre estos pijos malotes. «Su origen les permitía disfrutar de impunidad. Si se metían en un lío gordo, alguien importante les ayudaba. Pero a la vez, sus familias están desestructuradas y ellos hacen lo que les da la gana. Son como estrellas del rock, tienen más tentaciones y nadie que les frene», cuenta el escritor, que en el libro narra casos asombrosos, como el de jóvenes que robaban la cocaína que consumían sus padres para luego venderla.
«Históricamente, la gente rica y poderoso es la que ha tenido unos modos de vida más desinhibidos y sobre todo, han coqueteado con la droga. Eso es lo que veían en casa los miembros de la Panda del Moco», señala Domínguez, que ha estudiado en profundidad el fenómeno de las bandas juveniles de los años 80 en libros como 'Macarras interseculares' o 'Macarrismo', además de publicar otras obras como 'Sociología del moderneo' o 'Cómo ser feliz a martillazos'.
Y sobre todo, ha conseguido los testimonios de los protagonistas, gente peligrosa, que en muchos casos sigue metida en líos y a la que no resulta fácil acceder. «Es una cuestión de ganarse su confianza. Algunos quieren hablar y recordar aquellos tiempos», dice Domínguez, que utiliza una peculiar fórmula para introducir a sus entrevistados: «Mi informante dice…».
Publicidad
'La verdadera historia de la panda del moco' es un retrato exhaustivo y ameno de una época concreta, la España que salía de la dictadura y entraba en la democracia con esperanza y con miedo, un miedo que, principalmente, había calado entre aquellos que se habían beneficiado del franquismo y que ahora temían perder sus privilegios. «El pijo autóctono de los años 60 y 70 era muy autóctono, llevaba el pelo engominado y cosas así. A partir de los 80, cambia, es menos retrógrado y más globalizado, viste pantalones Levi's y cazadoras Pedro Gómez, le gusta U2 y es más moderno», explica Domínguez.
Pero en el fondo, esos pijos de los 80 ven peligrar sus privilegios, y una manera de defenderlos es luchando. «Y para esa lucha se preparan a través de las artes marciales, que se popularizan en esa época en España. Los gimnasios y las discotecas son también su habitat natural», subraya el autor. La Panda del Moco, los predecesores españoles de los Cobra Kai (archienemigos de Daniel LaRusso en Karate Kid), buscaba la violencia, incluso a gran escala: peleas multitudinarias, palizas, tráfico de drogas, robos de bancos.
Publicidad
Las pandillas urbanas gobernaron las calles durante muchos años. «En los 70, los barrios eran los territorios y las bandas, formadas por los hijos de las personas que emigraron desde Extremadura, Castilla-La Mancha o Andalucía, eran los dueños», recuerda Domínguez. Pero las circunstancias han cambiado tanto que aquellas bandas tan concretas ya no existen por diversas razones que enumera el escritor: «Ahora el suelo de la ciudad es tan caro que en todos los varios hay pijos, no existe la localización de antes; también se han perdido las conexiones vecinales: al que vive en la puerta de al lado no se le dice ni hola, ya no hay parques y las redes sociales son las nuevas drogas; la policía ya se las ha tomado en serio y no es permisiva; y finalmente, los pijos son ahora los modernos, predominan las estéticas globalizadas: la hija de la duquesa de Alba es hipster».
¿Y qué es ahora de los miembros de la Panda del Moco? El Judío se dedicó a trasladar droga desde Latinoamérica a Europa y la policía lo acabó pillando; ahora está en la cárcel; el Francés, con el que Domínguez mantiene un trato mayor, es un propietario de pisos de alquiler. Y el Italiano es un empresario de la noche.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.