
Óscar Reboiras
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Óscar Reboiras
«Nunca eres demasiado mayor para darte una oportunidad», dice Óscar Reboiras (Rianxo, 46 años). Y predica con el ejemplo: tras doctorarse en periodismo y con los cuarenta ya cumplidos, le dio una oportunidad al escritor que siempre quiso ser y alumbró su primera novela, 'El caso Salgueiro' (Alfaguara). Escrita originalmente en gallego y ganadora del Premio de Novela Galicia Rural, ahora se publica en castellano para sumergir al lector en un 'thriller' que, envuelto en las brumas del Parque Natural del Xurés, traerá al presente los crímenes del pasado.
-¿Qué toma un novelista de aperitivo un domingo?
-Me encantan los frutos secos, especialmente los cacahuetes. Pero no bebo alcohol, solo agua y alguna Coca-Cola. Y eso que mis abuelos y mis padres tienen una viña y hacen vino y aguardiente, y yo les ayudo a elaborarlo, pero nunca me llamaron la atención ni los bares ni el alcohol.
-Ha publicado su primera novela a los cuarenta. Qué buena forma de afrontar la crisis.
-Claro, eso es mejor que divorciarse, o ponerse un pendiente, o hacerse 'runner'. Pero es que sientes que has pasado veinte años de tu vida haciendo cosas que no te acababan de llenar y dejando aparcados los sueños que tenías a los quince años, hasta que un día dices: «¿Por qué no lo intentas?». Y me apunté a un taller de escritura donde el ejercicio era escribir las 50 primeras páginas de una novela, y de ahí salieron las 50 primeras páginas de 'El caso Salgueiro'.
-Hay muchos 'thrillers' ambientados en la Galicia rural. ¿Qué tiene ese paisaje que es tan buen escenario para este género?
-Por un lado, porque en España hemos empezado a buscar escenarios más próximos, y es más auténtico tirar de referentes cercanos. Ahí están Domingo Villar, que marcó un precedente, o Arantza Portabales con 'Belleza roja'. Por otro lado, Galicia tiene una especie de realismo mágico. Es luminosa y gris al mismo tiempo, están la niebla, los paisajes, la humedad y está el carácter, que en la novela viene muy marcado al estar ambientada en una aldea cuyo aislamiento determina la personalidad de los personajes.
-Salgueiro es esa aldea.
-Sí, es una aldea real propiedad de la Xunta de Galicia. Para pasar por ahí hay que solicitar permiso a la Xunta, y al llegar a Salgueiro haciendo una ruta de senderismo, descubro la historia. Solo me faltaba un rótulo luminoso que dijera 'Aquí tienes los mimbres para una novela'. Hace muchos años, la Xunta invirtió tres millones de euros para convertir Salgueiro en una ecoaldea, pero llegó la crisis económica y aquello quedó en nada. Lo que yo hago es retorcer la realidad y preguntarme qué pasaría si volviera a haber pasta, se retomara el proyecto y, en las obras de rehabilitación, empezaran a salir los secretos ocultos de la aldea.
-Los secretos del pasado.
-Sí, porque es una historia en dos planos, presente y pasado. En Salgueiro vivían del carbón, era una aldea rica considerada como el banco del Xurés, pero se quedaba aislada cuando hacía mal tiempo. Al final, Salgueiro se abandonó porque estaba incomunicada. Todo eso es real, pero, al ser una novela negra, tenía que buscar otra trama. Y aquí entran los crímenes, y aprovecho para ahondar en la personalidad de sus habitantes, que son duros y rocosos como la montaña que habitan y que forman una comunidad muy unida. Pero, cuando pasa algo tan cruel como la muerte de un niño, esa unión estalla por los aires. Además, la novela negra es la excusa para hablar de determinadas cosas que nos preocupan, como la soledad, el desarraigo o los valores que estamos perdiendo como sociedad.
-La protagonista, Fina Novoa, es periodista, como usted. Pero su novela no es nada halagüeña con la profesión.
-Nada. Pero yo siempre digo que soy un periodista de mentira.
-¿No ha ejercido como tal?
-No. Hice algo de prácticas, y después empecé a hacer comunicación corporativa, así que escribo desde la distancia y desde la ignorancia. El periodismo tiene un peso fundamental porque somos una sociedad que necesita estar informada. Yo soy consumidor de información, pero, sobre todo con la llegada de la inteligencia artificial, los montajes y demás, a veces es complicado saber qué es verdad y qué no lo es. Por esomes necesario ser crítico, contrastar y no quedarse solo con un punto de vista.
-¿Usted habría escrito el libro sobre José Bretón?
-¿Yo? No. No, no, no. Nunca.
-Lo tiene clarísimo.
-Clarísimo. Igual no debería confesarlo, pero, hace unos meses, un amigo me dijo: «Oye, tú podrías contar algo sobre El Chicle». Porque El Chicle es de Rianxo, yo soy de Rianxo, y Diana Quer apareció a un kilómetro y pico de la casa de mis padres, donde yo me crié. Yo hago ficción, y me parecería muy duro trabajar con material real. ¿Por qué? Por el dolor que yo sufrí como vecino, por el dolor que eso produjo a mucha gente y, sobre todo, a su familia, que no me la quiero imaginar leyendo eso. Nunca sería capaz de escribir sobre ese tema porque ahí hay sufrimiento, hay personas que lo han pasado mal, y eso es un material muy sensible, muy íntimo. Entiendo que alguien quiera escribir sobre ese tema, pero creo que también hay que ser empáticos con las víctimas y con la familia cuando ha habido un momento tan duro como es la muerte de un hijo. Tengo una hija de cuatro años, y pensar en eso me pone la piel de gallina.
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