Fue Patrick Leigh Fermor (Londres, 1915-Dumbleton, 2011) el último de una estirpe legendaria de aventureros que se sintieron Homero y viajaron al Mediterráneo y, en concreto, a Grecia, hombres como Lord Byron, o como Paddy, que así llamaban sus amigos a Leigh Fermor, que ... estaban más cerca de los dioses mitológicos que de los hombres. Simpático, carismático y guapo a rabiar, Paddy fue un seductor, y su última seducida, la escritora María José Solano (Sevilla, 1975) que vivió 'Una aventura griega' (Debate) solo para seguir los pasos del personaje.
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Solano, cofundadora de la revista digital literaria Zenda, leyó la biografía de Paddy que publicó en 2012 Artemis Cooper, y sintió el impulso de explorar las experiencias que marcaron al escritor, historiador y soldado británico, «un héroe clásico y a la vez, un contemporáneo que en el periodo de entreguerras se propuso ir en busca del Mediterráneo», explica la escritora.
Con prólogo de Jacinto Antón y el aroma de los libros de Arturo Pérez-Reverte, que animó a Solano a escribir este libro, 'Una aventura griega' es una crónica periodística, un libro de viajes y una novela romántica, pero sobre todo, representa el canto del cisne de una generación de aventureros que no llevaban mucho equipaje, pero sí una biblioteca encima, y que buscaban confirmar en el Mediterráneo la fascinación que experimentaron al estudiar en los libros el mundo clásico.
Aristócratas de viejos linajes, bellas mujeres locales y hasta estudiantes en viajes de estudios, en este caso cuando él ya era un hombre maduro, se rindieron al encanto de un explorador que reprodujo en su vida las historias que tanto había leído. «Ahora nos inventamos palabras como poliamor, pero los griegos, o Shakespeare, o Lope de Vega, y después Paddy, sabían muy bien que el amor siempre ha sido así», cuenta Solano, que acompañó su viaje con muchos vasos de retsina, el vino blanco barato de Grecia del que no se privaba su amor platónico.
Hijo de su siglo, el XX, y viva imagen del convulso periodo de entreguerras, Patrick Leigh Fermor protagonizó un episodio que dentro de su singular biografía resulta a la vez singular: el secuestro, en la isla de Creta, de un oficial del ejército nazi. Y sin embargo, no fueron las guerras el peor recuerdo de su vida, sino el turismo. «Cuando regresó a Grecia ya de mayor y vio las multitudes de turistas que estaban en los lugares que él tan bien había conocido, se mostraba muy decepcionado. Decía que el turismo de masas era peor que las guerras», recuerda la escritora, una viajera «sentimental» que brinda por su héroe mientras mira las mismas estrellas que él miró.
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